Premunido de mi viejo abrigo largo, mi camiseta del Ché, mis zapatos punta de fierro y mi gorro azul, el lunes 18 de diciembre del 2006 ingresé a la librería Vickery`s en Punta Arenas. Una viejecita menudita, de verde y con collares artesanales no me sacó la vista de encima. En ningún momento. A todo decía que no. ¿Escritores regionales? No tengo. ¿Algún libro de Lezama Lima? No tengo. ¿Ramón Díaz Eterovic? No tengo. En determinado momento quise hacérsela fácil ¿Gabriel García Márquez? No tengo.
Me corría por la punta izquierda y me seguía. Me desplazaba por la derecha y me seguía. En el medio campo la tenía pegada a mí. Por mi pinta de lemúrida malherido siempre tengo problemas de desplazamiento en locales comerciales. Nunca en una librería. Pero el lunes eso ocurrió. La viejecita menudita, de verde y con collares artesanales no se despegó un segundo de mí. Al otro día volví. Sin mi abrigo largo, ni mi camiseta del Ché, ni mis zapatos con punta de fierro, ni mi gorro azul. Vestía una casaca elegante de cuero, una camisa de seda, zapatillas de marca y correctamente peinado, entro y casi echándome me dice: "Usted ya estuvo ayer y no compró nada". Quedé realmente sorprendido. Tan sorprendido como ver que en el fondo del pasillo, una rubia, alta y elegante, colocaba en su cartera subrepticiamente, un libro de arte precolombino.
Me corría por la punta izquierda y me seguía. Me desplazaba por la derecha y me seguía. En el medio campo la tenía pegada a mí. Por mi pinta de lemúrida malherido siempre tengo problemas de desplazamiento en locales comerciales. Nunca en una librería. Pero el lunes eso ocurrió. La viejecita menudita, de verde y con collares artesanales no se despegó un segundo de mí. Al otro día volví. Sin mi abrigo largo, ni mi camiseta del Ché, ni mis zapatos con punta de fierro, ni mi gorro azul. Vestía una casaca elegante de cuero, una camisa de seda, zapatillas de marca y correctamente peinado, entro y casi echándome me dice: "Usted ya estuvo ayer y no compró nada". Quedé realmente sorprendido. Tan sorprendido como ver que en el fondo del pasillo, una rubia, alta y elegante, colocaba en su cartera subrepticiamente, un libro de arte precolombino.
Comments
8 comments to "Una viejecita menudita"
15:18
Tenemos una imposibilidad casi permanente de ver la realidad, y en realidad no es tan extraño; después de todo, lo que vemos, o aquello a lo que le decimos "vemos", es solamente la interpretación que nuestro cerebro hace de los impulsos que el envían nuestros ojos.
Saludos desde lejos,
16:50
mmm...pucha no sè que decir , curioso el hecho....robar un libro es como robar pan creo yo...yo he robado libros a alguno de mis amantes ( a uno en particular lo reconozco ....no me enorgullezco,pero tampoco me averguenza demasiado...)a mis amigos nunca...de una librerìa no , porque casi no voy a librerías , no tengo plata para comprar libros...me los consigo, los pido en bibliotecas o voy a librerías de viejo en donde jamàs he pensado en robar.......pan robè una vez, pan duro eso si, pq el panadero nos dejaba la puerta abierta , pq sabìa de nuestra necesidad,y nosotros no lo ibamos a cagar tanto...fueron dìas dificiles , el unico alimento diario era el tè matinal con ese pancito amasado duro...de alguna manera lo pagarìamos ayudando con las entregas...
pero claro , no soy rubia , ni parezco elegante...el dicho reza que la mona aunque se vista de seda mona se queda ....abrigo o no abrigo amigo mìo , la cara de hambriento no se borra de un dìa para otro....
16:55
saludos a todos y todas por esos lados Hugo, hay que puro pasarlo bien por estas fechas....
un abrazo...
17:03
Saludos Julio, saludos querida bari.
13:57
donde terminaron con la rubia ?
pasó algo?
abrazos !
n.
14:50
Esa es otra historia ene… la rubia a la cual accedí después del robo, resultó ser una agente del servicio secreto croata y poeta con nombre ficticio en sus ratos libres. Me invitó a conocer una logia esotérica puntarenense en donde, apretadamente, se consumía leche con plátano y unos sanguchitos de chorizo con mayonesa, mientras un niño, que ahora debiera tener 44 años, le levantaba la falda a una mina de la década del setenta y que ahora, si no está muerta, debiera tener unos 58 años.
saludos ene.
02:30
me cago che
estos croatas son todos unos sinverguenzas
!
avisa proxima visita a estas latitudes para juntarnos en el garoga (?)
n.
03:45
La última vez que fui al Garoga poeta ene, animaba un cubano con zapatillas nike, que iba de mesa en mesa cantando “y todo eso por cinco pesos”. Recuerdo que quedé tan traumatizado con el estribillo aquel que volví a Natales y le pedí casamiento a la esposa del alcalde de aquel tiempo. Ella aceptó y luego me casé con la esposa del gobernador de aquel tiempo. Todo de aquel tiempo. Y todo aquello por cinco pesos. De aquel tiempo.
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