jueves, 1 de junio de 2006

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Mi vecina Natalia

2 comentarios
Tiene una casa confortable, aire acondicionado, sauna, tv plasma, un auto Mercedes y un 4x4. Gracias a su joven marido ha escalado varios escalones en la estima social. La mayor parte del tiempo la pasa sola. El marido trabaja lejos, muy lejos, a veces está en Sudáfrica, otras en Isla Mauricio y otras navegando por allí. Su derrotero siempre es incierto, depende de las mareas y de la buena pesca. Entonces, mi vecina Natalia la pasa sola. Apaga las luces de su casa muy temprano y comienza la función. Se instala en una reposera de su amplio ventanal y observa. Observa todo lo que pasa en las cuatro esquinas que dan a su ventanal, está horas y horas en ese metier. Dice la gente que está enterada de todo, absolutamente de todo lo que pasa en las cuatro esquinas. Conoce al dedillo la pobre vida de Paola, la triste vida de Rosana, el éxito de Roberto, la rutina de Nano y los sobresaltos de Jhoana. Sabe que Elena engaña al marido con Juan, que Carlos se emborracha todos los días, que Susana está embarazada y no se cuida, que el negocio de enfrente languidece. A veces se alegra, otras se pone muy triste. Eso sí; siempre se acuesta muy tarde, amante de la rumorología, no cesa en su afán de enterarse de casi todo. Si no está segura de algo, ata cabos y saca una conclusión que bien puede ser brillante, desquiciada o absurda. Temprano por la mañana la visitan dos o tres comadronas que inquieren detalles de su observación farolera. Ella sonriente las recibe en su casa confortable, con aire acondicionado, sauna y tv plasma; les cuenta lo que ha observado el día anterior. Así; día tras día, noche tras noche. Todo el mundo en las cuatro esquinas, ama, se desplaza, se despereza y vive. Menos ella, que languidece en la reposera y va adquiriendo poco a poco el color exacto de la muerte.

Comments

2 comments to "Mi vecina Natalia"

Chilote dijo...
00:19

Bueno el post, me gusto harto. No se si será ficción, pero está muy bien escrito.

hugo dijo...
01:06

Me hubiese gustado agregar algo garciamarquiano pero no pude, la historia es real, en la Patagonia no se puede inventar nada. Todo es garciamarquiano.
Saludos amigo Chilote.

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