Sueño Cultural Patagónico

Soñé que en mi sueño soñaba que soñando buscaba a Baldovino Gómez a quien no veía ni en sueños hace un montón de años. Desde precisamente un ratito antes que fuera nombrado Gobernador de la Provincia de Última Esperanza. El poder tiene esas cosas de separar amistades que el sueño se encarga de juntar. Bueno, la cosa es que en sueños lo buscaba. Alguien me dijo que lo encontraría abajo del cerro de la Pacheco.
Ya es hora de poner nombres de calles como lo hacen en España. La calle del Afilador, la calle del Zapatero, (no el presidente desde luego), en fin, nombrar las calles por alguna característica peculiar atinente a la calle en cuestión. Bajé El cerro de la Pacheco y orientándome por el propio sueño llegué a una casa modesta. Entré y me encuentro con muchas mujeres que me reciben como si hubiesen estado esperándome. Casi todas ellas me felicitan y me dan un beso en la mejilla, menos una que me da un beso en la boca. Me siento raro recibir felicitaciones y besos a los cuales no estaba acostumbrado, ni en sueños. En eso estaba, incomodado, cuando veo venir a Baldovino que me abraza y me entrega un sobre de la Cámara del Senado, lo abro y leo que he sido beneficiado con la Beca Senador Muñoz, me felicita y yo me pongo contento, muy contento, pienso que por fin he ganado algo, que tantos años pasados en habitaciones oscuras encontrando la palabra exacta para el poema, en cuartos llenos de humo de tabaco negro maloliente, y en lecturas de lecturas de lectura de lecturas, por fin ha tenido su recompensa. Despierto con una sonrisa tontamente bucólica que he visto muchas veces en la tv de otros ganadores. De otros escritores acomodaticios que pululan por ahí.

Le cuento el sueño a un amigo y recibo una respuesta insólita: "Seguramente te ganaste un computador mac con navegador Safari incorporado y un mes gratis en el mejor motel de Santiago".
Evidentemente mi amigo no cree en los sueños. Bueno…yo tampoco.