Queda casi nada de aquel tiempo en que la juventud se tomaba la calle, la escuela, los talleres, las plazas, la universidad y el estandarte. La juventud estaba con los obreros, con los jubilados, junto a sus padres reclamando el sobre miserable que pagaba el patrón, reclamando siempre reclamando las injusticias de un país injusto. Los chicos eran baluarte, díscolos e insumisos, no dejaban pasar una de más. Se levantaban al menor requerimiento de la sociedad. No eran acomodaticios. No lucraban con la pena y la desdicha. Estaban inmediatamente dispuestos a inmolarse por una causa justa. Si ellos consideraban que la injusticia estaba lejana, también la sentían suya. Podían caminar desde Valparaíso a Santiago gritando consignas: Ho Chi Min, Ho Chi Min lucharemos hasta el fin. Podían dar su sangre por el lejano Viet-Nam. Era el reservorio del anhelo incumplido. Colocaban el pecho, el sentimiento y las ganas en vislumbrar un futuro mejor. Un futuro mejor en donde el mastodonte ingrese a prisión. Nada se le escapaba. Eran veloces, auténticos, gigantes. Después, llegó la noche negra. Un mediocre militarcillo arruinó a un país ya arruinado, y los chicos estuvieron ahí. Algunos se inmolaron. Otros fueron masacrados. Confinados a una lejana isla. Expatriados. Asesinados. Pero los chicos no se rindieron. Presentaron batalla. Con piedras, poemas, con descaro. Combatieron. En gran parte debido a ellos se recuperó la democracia. Creo que debido a ellos se recuperó la democracia. Llegaron los viejos. Los señores políticos, la mejor definición que en su vida dijo el dictador-ladrón de Pinochet, y tomaron el control del país. La restauración de la democracia. Se apropiaron de frases hechas y de un cielo que siempre le fue lejano. Mejor dicho, de un cielo en donde se podrían hacer buenos negocios. Los chicos a estudiar. Los obreros a trabajar. Y los ingenieros comerciales a comerciar.
Y continua la modorra. Leyes injustas. Nadie sabe quién es el Ministro del Trabajo. No tiene importancia. El 90% de los escolares no sabe cómo se llama el Ministro de Educación. Los chicos en la casa. Los viejos, siempre viejos,ocupando cargos en el Gobierno. Todos sabemos que un viejo puede perfectamente tener treinta años. O veinte. Es que ellos nacieron viejos. Es que esta democracia es vieja. Con vicios viejos. Con injusticias viejas. Con dádivas viejas.
Mientras tanto, los chicos en las casas. ¿Hasta cuándo?
Y continua la modorra. Leyes injustas. Nadie sabe quién es el Ministro del Trabajo. No tiene importancia. El 90% de los escolares no sabe cómo se llama el Ministro de Educación. Los chicos en la casa. Los viejos, siempre viejos,ocupando cargos en el Gobierno. Todos sabemos que un viejo puede perfectamente tener treinta años. O veinte. Es que ellos nacieron viejos. Es que esta democracia es vieja. Con vicios viejos. Con injusticias viejas. Con dádivas viejas.
Mientras tanto, los chicos en las casas. ¿Hasta cuándo?
Comments
2 comments to "Los chicos en las casas"
20:48
Muy, pero muy cierto:
HASTA CUAAAAANDOOOOOO!!!!!!
18:17
Bueno, mi comentario es del 16.06.2006, cuando las comisiones ya estabn trabajando en loq ue consiguieron los pinguinos en una dura pero increible movilización...
Mis hijos, los dos mayores participaron, maduramente, en las movilizaciones.
Aún tengo esperanzas de que ellos si puedan cambiar el mundo...
¿Dificil?, si, pero hay que intentarlo.
Norval
Publicar un comentario