sábado, 31 de julio de 2004

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Juan Pablo Riveros: De la Tierra sin Fuegos

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De este extraordinario poeta rescatamos algunos poemas de su libro De la tierra sin fuego. Nadie como Juan Pablo Riveros escribe y describe a los primigenios habitantes del Sur del Mundo. Allá en la Patagonia. Nació en Punta Arenas (1945). Poeta, Doctor en Economía. Ha publicado los libros: "Nimia, poemas en prosa " (1980), "De la tierra sin fuegos" (1986) y "Libro del Frío" (2000). "De laTierra sin Fuegos" es el primer poemario magallánico dedicado al tema del exterminio indígena. Su más reciente obra: "Libro del Frío", obtuvo el "Premio Municipal de Santiago", versión 2001, y el premio en el género poesía a la "Mejor obra editada", del Consejo Nacional del Libro; el galardón más destacado de la literatura nacional entregado cada año por dicha institución.

Qawashqar

Hicieron tierra los abismos
del mar y los pantanos del sur.
Su residencia: islas de granito
dentado y collares de fiordos,
lagos y ríos.

Nómades pequeños,
independientes, cohesionados
por una canoa de troncos.
Sin jefes. Ni ciudades.
Su economía. Mariscos, caza, pesca
y ballenas varadas en cualquier orilla.
Rudimentarias sus técnicas,
móviles sus fuegos protagónicos.
Expertos imitadores del vuelo de las aves,
del ronquido de las focas, de los discursos
humanos. Taciturnos,
como paisaje que esculpe el desmembramiento
de glaciares que se licúan.
monótonos, sus cantos.

GUSINDE

De los miles de aborígenes
que cruzaban con sus frágiles canoas
la inmensidad de los canales de la Patagonia Occidental
hoy, los escasos sobrevivientes,
llevan una existencia miserable.

Ciertos patrones de goletas loberas,
portan una tripulación mínima, pero
muchos víveres y alcohol.
Al hallar las canoas,
dan a los aborígenes el licor,
hasta que ebrios déjanse robar
los cueros de nutria. Otros son obligados
a seguir la cacería
mientras la tripulación
se divierte con las indias.

¿Recompensa?


Algunos víveres medio descompuestos,
un poco de licor,
un pantalón roto.

EJERCICIOS NAVALES

Para ciertos marinos mercantiles,
un deporte disparar sus fusiles
a las canoas de madera.

Otros preferirían como blancos
para sus ejercicios de tiro de cañones,
el humo que salía de las chozas.

MUJERES ALACALUFES

Sus vidas,
como fuegos entumidos
en alguna costa del Sur,
más sensibles a la mordedura del viento
que a la temperatura mínima del agua.

Sumergidas tras cholgas,
machas o erizos,
las mujeres, junto al fuego,
comen luego mariscos y charlan
tranquilas,
dueñas absolutas de la Historia.

TRADUCCION

Pido a un joven alacalufe
traducir:
la madre mece a su niño.

De inmediato responde
en su lengua: Porque
está llorando.

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