miércoles, 16 de enero de 2008

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Chiloé en Río Gallegos

2 comentarios
A pesar de que el pueblo chilote ha sido castigado por la naturaleza y las adversidades económicas, ha sabido salir de sus crisis gracias a su enorme fortaleza anímica, su gran capacidad de trabajo y a su envidiable fe en el porvenir, sabiendo adaptarse a ciudades tan exigentes como Río Gallegos.



Ahí está con su gorro de lana rojo, su pulóver tejido con un punto grueso, casi tosco, de aspecto descuidado, calzado con botas de goma. Es Guaicamán Oyarzo. Camina por la calle pensando solamente en conseguir una pega, para poder traer a la bruja y a su guagüita de casi un año a la Argentina. Caminará. Caminará. Caminará. No sabe desanimarse, porque viene de la tierra de los sueños. Entonces irá de una oficina a otra, para terminar de hacer la papeleta siempre será el último en ser atendido-: no conoce a nadie y de nadie es conocido. Esperará. Esperará. Y seguirá esperando. Volviendo sólo cuando se lo soliciten. Los que atienden, sabrán que se trata de un chilote, tal vez nacido en Osorno o en Punta Arenas, pero eso tendrá poca importancia, ¡un chilote es un chilote, qué joder!. Meses después lo veremos, parado en una esquina, con otros compañeros, vestido de overol, llevando su bolsito. Ha conseguido empleo. Se ríe de los chistes que hacen los demás. En eso frena, de pronto, el camión de una empresa constructora. Se ha hecho albañil a la fuerza. El camión arranca. Y hunde a todos en el amarillo corazón de la mañana. El alba, que está aquí y ahora, es azotada por un viento helado, que lleva nieve entre sus pliegues. Todavía se pueden escuchar silbidos y gritos, porque son hombres y, por tanto,se divierten como niños. Pensando en esa isla verde, pienso qué duro debe haber sido, para estos hombres, verse envueltos en esta aridez del sur del sur, que mientras nos observa, envía a sus pequeños y crueles dioses a gastarnos el cuerpo y las ciudades.

Supersticiones y creencias

El chilote es una criatura cultural cuyo carácter fue moldeado al intenso calor del horno de las supersticiones y la mitología.


Hace muchos miles de años, la zona de Chiloé era tierra firme, pero apareció Caicavilu, serpiente del mal, enemiga de la vida terrestre, animal y vegetal, que desea incorporar a sus dominios marinos; así inundó todo el territorio; amenazando convertirlo en un mar. Cuando esto ocurría, apareció Tentenvilú o la serpiente del bien, diosa de la tierra y la fecundidad, y en general de todo lo que en ella crece. Espíritu bondadoso, que protege sus dominios de las invasiones del mar. Esta ayudó a los chilotes a trepar a los cerros y a los que fueron atrapados los dotó del poder de las aves y peces, para que no perecieran ahogados. Pero no bastó; Caicavilú, siguió elevando el nivel del mar, entonces Tentenvilú empezó a elevar el nivel de los cerros que sobresalían del mar.La lucha siguió por muchos años hasta el triunfo de Tentenvilú, dando por resultado que los valles quedaron sepultados bajo el mar y los cerros convertidos en bellas islas.

Brujos

A la llegada de los conquistadores españoles, ocurrida en el siglo dieciséis, los habitantes del archipiélago de Chiloé, ya conocían las prácticas de la magia y las prácticas de hechicería. Los evangelizadores católicos, de manera mucho más astuta que en otros lugares, lograron introducir las creencias de la fe católica, pero, a modo de resistencia los pobladores, habitantes de los pueblos originarios Chono y Huiliche, crearon una organización cultural, para resistir esta foránea influencia, a la que denominaron la Recta Provincia. Casi demás está decir que todo aquel que no tuviese corriendo por sus venas sangre chona o huiliche. Como en todo el continente americano, hubo un combate entre la cultura dominante de occidente y las culturas de los pueblos originarios. Para dar un ejemplo, mientras en el año 1878 un sacerdote, de nombre Hilario Martínez, comprometía, formalmente, a los pueblos de Apiao, Alao, Tac, Chaulinec y Caguach, a dar culto anula al divino Jesús de Nazareno, en ésta última localidad, dos años más tarde, el Estado chileno enjuiciaba a un grupo de chilotes, acusados de envenenar a varias personas, a instancias de una organización secreta llamada Recta Provincia. El proceso dura un año. En el mismo se detuvo a centenares de isleños. Es evidente, entonces, que la actitud básica del habitante de Chiloé es la misma que tuvieron sus congéneres a lo largo de todo el territorio conquistado, es decir una actitud de supuesta obediencia a las nuevas pautas sociales que establecía la cultura europea, pero que, en la intimidad, la conducta era muy otra: una clara desobediencia silenciosa y hasta clandestina, no sólo en cuanto a las creencias religiosas y a sus consecuentes prácticas, sino a la forma de ser y estar en el mundo. Así, a modo de un río subterráneo, otras pautas culturales siguieron fluyendo por debajo de la aparente superficie. A propósito del enjuiciamiento por esta serie de asesinatos, los autores Marino y Osorio, en su obra Proceso a los brujos de Chiloé, concluyen lo siguiente, y a propósito de las declaraciones que uno de los implicados, Mateo Coñoecar Coñoecar, en su calidad de acusado y miembro jerárquico de esta institución cuestionada: Se debe afirmar que los iniciados en la brujería debían estar vinculados a ella por algún lazo parental indígena (huiliche) nos dicen-. El aprendiz era guiado por un brujo en la transmisión de conocimientos y prácticas mágicas que ellos utilizaban. Posteriormente, el aprendiz era presentado a la Mayoría, es decir a la máxima jefatura de la Recta Provincia.En la ceremonia de iniciación el postulante debía efectuar las siguientes pruebas: Confeccionar el Macuñ, que le permitirá volar al aprendiz; Coñoecar Coñoecar lo describe como un chaleco hecho con una parte de la piel de un brujo muerto, extraída, en el mismo panteón, a la izquierda del cuerpo, en dirección al pecho, hacia la barriga. Esa piel la curten con ciertas hierbas, y enseguida los brujos se la cuelgan con unos cordones, en su lado izquierdo, y con ella andan por las noches, produciendo una luz especial que los distingue. Extirparse el bautismo cristiano, recibiendo agua en la cabeza durante cuarenta días. Y, por último, dar muerte al familiar más querido, para mostrar absoluto desligamiento emocional hacia la parentela.

Sangre de madera

La naturaleza crea los oficios humanos. Para el habitante de las islas, estar rodeado de bosques no es gratuito. De allí nace una industria maderera: aserraderos y carpinterías, destinados a la fabricación de casas y navíos; éstos últimos, para extraerle frutos al mar. Del ejercicio diario del talado de árboles y de la confección de muebles y viviendas, fue naciendo una estética de la madera, y, con ella, una arquitectura diseñada por su gente, y, por tanto, hecha para la vida y no para las universidades (es tan así, que no pocos arquitectos van al archipiélago de Chiloé a tomar ideas y diseños, que los pobladores, en su relación con la madera para resolver asuntos de la vida práctica, han confeccionado.

Extraído de VENTANA ABIERTA, Una publicación de la Asociación Mutual de Educadores de Santa Cruz, Ancestrales ganas de vivir. Chiloenses, de las islas al Barrio Belgrano, Carlos Besoaín, Río Gallegos, Año III, Nº 23, 20 de Diciembre de 1993.

Comments

2 comments to "Chiloé en Río Gallegos"

Jorval dijo...
17:38

Bonito homenaje a nuestros queridos chilotes, su espíritu de superación y sus creencias y supersticiones. Me voy a tomar un rico licor de oro en homenaje a ellos.

Anónimo dijo...
13:11

carlos necesito ubicarte, vos tenes mi tel o escribime a:
vera_oscar@yahoo.com.ar
panchi

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