sábado, 7 de octubre de 2017

0

Horizonte Guevara

0 comentarios
Por Miguel Mazzeo

A cincuenta años del asesinato del Che

El escritor e historiador Miguel Mazzeo.

Para hablar del guevarismo, del guevarismo del siglo XXI, utilizamos el concepto de “horizonte” en el sentido que le asignó la arqueología; es decir, como distribución de las características culturales en una vasta región durante un determinado período (por lo general muy extenso). También podríamos haber hablado del guevarismo como una “tradición ideológica”, una “sensibilidad política”, una “subjetividad política”, una “subjetividad militante” o una “plataforma”. Jamás de una “horma mental”. Pero creemos que el sentido más recóndito del concepto de horizonte contiene a todas estas definiciones.

Vale aclarar que hace algún tiempo existe una caricatura del guevarismo que lo presenta como una corriente militarista pragmática, anti-intelectual, anti- ideológica y hasta anti-política. A lo largo de las últimas décadas, un conjunto de organizaciones han asumido el guevarismo en términos ora caricaturescos, ora sórdidos: el guevarismo como otra versión del “blanquismo” o reducido a una teoría “oficial” de la Guerra Revolucionaria. De este modo, han alimentado el estereotipo simplificador de la izquierda tradicional, dogmática y anti-guevarista, y también el estereotipo de la derecha.

El horizonte guevarista, al margen de sus versiones más folklóricas, setentistas y/o blindadas, se caracterizó por instalar enfáticamente la idea de la actualidad del socialismo y por resignificar la teoría de la revolución permanente en una clave creativa, enraizada, no dogmática, situada y eficaz.

Otro rasgo distintivo del horizonte guevarista ha sido y es su capacidad de articular varias tradiciones políticas revolucionarias y un conjunto extenso y heterogéneo de culturas emancipatorias que jugaron (y juegan) roles fundamentales en lo que respecta al rearme ideológico y político de las clases subalternas y oprimidas. Esa capacidad del guevarismo para hacerse cauce ancho y caudaloso, para conformarse como “ideología de lo periférico” respondió a diversos factores, entre otros:

 - El énfasis puesto en la praxis real de las clases subalternas y oprimidas por sobre toda abstracción teórica o burocrática. Esto plantea, a su vez, la necesidad de una teoría dinámica, en permanente reelaboración, capaz de dar cuenta de las nuevas dimensiones abiertas por la experimentación popular en el marco de la lucha de clases. En ocasiones, por no hacer profecías, esta teoría dinámica se confundió con una teoría de la no teorización o, lisa y llanamente, con el oscurantismo. Craso error. El horizonte guevarista permite la apropiación de diferentes categorías culturales y su resignificación en clave emancipatoria y hace posible el desarrollo de una subjetividad colectiva que se educa (se auto-educa) en la praxis. Esta interioridad, este colocarse invariablemente en situación de inmanencia respecto de los procesos de masas, se traduce en la capacidad del guevarismo para dialogar con los procesos históricos populares y produce, también, la autoridad para criticarlos, para impulsarlos y/o encabezarlos.

- Un contenido humanista radical, revolucionario, expresado en una concepción del comunismo como una sociedad radicalmente nueva, anclada en requerimientos subjetivos –la idea del hombre nuevo y la mujer nueva– además de materiales. Este humanismo radical remite a la dimensión ética del guevarismo que retoma y resignifica los costados éticos del marxismo. El guevarismo constituye una reacción contra el sadismo propio del sistema capitalista. Pero una reacción “eficaz”, crítico-práctica: “endurecerse sin perder la ternura”.

- Un anticolonialismo, un latino-americanismo y un internacionalismo consecuentes y bien concretos, nunca declamativos y siempre orientados a lograr niveles altos de eficacia.

- La voluntad de hallar formas unitarias de acción en función de una estrategia común de los sectores revolucionarios. La idea de que una revolución no es tarea de una sola organización popular.

- El fracaso de todos los intentos por reducir al guevarismo a una doctrina o una forma de acción. El reduccionismo doctrinario o metodológico, las instituciones lógicas, las culturas homogeneizadoras, no encontraron en el guevarismo un suelo fértil. No resulta tan sencillo hablar de “posguevarismo” sin caer en alguna especie de simplificación y recorte arbitrario.

- Su permanencia en el tiempo como filosofía de la praxis inmanente y directa, una praxis de redención y utopía estructurante del presente. El proceso de estatización de la Revolución Cubana no logró deteriorar la potencia instituyente del guevarismo, su aptitud para alimentar la imaginación política popular. Se puede afirmar que, en buena medida, este proceso avanzó sobre el olvido o la memoria recortada del guevarismo. En el Discurso de Argel de 1965, el Che no sólo cuestionaba los afanes imperialistas de la Unión Soviética, sino también la noción del socialismo como sistema mono-cultural compulsivo y totalizante. El guevarismo es incompatible con toda forma de conformismo.

- Su facilidad de arraigo y extensión en la sociedad civil popular, sus aptitudes para descubrir el universal concreto en cada situación y, de este modo, hacerse cultura y modos de vida y multiplicar las resistencias: “crear dos, tres, muchos Vietnam”, con el fin de modificar la correlación de fuerzas a favor del movimiento popular.

- Su versatilidad a la hora de luchar contra la fatalidad capitalista y contra el dominio de cualquier tipo de potencia objetivada (el capital, por ejemplo), sobre la potentia de los hombres y las mujeres.

Con un enfoque que, de alguna manera, daba cabida a lo identitario, con el reconocimiento de las especificidades de Nuestra América (y las de cada una de sus naciones); provisto de un método que buscaba traducir la teoría a las propias condiciones (y así producir nueva teoría, teoría situada); con una predisposición que permitió descentrar el Estado como objeto único de toda reflexión y de toda lucha, el guevarismo se constituyó en un campo de fusión de diversos legados, como la posibilidad misma de construir lo común emancipatorio con elementos divergentes. Esa condición ecuménica del guevarismo, su capacidad de sintetizar o mezclar –pero sobre todo radicalizar– experiencias, ideas, identidades, su idoneidad a la hora de construir la unidad de clase, son los elementos que mejor se han proyectado, sin dejar de transformarse permanentemente, hasta nuestros días.

Se trata de una condición que le permitió al guevarismo, a lo largo del los años y en diferentes contextos, asociar la cotidianidad popular con la política revolucionaria, las prácticas micro-sociales con los proyectos macro-políticos, lo sensorial y lo subjetivo con lo conceptual general.

Una condición que le otorgó licencia –hablamos principalmente de legitimidad– para articular los “sistemas de denuncia” (basados en identidades étnicas, culturales, de género, en tradiciones populares, en factores religiosos, ideológicos, etc.) con los movimientos contraculturales, con las culturas libertarias, con los pensamientos críticos y, sobre todo, con el marxismo.

El horizonte guevarista fue y es el locus de intersección de la teología liberación, la insurgencia indígena, el black power, la tradición nacional-popular (no burguesa, no populista), de las nuevas y viejas formas de la resistencia anticapitalista, anticolonial y antipatriarcal. El verdadero fantasma para las clases dominantes, para la derecha. El horizonte guevarista como locus de intersección hizo y hace posible diferentes mixturas de las que pueden participar: Jesús de Nazaret, Tupac Amaru, Simón Bolívar, Juana Azurduy, Flora Tristán, Carlos Marx, José Martí, Emiliano Zapata, V. I. Lenin, León Trotsky, Rosa Luxemburgo, José Carlos Mariátegui, Julio A. Mella, Mao Tse Tung, Amilcar Cabral, Frantz Fanon, Camilo Torres, John William Cooke, Mario Roberto Santucho, Miguel Enríquez, Raúl Sendic, Paulo Freire, Jean Paul-Sartre, Pier Paolo Passolini, entre otros y otras. De este modo, el guevarismo puede ser considerado como la cifra de una identidad política flexible, susceptible de ser apropiada y reinterpretada por cada militante popular.

En el contexto de este horizonte guevarista las experiencias de la “nueva izquierda” de los 60-70 se fueron eslabonando hacia delante. Primero con las de diversos colectivos y organizaciones populares que, en las décadas del 80 y del 90, resistieron a la ofensiva neoliberal y a la idea de la democracia como función de la hegemonía burguesa. Poco después con los colectivos y organizaciones que cuestionaron radicalmente los fundamentos del modelo neo-desarrollista y neo-populista y que han persistido en la búsqueda, desde abajo, de una alternativa anticapitalista.

El horizonte guevarista combinó un registro amplio y abierto con una mayor cercanía respecto de las contradicciones fundamentales. Ciertamente, sus límites fueron imprecisos y estuvo (y está) expuesto a las impurezas.

En relación a estas últimas, la más intolerable tal vez sea la que presenta una disociación del guevarismo y su principal orientación estratégica mencionada más arriba: la que establece la actualidad del socialismo en Nuestra América, en fin, la que se inspira en la teoría de revolución permanente presente en Lenin y Trotsky, pero también en José Carlos Mariátegui y Julio Antonio Mella. Son poco consecuentes, frívolas y superficiales las invocaciones guevaristas de los y las que creen que, en Nuestra América, las tareas democráticas pueden ser resueltas por “gobiernos progresistas” en los marcos impuestos por el capitalismo periférico. Son ingenuas, o abiertamente oportunistas, las invocaciones a un guevarismo sin socialismo. El “guevarismo etapista”, constituye un oxímoron.

Asimismo, no podemos olvidar que existió y aún existen retazos de un guevarismo integrado al proceso de “modelización” de la Revolución Cubana. El modelo de revolución que se consolida en Cuba, básicamente después del asesinato del Che en La Higuera, Bolivia, en octubre de 1967. Se trata un modelo paradójicamente ajeno a las circunstancias concretas del proceso revolucionario histórico real. Es un modelo que posee una lógica que parte de algunos presupuestos no siempre evidentes: el reconocimiento implícito de la posesión de un conjunto de recursos y de una retaguardia (¡que es mismísimo Estado!). Esa lógica subyacente lo tornó un modelo poco apto para los movimientos revolucionarios que surgían desde el llano en medios hostiles, un modelo en donde primaban los aparatos, la “planificación logística” y la centralización.

Cabe señalar también que, al igual que la izquierda tradicional y dogmática, el horizonte guevarista no ha permanecido al margen de la confusión entre directividad y manipulación. No ha sido ajeno a las posturas políticas centralistas, a las metodologías antidemocráticas de resolución de las diferencias en el seno del campo popular. Tampoco ha sido impermeable a las frustraciones elitistas, al dogmatismo mecanicista, al fatalismo redentor y a la ceguera sectaria. Existe un guevarismo que se siente cómodo en los moldes preestablecidos, que tiene una visión estática de las interacciones sociales; un guevarismo que, por ejemplo, ubica “al partido, organización o núcleo político en el centro de anudamiento del proceso político. En ese sentido el núcleo se conforma como la cabeza y las agrupaciones de base en que él está inserto en sus brazos (“el brazo sindical, estudiantil, territorial, etc.…)”. (1).

Pero estas versiones del guevarismo no lograron opacar su dinámica general y su potencia revolucionaria que están más vigentes que nunca y a la espera de ser actualizadas y proyectadas por los movimientos sociales y las organizaciones populares de toda Nuestra América y todo el mundo periférico. Porque el Che se resiste a ser transformado en ídolo y sigue siendo el signo de una presencia.

(1). La Caldera, Relación organización política y organizaciones de base, Serie documentos, Buenos Aires, La Caldera Ediciones, 2012: p.6.   



Miguel Mazzeo: Profesor de Historia y Doctor en Ciencias Sociales. Docente e investigador de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y en la Universidad de Lanús (UNLa). Escritor, autor de varios libros publicados en Argentina, Venezuela, Chile y Perú, entre otros: Piqueter@s. Breve historia de un movimiento popular argentino; ¿Qué (no) Hacer? Apuntes para una crítica de los regimenes emancipatorios; Introducción al poder popular (el sueño de una cosa); El socialismo enraizado. José Carlos Mariátegui: vigencia de su concepto de “socialismo práctico”; El Hereje, apuntes sobre John William Cooke. Colaborador de los portales Contrahegemoníaweb, La Haine y Resumen Latinoamericano.

lunes, 15 de mayo de 2017

0

De pijes a socios

0 comentarios
Por Pepito El Breve


Eugenio Lira Massi en su libro “La Cueva del Senado y los 45 senadores” del año 1968 escribió que cuando los socialistas llegan al Comité Central “comienza a operar en ellos una extraña transformación. Se cortan el pelo y se bañan. Se afeitan y se ponen Dolly-pen. Se cambian traje traje todos los días y se planchan los pantalones”, agregando que “cuesta encontrar un dirigente socialista que no sea pije”.

El reportaje del canal Megavisión sobre las inversiones del patrimonio del Partido Socialista en acciones de la empresas Soquimich y Pampa Calichera ligadas a Ponce de Lerou yerno de Pinochet, entre otras, viene dar cuenta que esos pijes de los sesenta extrañamente se transformaron en “socios”, lo cual para los encargados de la mesa de negocios del PS no tendría nada de raro, casi el paso natural porque sí a los UDI se les dice “fachos”, a los decé “momios” a los socialistas siempre se les sindicó como los “socios”.

Tanto es así que Oscar Garretón, al parecer uno de los encargados de definir las inversiones que hizo el PS, debe haber soñado con liderar un partido en que los militantes sean acciones de la banca, desde ese puesto ascender a presidir la CPC y tener la oportunidad de abrir un día Wall Street.

Ramón es un antiguo militante de base del PS, su día más feliz es el 19 de abril fecha de aniversario del partido cuando es invitado a la cena partidaria a compartir el tradicional arroz con pollo.

Cada vez que hay elecciones se reúne con sus compañeros y hace una cucha para comprar una plancha de cholguan y dos tarros de pintura para hacer un cartel, como por su condición económica está exento del pago de cuotas, es su modesta manera de contribuir como militante puro y sincero para hacer frente a la millonaria campaña de la derecha.

En su hogar su hija le reprocha el gasto de plata y le enrostra que su partido llora falsa pobreza, pero Ramón no le hace caso, su hija está equivocada y de política no conoce, él, en cambio, está al tanto que las campañas cambiaron y ocupar el artesanal mimeógrafo de gelatina quedó en el pasado, además que las copias salían borrosas.

Ramón aunque de economía poco entiende, sabe que invertir los recursos del PS en empresas del yerno de Pinocho no es lo apropiado, en su ingenuidad piensa por qué el partido no optó por invertir en algo con más rentabilidad social, algo así como las inversiones del PC en el Arcis.

O mejor hubieran creado una cooperativa y cada año repartir el remanente o, al menos, para el 19 de abril cambiar el pollo por un trozo de lomo con papas fritas y en lugar de vino en caja, optar por un embotellao.

No cabe duda que el PS se enfrentará este año a un momento crucial de su historia porque si Guillier no pasa a segunda vuelta, y resulta que aparecen nuevas acciones del PS hasta en paraísos fiscales, por eso de ser fiel a sus principios y la colaboración leal entre pares, estará obligado a sincerarse y llamar, entonces, a sus militantes a votar por Piñera.

Pero hay un socialista, aunque no lo consideren como tal, que debe estar relajado, es Ricardo Lagos porque no resultó tan malo para él no ser proclamado candidato, de seguro hubiera sido atacado, no obstante él nunca conoció de esas inversiones y menos las hubiera avalado ¿cierto?

jueves, 27 de abril de 2017

0

La utopía y el descubrimiento austral

0 comentarios
Por Jorge Díaz Bustamante


En una pequeña librería de Punta Arenas, ubicada en calle Ignacio Carrera Pinto, encontramos un libro que nos llamó la atención por su título: “El descubrimiento austral por un hombre volador o el Dédalo francés” y que pertenece a la serie Curiosa Americana y está clasificada como novela filosófica. Restif de la Bretonne (1794-1806) es el autor de esta obra, “oscuro tipógrafo y polígrafo fecundísimo que cultivó la novela autobiográfica, la tesis filosófica, el ensayo libertino y, siguiendo la moda de su tiempo, abordó temas referente a la moral de las costumbres”, de acuerdo a lo señalado en la introducción.

El libro se publicó póstumamente y la edición impresa en Chile (1962) cuenta con el prólogo y traducción de Eugenio Pereyra Salas.

La novela relata la saga de Victorino, hijo de un procurador fiscal, enamorado de Cristina, hija de su señor. Su amor transformado en verdadero martirio a causa de su diferencia de clases, hace de él un joven dado a la ensoñación, hasta que traba amistad con Jean Vezinier un empleado doméstico, de malas costumbres, pero gran lector. Juntos construyen una maquinaria de madera que movía dos alas de seda. Lograron así sus primeros vuelos experimentales, que terminan trágicamente con la muerte de Vezinier ahogado en un pantano. Victorino destruye las alas para que el invento no pueda ser reconocido. Posteriormente se dedica a perfeccionarlo y logra su objetivo: “instalado en la colina, subió a un pequeño promontorio y dando a las alas el movimiento rápido de la perdiz se elevó con facilidad”.

El hombre-volador asombró a toda la región. Muchos lo creían un demonio y Victorino mantuvo en secreto su identidad. Descubrió un lugar idílico llamado el monte inaccesible, hasta allí traslado a aquellas personas que no era apreciadas en el condado y les otorgó diversos oficios. Con el paso del tiempo había organizado todo un pueblo que vivía en franca prosperidad y regido por el respeto e igualdad de oportunidades.
Restif de la Bretonne.

El amante decide culminar su plan secuestrando a Cristina, que no le era indiferente. Cometido el rapto, viven en el monte de la comunidad inaccesible, los jóvenes contraen matrimonio. Pronto nacen sus hijos que se desarrollan en medio de un pasaje idílico, sin embargo la población había aumentado en gran número y se hace necesario emigrar a otros territorios. Victorino y sus hijos, los únicos dotados con la capacidad de volar, para sus propósitos buscan “una isla o continente que esté deshabitado o al menos no hayan sido colonizados por grandes potencias”.

Inician sus viajes descubriendo numerosas islas. A partir de ese momento lo que parecía una novela futil, deja paso a un libro de aventuras, recordándonos los antiguos textos de los exploradores y adelantados que llegaron a América y que enfrentan por primera vez un mundo desconocido, que los maravilla por una fauna y flora que se ofrece exhuberante a sus ojos.

En la primera isla, a la que bautizan con el nombre de Cristina, se encuentran con los hombres de la noche. Seres primitivos que podían ver en la oscuridad y poseían un lenguaje gutural semejante al ruido de los murciélagos. Los habitantes del monte inaccesible son trasladados por los hombres voladores y habitan en comunidad con los hombres nocturnos, para ello Victorino dicta leyes que los protejan.

En la segunda isla, los habitantes de la Victorica, nombre con el que se bautizó a la isla grande, “son de raza patagónica, gigantes de unos doce o quince pies de altura. Son pacíficos, nunca pelean entre ellos”, con los cuales traban una gran amistad, de tal modo que Alejandro, hijo de Victorino, contrae matrimonio con una joven patagónica dando origen a una nueva raza. Al mismo tiempo fortalecen los lazos de amistad y el intercambio comercial entre ambos pueblos.

En la tercera isla, Alejandro advirtió “la presencia de un animal velludo, muy parecido al mono, que se aproximaba a su padre. Lanzó un grito de alerta, y gracias a las rápidas alas, se elevaron a unos veinte pies, desde donde pudieron contemplar entre los árboles un grupo de animales semejantes a los otros, que se paraban en sus patas traseras. Sólo entonces se dieron cuenta que estos animales velludos, eran una especie de ser intermediario entre el hombre y el mono”. En las islas siguientes encuentran diferentes razas de hombres-animales; simiescos, ozesnos, caninos, porcinos, cornúpetos 8ª los que en la antigua Grecia llamaban serastas), de los que tomaban una pareja, para educarlos en la isla Cristina. Aquí el autor adopta una posición crítica con respecto a las acciones realizadas por los conquistadores españoles.

“Fue una suerte inmensa que los hombres-animales del Polo Austral no hayan sido descubierto por los feroces conquistadores de Mexico y del Perú, sin duda alguna, contemplando la enorme talla de los patagones, los hubieran masacrado. Y aún más, si en vez de tratarlos como bestias, hubieran advertido en ellos un principio racional, entonces los hubieran quemado en la hoguera por Súcubus e Incubus, sobrevivientes de un primitivo bestialismo”.

Los hombres voladores continuaron sus exploraciones descubriendo nuevas especies de hombres-animales, las que integraban a su sociedad. Sin embargo, sabían de la existencia de tierras situadas al oriente, a la altura del grado 00, de clima frígido, pero favorable al desarrollo de una raza fuerte.

Al iniciar las exploraciones de estas tierras, se sorprenden de la similitud geográfica con Europa, con paisajes similares a España, Italia y Gran Bretaña. Con el único contraste de las dimensiones, pues el continente austral es de tamaño reducido.

Los exploradores habían llegado a la Megapatagonia. A su arribo el pueblo acude a recibirlos, para ofrecerles hospedaje y todo lo que necesitaran, “gesto hecho sin ostentación sino con el corazón abierto”. Los hombres voladores encuentran en los megapatagones una nación civilizada, desarrollada en los vastos conocimientos de la ciencia, del arte y la filosofía. La base de todos sus principios es el orden y la igualdad. Su ley fundamental en pocas palabras es:

1.- Se justo con tus hermanos; es decir no exijas nada, no le hagas nada que tu no quieres que te hagan a ti mismo;

2.- Se justo con los animales, lo mismo que tu quisieras que fueran contigo los animales superiores al hombre;

3.- Somos iguales entre iguales;

4.- Cada cual debe trabajar por el bien general, y

5.- cada cual debe participar en el bienestar general.

Los megapatagones sostienen que los pueblos no necesitan más que estas leyes. Quienes no lo creen así, son opresores o esclavos, que estarán dispuestos a “legitimar, la injusticia, la desigualdad y la tiranía de algunos de sus miembros sobre la comunidad”.

“El descubrimiento Austral” es un libro interesante, lleno de aristas que debemos explorar con la misma diligencia que Victorino y su grupo familiar. Finalmente nos quedamos con las reflexiones de Pedro Gamma en el “Imaginario Geográfico Austral Contemporáneo” (Impactos N° 73) “No sólo somos lo que pretendemos o creemos ser, sino también como nos imaginan”. El Dédalo Francés, es una novela que reúne lo feérico y la utopía para permitirnos una nueva lectura en nuestra presencia patagónica.

sábado, 7 de enero de 2017

0

El Terco

0 comentarios
Por Pepito El Breve


Fue en agosto del año pasado cuando, tras los resultados de la encuesta CEP, Carlos Peña explicó en la columna “La caída de Bachelet” que la Presidenta no les prestaba atención a las encuestas “Porque ella no es populista. Y es que el pueblo al que Bachelet es fiel no es real: es imaginario”.

Según Peña: “Ocurre con quienes ejercen la política lo mismo que pasa a los individuos en su vida personal. Logran funcionar y soportar las asperezas y las pedradas de la vida, gracias a una fantasía que, interpuesta entre ellos y la realidad, les ayuda a reinterpretarla una y otra vez.”.

Dicho análisis nos serviría hoy para entender la persistencia de la candidatura a las primarias presidenciales de Ricardo Lagos que según los resultados, no sólo de la última CEP, también de la CERC-MORI, Cadem y Adimark de llegar a las presidenciales estaría destinada a un rotundo fracaso.

Si bien el ex presidente es tozudo, el que ahora se haya vuelto un tanto obsesivo puede sonar preocupante y que correteen por ahí fantasmas de primeros síntomas de demencia senil debe ser la pesadilla de sus cercanos.

Pero ha sido el propio Lagos quien ha salido a tranquilizarlos y, para despejar cualquiera duda de que está más terco que de costumbre, sin que nadie se lo pida una y otra vez reitera que está dispuesto a realizarse exámenes médicos en la Plaza de Armas de Santiago hasta por meicas e iriólogos si se requiere.

Es que Lagos está auto convencido que puede cambiar las encuestas, con esa voluntad férrea que tiene es posible que lo haga y en los próximos sondeos en lugar de subir, le vaya mucho peor.

Porque Lagos, al igual como ocurrió con Bachelet, los adeptos que cree tener no son reales sino imaginarios provenientes de un mundo que, para su desazón, ya pasó y la gran obra de Lagos, ese proyecto de país que con su liderazgo ayudó a edificar es hoy denunciada por la mayoría de sus otrora adherentes como una obra ruinosa de la que algunos más que reparar prefieren pasar por el frente para no verse expuestos a sufrir un daño electoral, mientras otros sólo quieren derrumbar cual fanáticos de ISIS en Palmira.

sábado, 31 de diciembre de 2016

0

Entrevista a Miguel Mazzeo

0 comentarios
Por Pablo Rojas Robledo

Entrevista a Miguel Mazzeo: Sobre la situación política argentina, el fascismo, el populismo y los intelectuales.

Miguel Mazzeo, es un escritor y un militante popular argentino. También es profesor en la Universidad de Buenos Aires (UBA) y en la Universidad de Lanús (UNLa), y Doctor en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires y Profesor de Historia (Facultad de Filosofìa y Letras, UBA). Autor de varios libros publicados en Argentina, Chile, Perú y Venezuela; entre otros se destacan: ¿Que (no) hacer? apuntes para una crítica de los regímenes emancipatorios; Introducción al Poder Popular. (El sueño de una cosa); Poder Popular y Nación; El socialismo enraizado: José Carlos Mariátegui: vigencia de su concepto de socialismo práctico; El hereje. Apuntes sobre John William Cooke. 

Nos solicita expresamente: -Por favor, no pongas que soy historiador o especialista en algo. 

Dice que por honestidad intelectual prefiere definirse como escritor o ensayista, o mejor, “militante que escribe”, o como “un tipo que aspira al alcanzar la altura de un educador popular”. Dice también que tardó mucho en asumirse como un intelectual. Pero que ya está resignado y lo acepta. Aunque se sienta obligado a recurrir a un abanico amplio de adjetivos para explicar esa condición.

En un encuentro reciente en la Ciudad de Buenos Aires (diciembre de 2016), pudimos conversar largo rato sobre diversos temas, en un clima descontracturado al que seguramente contribuyeron las cervezas compartidas. Mazzeo tiene una rara forma de ejercer la incorrección política. Lo hace con sobriedad y con una pose casi sociológica, lejos de toda actitud extravagante, sin aspavientos, sin jactancia.

Pablo Rojas Robledo: ¿Cual es tu balance después de un año de gobierno de Mauricio Macri y la coalición Cambiemos?

Miguel Mazzeo: El gobierno de Macri y Cambiemos es, lisa y llanamente, el gobierno de las grandes corporaciones transnacionales, del capital financiero y de la burguesía terrateniente. Vinieron a establecer una “ceo-cracia” en Argentina y a poner al Estado por debajo de la condición de capitalista colectivo. Es un gobierno que busca colocar al Estado en función del interés particular de los grupos más concentrados y poderosos en contra de cualquier iniciativa que se acerque a algo parecido al interés común. El interés común para el gobierno consiste en la beneficencia, la caridad, el voluntariado. Entonces, es el gobierno de los CEO y las ONGs. Su triunfo en las elecciones presidenciales de 2015 fue una pésima señal. Puede verse como la expresión de un deterioro general de la conciencia social. Significó un gran retroceso para el pueblo argentino. Bajó el piso en todos los órdenes. Permite, por ejemplo, que en la actualidad se idealice un Estado capitalista “normal”, no colonizado al ciento por ciento por las corporaciones; que se ansíe un capitalismo distributivo, una gestión más o menos progresista del ciclo. Por lo tanto, ni hablar de cambios radicales. ¡Todos y todas a reclamar el derecho a respirar en la república burguesa! Cada vez estamos lejos de nuestras posibilidades como pueblo, más separados de nuestra potencia.

Los que quieren convertir al país en un gran negocio no hacen más que embellecer al capitalismo piadoso, inclusivo… convertirlo en una especie de paraíso perdido.

Otras políticas exhiben la pertenencia de la coalición de gobierno a la tradición reaccionaria argentina. Su política exterior no hace más que causar vergüenza a cualquier argentino o argentina con algo de dignidad y un poco de información no contaminada. Lo que ha ocurrido con Venezuela es un claro ejemplo.

Pero, además, son ineficaces. Porque no es lo mismo administrar un Estado que una empresa o porque conjugan voracidad con incompetencia. Como sea, los resultados cada vez son más evidentes. Como decía un amigo: el gobierno y una parte del Estado están en manos de una horda de chetos y tilingos egresados de colegios y universidades privadas con un absoluto desconocimiento del país, del pueblo y sus problemas.

El gobierno, además, está preso de una contradicción irresoluble: avanzar en políticas regresivas y antipopulares y evitar el conflicto social. La derecha en general está presa de esta contradicción. Ocurre que es una derecha que dice estar preocupada por las necesidades de la gente (ellos dicen así: la gente) al tiempo que impulsa las políticas de mercado más salvajes. Por cierto, los sectores más impiadosos, los más duros, critican al gobierno por derecha, porque dicen que no ha ido a fondo con el ajuste, porque mantiene alto el nivel de gasto público y porque ha conservado algunas políticas asistencialistas. Esos sectores quieren bajar el costo laboral argentino y, entre otras cosas, apuestan a la apertura indiscriminada de las importaciones y al desempleo. El gobierno va en esa dirección, pero con un gradualismo que no acepta la gran burguesía local, la llamada oligarquía diversificada, junto con los sectores vinculados al capital financiero.

Por otro lado, el macrismo y Cambiemos en general se caracterizan por la oquedad de su relato y su patetismo, por su indigencia en materia de ideas. No es casual que los globos se hayan erigido en símbolo. Por su parte, la Unión Cívica Radical aporta su republicanismo insustancial, que a esta altura, más que un respeto por las formas, es un respeto por los “buenos modales”. Como comportarse en la mesa sin apoyar los codos, sin eructar y sin limpiarse los mocos. Son unas verdaderas momias.

En fin, no hay ninguna perspectiva de que propongan un pensamiento osado y generoso en algún plano de la realidad.

PRR: ¿Y el Frente Renovador de Sergio Massa?

MM: Es evidente que el establishment se apresta a erigir a Sergio Massa en alternativa de recambio. Tiene todas las fichas. Una alternativa que, por ahora, cuenta con la posibilidad de asimilar a sectores del peronismo y del sindicalismo burocrático. Esa alternativa, tal vez, pueda ofrecerle a las clases dominantes más destreza hegemónica. Pero tendrá que lidiar con la figura de Cristina Fernández de Kirchner, que sigue siendo fuerte y tiene la capacidad de capitalizar una buena parte del descontento generado por las políticas del macrismo y Cambiemos.

PRR: En relación al kirchnerismo, ¿Tu crees que podrá recomponerse después de los casos de corrupción que han salido a la luz? 

MM: Veamos… yo creo que la política convencional, la política burguesa es estructuralmente corrupta. Corrupta por su propia naturaleza y sus lógicas inherentes. Además desde que entendí de qué trata la plusvalía, la corrupción “administrativa”, la falta de “ética” de los funcionarios públicos, me parece un tema derivado, lo que se llama un epifenómeno. Entonces, trato que el árbol no me tape el bosque. Que el pequeño negociado no me oculte el gran negocio.

Eso sí, es evidente que hay un ensañamiento de la derecha y los grandes medios de desinformación contra ex funcionarios, contra la ex presidente, contra Milagro Sala, por ejemplo. Yo no estoy de acuerdo con muchas prácticas de Milagro Sala pero, en todo caso, prefiero discutirlo con ella en libertad. ¿Se entiende? Expresado en lenguaje maoísta podríamos decir: es otro plano de la contradicción, no es la contradicción principal.

Te decía: la política burguesa es estructuralmente corrupta, agrego: cuando más a la derecha, cuanto más intensamente burguesa, más corrupta. La política de Macri es corrupta en lo general: endeudamiento externo, pago a los fondos buitres, el blanqueo de capitales, ajuste brutal, transferencia de recursos a los sectores concentrados, más todo lo que te comentaba antes. La deuda en sí misma es una fuente inagotable de corrupción. Un gran negocio para los bancos y otros intermediarios que cobran suculentas comisiones por destruir a la nación y hambrear al pueblo.

Pero la política burguesa también es corrupta en el “detalle”: las sociedades off shore en Panamá, las generosas “donaciones” recibidas por la Vicepresidente de la Nación, el mundo de las fundaciones privadas y un largo etcétera. Además, no podemos olvidar que la corrupción del krichnerismo, en buena medida, está vinculada a la obra pública e involucra directamente a socios de Macri como Nicki Caputo y Angelo Calcaterra. Del mismo modo, muchos de los que se beneficiaron con el dólar a futuro, están vinculados al actual gobierno. Al lado de estos tipos, Lázaro Báez es casi la Madre Teresa de Calcuta. Claro, en una sociedad donde predomina la lógica del espectáculo tiene más impacto un ex funcionario lumpen, un sujeto despreciable que arroja bolsones de plata al interior de un convento, que una política global basada en el endeudamiento externo, el pago a los fondos buitres, el blanqueo de capitales, el ajuste brutal, la transferencia de recursos a los sectores concentrados, etcétera, etcétera, etcétera.

Yendo al meollo de tu pregunta: yo creo que el kirchnerismo tiene chances de recomponerse, de sumar aliados que podríamos llamar “neo-kirchneristas”, de alinear a buena parte del peronismo, y de ser opción de poder nuevamente. Este es mi punto de vista, aunque muchos de mis compañeros y muchas de mis compañeras no están de acuerdo conmigo.

PRR: En un nivel muy general ¿Cómo caracterizarías la situación política de los sectores populares y progresistas en la argentina? ¿Cuáles serían a tu criterio los espacios y proyectos en pugna?

MM: Existe Un espacio dizque nacional popular, tibio, papal. Podríamos llamarlo para-kirchnerista. Por ahora sin mucha Cristina y sin la organización “La Campora”. Pero… ¿quién sabe si en corto plazo no será con ambos en un gran frente anti-macrista?

Este es un espacio absolutamente a-crítico de la democracia delegativa-representativa. Es más, es cultor de todos sus fetiches. Allí te podés encontrar con compañeros y compañeras que consideran a PODEMOS de España como una referencia política, casi como un oráculo, y a Iñigo Errejón como un “cuadrazo”. Esto lo digo con mucho respeto por esos compañeros y esas compañeras, y también por Errejón, pero la verdad me parece de una candidez enorme. Me parece una posición política naïf. Sobre todo si, al mismo tiempo, se pretende refundar un proyecto socialista. Demasiado poco para un horizonte tan ambicioso. Todo indica que no se asumen las implicancias de ese horizonte. No hay lugar para Don Quijote, el modelo político es Sancho Panza. ¡Qué mal que estamos!

Por supuesto, rescato a buena parte de la militancia de base de estos espacios, pero lamento su escasa incidencia en el trazado de las líneas políticas principales. Me inquieta la mezquindad política de sus principales referentes y me preocupa el nivel de conciencia política de sus activistas. Veo a una parte importante de una generación militante que, por ahora, no cuestiona los sistemas de legitimación de las clases dominantes, que se adaptan a ellos. Veo un grado importante de conformismo, y hasta un cierto despotismo de lo superficial.

Cuando me pongo extremadamente pesimista pienso que sus principales referentes se mueven sólo por cierta voracidad institucional o presionados por mandatos de clase que los obligan a obtener algún “éxito” en tiempos individuales que, como bien sabemos, no coinciden con los tiempos de los pueblos. Entonces, lo que es realmente importante de cara a un proyecto emancipador pasa a ser parafernalia, adorno, artificio. Y lo accesorio se convierte en estratégico. De ahí la mística impostada, el deterioro ético que es proporcional al realismo de corto plazo. Pienso que por cuatro cargos de morondanga en alguna lista de una alianza pseudo progresista van a desilusionar a miles de pibes y pibas que se sumaron a militar con las inquietudes más sanas y las mejores intenciones. Los y las van a condenar a morirse vírgenes de auténtica rebeldía. Pero pienso en estas cosas eso sólo cuando me pongo extremadamente pesimista. Cosa que no ocurre muy a menudo. Me refiero al grado extremo.

Lo que sí pienso más seguido es que un proyecto emancipador no necesita tanto de los políticos profesionales, menos en este tiempo histórico que nos toca vivir. Necesita imperiosamente lo que Enrique Dussell llama políticos críticos: luchadores y luchadoras populares; dirigentes sociales, territoriales, sindicales, campesinos, estudiantiles; comunicadores y comunicadoras, educadores y educadoras populares y otras categorías por el estilo, ecologistas, feministas… Políticos críticos o intelectuales orgánicos, que es más o menos lo mismo. Tal vez en algún momento los políticos profesionales sean un mal necesario. No estoy tan seguro de que alguna vez podamos prescindir de esa especie. Sólo aspiro a que su intervención mediadora se dé en el marco de otras relaciones sociales de fuerzas, pero dudo que los políticos de superestructura logren modificarlas apareciendo seguido en los grandes medios de desinformación o desde algún espacio institucional marginal.

Retomo el hilo de la respuesta. Dentro de este espacio existen importantes movimientos sociales, me refiero a sindicatos y organizaciones territoriales. Pero considero que las organizaciones más desarrolladas están priorizando lógicas verticales, de fortalecimiento del aparato, buscan consolidarse como elite mediadora entre los pobres y el Estado. Por eso hoy se presentan como garantes de la gobernabilidad. Creo que hay muchos dirigentes y empleados y pocos voceros. Una especie de “vandorismo de pobres”. Te aclaro que Vandorismo viene de Augusto Vandor, poderoso dirigente que fue un emblema de la burocracia sindical argentina en la década del 60.

Luego está la izquierda que siempre es igual a sí misma. La vieja izquierda, envasada en partidos o en otros formatos. Relativamente desarraigada, sectaria, anodina. Con su media lengua revolucionaria. Con su conciencia crítica anestesiada por su tendencia a aferrarse a sus viejas estructuras ideológicas dogmáticas. Fijate que dije “relativamente desarraigada”, porque considero que el aporte de esta izquierda al desarrollo de corrientes sindicales combativas y antiburocráticas, ha sido muy importante, muy valioso. Aunque arrastre viejas taras y también sea, a su modo, conformista.

Con solo escuchar o leer lo que han dicho en torno a la muerte de Fidel alcanza para reafirmar su carácter absolutamente contingente respecto de los procesos históricos populares, plebeyos. Y no estoy hablando de eludir la crítica a la Revolución Cubana.

Finalmente existe otra izquierda más rebelde e inadaptada, que posee potencia emancipatoria, pero está fragmentada, ha perdido autoestima, carece de la confianza necesaria, se encuentra tironeada por las dos alternativas de las que te hablé antes y también ha estado y está expuesta al conformismo. Porque el conformismo a veces va de la mano de la incapacidad de desarrollar una gran política, o si preferís, una política de masas, apelando a un lenguaje un poco viejo. Al mismo tiempo esta izquierda, por lo menos en Argentina, debe lidiar con aparatos políticos, sindicales y territoriales más consolidados a la hora de desarrollar el tipo de inserción social que mejor se aviene a sus fundamentos ideológicos, a sus horizontes políticos y su perfil militante.

Pero yo creo que sólo de este espacio puede salir algo que nos entusiasme y nos apasione, esto es, que plantee realmente un proyecto emancipador, antiimperialista, anticapitalista, antipatrialcal, etcétera; que sea la expresión de la nación clandestina; que encuentre el adjetivo que nos coloque por fuera del orden establecido. Es más, confío en que pueda influir en los otros espacios donde las bases son, digamos, de “izquierda natural”, de “izquierda práctica”, para contrarrestarles las cargas reformistas, burocráticas o sectarias y para sacarlas del pantano del pragmatismo de una elite política apurada por ocupar espacios de poder institucional.

PRR: ¿Que opinas del crecimiento de la derecha a nivel mundial? Podríamos tomar como referencia el triunfo de Donald Trump en los Estados Unidos. 

MM: Más allá de las cuestiones geopolíticas, y de otras tantas que desconozco, yo creo que hay que hablar de un avance de una nueva forma de fascismo, un neo-fascismo. Una forma que tiene mucho de las formas clásicas pero que ahora es mucho peor. El viejo fascismo doctrinario permanece como expresión de minorías, aunque encuentre en este contexto histórico un ecosistema cada vez más propicio. El fascismo que debería preocuparnos es el fascismo que promueve el mercado. Porque ya está claro que el mercado ha comenzado a asumir abiertamente su incompatibilidad con la democracia, incluso con la democracia en dosis bajísimas y formales, su incompatibilidad con la naturaleza y la belleza, su incompatibilidad con la vida misma. En realidad, viene profundizando esa incompatibilidad que ha estado presente desde los orígenes del sistema capitalista.

A diferencia del fascismo clásico, el neo-fascismo no se puede reducir a un fenómeno de pequeños burgueses asustados o confundidos por un avance popular, aunque esto último, sin dudas, lo exacerba.

El neo-fascismo propone vender y comprar todo, por eso, a diferencia de los fascismos clásicos, no invoca patria, religión, nada. A todo lo que se resiste a ser vendido y comprado le responde con la guerra.

La trilogía sería: neoliberalismo, neofascismo, neocanibalismo.

Se trata de un neo-fascismo que inocula el mercado y que arraiga en amplios sectores de la sociedad. Sus personeros son las grandes corporaciones que están dispuestas a arrasar con los seres humanos y la naturaleza, también los grandes medios de desinformación que son la capa emergente de una internacional de la derecha y del neo-fascismo. Pero el neo-fascismo opera sobre un colchón social a-crítico, inconsciente, constituido por sociedades de espectadores y consumidores pasivos que el propio neo-fascismo se encarga de reproducir. Y como el neo-fascismo también exacerba la oscuridad, el miedo a la muerte, entonces hay seres humanos que se auto-esclavizan o se mueren de miedo a la muerte.

PRR: ¿Cuáles serían para ti los signos más visibles del avance del neo-fascismo? 

MM: Hay muchos signos evidentes del avance de este neo-fascismo. Habría que fundar un observatorio del fascismo societal promedio [Risas]. Determinar que variables (conductas, prácticas, etc.) medir y establecer algunos índices. Desde la violencia contra las mujeres a la prepotencia del capital financiero, desde la violencia de los automovilistas al sadismo de los gerentes de las multinacionales y los narcotraficantes, desde los linchamientos a las guerras llamadas preventivas, desde el bulliyng a las políticas represivas en relación a los pobres y la contrainsurgencia, desde la pérdida de códigos en los barrios populares a la absoluta falta de ética de las clases dirigentes y buena parte de los políticos profesionales…. Sin obviar el incremento del grado de imbecilidad de los turistas [Risas].

El neo-fascismo se caracteriza por hacer que los seres humanos desarrollen su voluntad de odio. Es la estrategia del odio permanente. Es una estrategia que te succiona toda la humanidad. Y la bomba de succión la maneja el mercado.

El neo-fascismo es ese tipo en Miami celebrando la muerte de Fidel con una remera con el rostro del genocida Jorge Rafael Videla. O el núcleo duro de la oposición anti-chavista en Venezuela. Sí claro, eso es indiscutible. Pero el neo-fascismo es, básicamente, un modo de producción de verdugos y, al mismo tiempo, de víctimas, en todos los planos y grados imaginables. Un modo de producción de olvido, silencio, humillación desprecio por el otro/la otra, deprecio por lo colectivo, en fin: miedo y muerte.

Claro está, existen espacios de resistencia, ámbitos colectivos contenedores y afectuosos, donde la vida se expande. Allí se gestan nuevos códigos, que debemos aprender a reconocer y en los que debemos empezar a reconocernos.

PRR: Hablemos un poco sobre los intelectuales… ¿cuál es tu posición sobre el sobre el rol de los intelectuales?, me refiero específicamente al rol político. 

MM: En primera instancia uno tiende a pensar que los intelectuales de la derecha carecen de capacidad de hegemónica, porque su relato es de un anacronismo y una superficialidad increíble y porque además su proyecto no tiene costados de integración de capas sociales subalternas, es un proyecto lisa y llanamente depredador. Pero a veces me pregunto, horrorizado, si no cabe pensar en nuevas hegemonías basadas directamente en disvalores. Esto de que el odio colonice el sentido común. Tal vez el sistema desarrolle una destreza hegemónica basada en su propia monstruosidad. En ciertos planos, eso ya viene ocurriendo.

Como sea, lo que queda claro es que han sido eficaces en el corto plazo.

Hablo de los intelectuales en sentido gramsciano y detengo la mirada en la TV, en la radio, en los grandes diarios, en las redes sociales. Hablo del enorme poder de los medios de desinformación como generadores de un sentido común reaccionario e impiadoso. Han logrado disfrazar el odio con la ropa de la libertad de expresión.

Por ejemplo, aquí, en Argentina, Jorge Lanata puede ser considerado un intelectual orgánico de las corporaciones, de la derecha. Bueno…. más que un intelectual “orgánico” Lanata sería un intelectual “transgénico” [Risas].

Pero no tiene sentido centrarse en la persona de Lanata. Lamentablemente abundan los personajes como él. Hablo de Lanata como expresión de una estrategia comunicativa vendedora de mentiras, de mierda… que se desplaza de la ironía al desprecio por la humanidad; en fin, la expresión de la voluntad de odio a la que hacía referencia. Esos tipos han traicionado a la vida, no pueden entenderla y no saben respetarla. Lo han hecho por dinero, por egocentrismo, por idiotez moral, tal vez por todo eso junto. No lo sé.

Luego noto que, en una capa de intelectuales, existe una gran capacidad de amoldarse al nivel de “progresismo promedio” como una forma de cotizar sus saberes técnicos. Me refiero a cotizarlos material y simbólicamente, a la posibilidad de ser contratados y/o reconocidos.

Existe una corrección política progresista standard que apela a lo nacional popular, a la democracia, pero que ya es absolutamente insuficiente para mantener alerta a la conciencia. No obliga a exponer el cuerpo, a exponerse.

Ese “progresismo promedio” les puede garantizar a los intelectuales cargos públicos y/o prensa. Claro, los expone a ciertos vaivenes. Por ejemplo, del Estado (cuando asoman gobiernos progresistas) a los movimientos sociales y a las organizaciones populares (cuando adquieren protagonismo histórico y gobierna la derecha) o la inversa. Tiendo a pensar, de todos modos, que fuera del Estado, la conciencia se les sacude un poco. Pero no demasiado. No lo suficiente para dejar de lado el interés por la acumulación de capital curricular o prestigio. No lo suficiente para desarrollar una auténtica pasión intelectual.

Una auténtica pasión intelectual no contempla modas; corre el riesgo del ostracismo, el silencio, la soledad, la indiferencia, y hasta la incomprensión y el olvido, pero de ningún modo los vive como una frustración. Porque es una pasión y punto. No se padecen las pasiones.

Respecto del rol de los intelectuales críticos… Me parece que no hay mucho que inventar al respecto. Y nosotros no estamos para inventar la pólvora o el agua tibia. En todo caso, lo nuevo que puede decirse se vincula a la sutileza cada vez mayor de los mecanismos de integración de los intelectuales desarrollados por el sistema de dominación. En concreto, se pueden aportar análisis de procesos asociados al transformismo.

Yo sigo pensando que el rol del intelectual crítico (y ético) es desnudar la burguesía y al poder (al poder de verdad). Ponerla en pelotas en medio de calle, desprovista de todo concepto, y que el pueblo pueda verla tal como es: cruel, impiadosa, psicópata. Se trata de sacarle las máscaras a la burguesía y de crearle una intemperie. Al mismo tiempo creo que el intelectual crítico (y ético) debe desarrollar alguna interioridad respecto de alguna comunidad popular concreta, aunque sea pequeña y modesta. Sistematizar sus prácticas, deducir los saberes y valores no enajenantes implícitos y celebrar los explícitos. También aportar a la construcción de lenguajes que les permitan a los pueblos constituirse como sujetos históricos y entenderse como colectivos capaces de edificar un orden justo e igualitario y una civilización profundamente humana. Sin esta vocación de los y las de abajo, la burguesía podría pasearse en pelotas tranquilamente por los siglos de los siglos y terminaría convirtiendo su aberración en sentido común o utopía. Aclaro que se trata simplemente de una metáfora, no quiero ofender a los nudistas de buena voluntad y, nunca dicho más literalmente, de carne y hueso [Risas]. Claro está, en paralelo hay que denunciar los mitos enajenantes que, lamentablemente, son muchos y se reproducen como hongos después de la lluvia.

No creo que los intelectuales puedan hacer mucho más. Y me incluyo, claro. No hay que sobredimensionar el papel de los intelectuales, salvo que se incluya en esa categoría a los poetas. A los poetas de verdad, escriban o no. Esos que logran instalarse en la memoria rebelde de los pueblos. No a los que escriben versitos y arman juegos de palabras ingeniosos.

Eso sería más que suficiente. Sería una forma de acercarse al terreno de la praxis y salir un poco del campo especulativo y burocrático de la academia, el Estado o las organizaciones sindicales y políticas convencionales… También una forma de exponer un poco más el cuero.

PRR: En tu último libro, El hereje, apuntes sobre John William Cooke, vuelves sobre los pasos de esa figura emblemática de los años 60, un precursor de la izquierda peronista… ¿Por qué hablar de Cooke en el 2016? 

MM: Siempre regreso a Cooke. Una y otra vez. Busco claves para entender este país y el tiempo histórico que me tocó. Y, a medida que pasan los años, siempre descubro claves nuevas. Cooke sigue siendo importante, por ejemplo, para no idealizar la destreza pragmática del peronismo y para darse cuenta que como materialidad concreta hace rato que no está en condiciones da ofrecerle al conjunto del pueblo argentino un proyecto rebelde, radical, transformador. Cooke, además, suministra elementos para una crítica al populismo, desde una visión popular.

PRR: ¿Podrías explicar mejor esa contraposición entre populismo y lo popular? Me resulta un tanto confusa. ¿Tú no coincides acaso con los autores posmarxistas? 

MM: Bueno… el término populismo, el concepto de populismo, es muy ambiguo. Existe una definición de la derecha ultraliberal, del estilo Miami o CNN, que considera que populismo es, lisa y llanamente, el gasto público, la inversión estatal en desarrollo social y la redistribución equitativa del ingreso, aunque esta sea redistribución secundaria del ingreso. Para ese tipo de personas un poco de piedad ya es populismo.

Ahora se habla de un populismo cool. El populismo puesto en práctica por la derecha liberal que debe garantizar condiciones de gobernabilidad y que tiene que hacer algunas concesiones hacia abajo.

Luego, autores como Ernesto Laclau, ya fallecido, y otros autores y autoras posmarxistas han resignificado positivamente el concepto de populismo. También están quienes lo reivindican por pura inversión simbólica. O sea, trastocan el sentido que le asigna la derecha más troglodita. Este gesto es entendible, y hasta posee núcleos de buen sentido, para usar una expresión gramsciana. Sobre todo por lo que rechaza, no tanto por lo que afirma.

Por lo demás, yo no soy pos-marxista, ni pos-nada. Detesto las modas “pos”, porque son solo eso, modas pasajeras. Y no adhiero a ningún enfoque determinista, incluyendo el determinismo de los símbolos.

En términos bien cookistas –ya que estamos con Cooke– y en relación al populismo yo suelo plantear lo siguiente: si el populismo es una estrategia para diluir los contenidos populares más radicales en una totalidad que los incluye pero los subordina a través de significantes flexibles, lo popular aspira a una totalidad pero con predominio de la clase trabajadora y con subordinación de los contenidos burgueses. Si el populismo es una estrategia de regulación de la lucha de clases, lo popular es una estrategia de profundización de la lucha de clases. Si el populismo es una estrategia de politización social limitada y controlada, en cuenta gotas, lo popular es una estrategia que lleva al punto máximo esa polarización. Si el populismo es una articulación interclasista, lo popular es una articulación intraclasista.

Ocurre que muchas veces esta tensión entre lo populista y lo popular atraviesa los procesos históricos populares que suelen ser impuros y poco lineales. La Revolución Bolivariana de Venezuela es un proceso atravesado por esta contradicción y su futuro depende de cómo se salde la misma.

Como podrás apreciar, mi idea del populismo no tiene nada que ver con la de la derecha y tampoco se puede emparentar a la de los posmarxistas.

PRR: Algo más que quieras agregar… 

MM: No. La verdad que no. Ya tomamos muchas cervezas. Y puede que el grado de alcohol en palabra sea excesivo.

Entrevista realizada en revista Resumen.

Ultimos Post

 

Copyright 2013 All Rights Reserved Milodon City Cha Cha Cha