lunes, 9 de agosto de 2004

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Un natalino aventurero

2 comentarios

Turistas llegados de Última Esperanza me contaron que en una acogedora posada de la capital del turismo, hay un gringo rubicundo, alegre y simpático, que ya bordea los sesenta años, de quién se estarían tejiendo las más maravillosas historias. Dicen que fue campesino, campeón de box, que peleó en la Segunda Guerra Mundial y que al regreso fue cadete de estancia en la Región. Pero si lo conozco. Es Teddy Scott, de quien fui amigo desde que tenía pantalones cortos, lo alenté cuando subía al ring y entrevisté cuando volvió de la guerra. Esa vez escribí en "Noticias Gráficas de Magallanes" (15-IV-48):
"Alegre, entusiasta y sonriente, como lo conocimos siempre, en días pasados se nos plantó al frente un muchacho rubio de 24 años, alto y atlético".- Vengo del Oriente -nos dijo- recorrí toda la costa del Mediterráneo, por Egipto y Palestina; fui a Siria, Persia Irak y Libia. Anduve en tanque y en camello. Comí dátiles en los oasis del desierto y me bañé en las aguas del Mar Muerto; estuve junto al sepulcro donde resucitó Jesucristo en Jerusalén y fumé el "chibuquí" con mis amigos de Beirut. Traigo cinco medallas que me otorgó el Ejército Británico, después de cuatro años que presté servicios en sus filas. Como ustedes saben, estuve en la guerra...
"El cronista no puede contener su alegría ante la inesperada llegada de Eduardo Scott Whitlock, aquel muchacho natalino que en 1944 abandonó sus lares para ir a combatir al lado de los británicos, defendiendo la patria de sus padres.
"Recordamos que una mañana nos comunicó su determinación, y nos dijo que se iba porque lo llamaba la aventura. Nos agregó que en toda circunstancia, estuviera donde estuviese, dejaría bien puesto el nombre de Puerto Natales, su pueblo. Y cumplió.
"Sentados en la redacción, mientras por nuestras manos pasan las fotografías que trae de sus largos viajes "por tierras del profeta", Eduardo Scott nos cuenta el diario de su vida.
"Nació en Puerto Natales en 1923. Tenía apenas 20 años cuando sintió que la estancia Cerro Castillo, donde era campañista y amansador le andaba chica. Ya tenía fama en Magallanes como bueno para los puñetes. Su apodo de "gringuito" se había hecho famoso en el ambiente boxeril de la región. Había derrotado a campeones y se le consideraba una promesa del box nacional.
"Pero un día sintió la invitación de otras lejanías y se fue de Natales. Sus amigos le ofrecieron el trago de la despedida y le desearon buena suerte. Tomó el microbús para Punta Arenas, aquí el vapor para Buenos Aires y luego se dirigió a Inglaterra en el "Brisbane Star". En aquella época los submarinos alemanes hacían estragos en el Atlántico. Les sacaron el quite por el ancho mar y llegaron a Liverpool. De alí lo mandaron a Londres, finalmente a Escocia, donde lo sometieron durante seis semanas a la instrucción militar. Después lo embarcaron con rumbo a Egipto.
"Nos confiesa Scott que se sentía triste, solo y abandonado. No tenía amigos y añoraba las costumbres de su tierra. De los campos helados de Cerro Castillo, tenía que ir a orillas del Nilo, por las tierras de las pirámides. Pero felizmente se acostumbró rápido. El calor no le afectó ni en Egipto ni en Irak, donde lo mandaron cuatro meses después.
"Rápido conquistó las simpatías de sus jefes en Irak, y lo colocaron en el Servicio de Informaciones. Allí le tocaba atender a los soldados ingleses, que llegaban a hacer numerosas consultas.
"Un día entró un "gringo" sonriente, que tenía un aire distinto a los demás. Llevaba en el brazo unas iniciales bordadas, que Scott ya conocía. De pronto se le escapó una palbra en chileno. Fue el primer paisano que encontró Scott en esas tierras lejanas, y ambos se abrazaron emocionados. No lo ha visto más en la vida, pero conserva su nombre y dirección todavía.
"Después de eso vio a muchos chilenos más, en todas partes donde anduvo. En Inglaterra encontró a varios. Eran jóvenes que, como él, habían llegado a enrolarse.
"La historia de Scott daría tema para una novela. Cuando terminó la guerra estaba en Egipto y tuvo que esperar dos años para ser desmovilizado. Entonces lo mandaron a Palestina, a formar parte de las tropas de ocupación. Estuvo en Jerusalén, Belén, Haifa, Tel Aviv y otros lados. Conoció Bagdad, Shaifa, Marquil y Ashar; luego recorrió Karrmensar, en Persia; Beirut y Damasco, en Siria; Ismaeilia y Alejandría, en Egipto y Tobruck en Libia. De todos esos lugares guarda hermosos recuerdos en un voluminoso album de fotografías.

Osvaldo Wegmann
La Prensa Austral, 20 de enero de 1983.

Comments

2 comments to "Un natalino aventurero"

Anónimo dijo...
22:23

hola a todos,

me enorgullese enormemente encontrar un articulo de mi tata teddy scott, lamentablemente el dejo este mundo el 12/10/2007 y se llevo con el todas esas magnificas historias de su recorrido por el mundo

tata te amo mucho
brenda

hugo dijo...
22:40

Lamento la muerte del señor Scott Brenda y que bueno que encontraras este pequeño homenaje a tu tata.


saludos.


hugo

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