jueves, 13 de enero de 2011

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Cuando en Magallanes se protestó por las alzas

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a protesta de los magallánicos por el incremento en el valor del gas anunciado por el gobierno, ha dado de que hablar a la gente y ha revoloteado en los anodinos noticieros de la televisión, como si fuera una ráfaga del indomable viento magallánico. La medida demuestra que en ciertos aspectos de la realidad nacional, el gobierno obra a ciegas o en la mayor de las ignorancias. Cualquiera que vive o ha vivido en Magallanes sabe que el gas es vital para la calefacción de los hogares y para el normal desenvolvimiento de las actividades de sus pobladores. Un aumento en su precio traerá un encarecimiento del costo de la vida, ya que el gas no solo se usa para la calefacción de la casas, sino que además en el transporte, la calefacción de escuelas y oficinas públicas y comerciales, y un largo etcétera que comprende toda la vida social de la zona. Frente a las alzas, la población protesta, y al gobierno solo se le ocurre decir que hará respetar el orden público y amenaza con trasladar más efectivos policiales a la zona.

Hace casi cien años, a comienzos del año 1919, la población del pequeño pueblo de Puerto Natales, principalmente integrada por los obreros del Frigorífico Bories y sus familiares, también alzaba su voz para reclamar por el abusivo incremento del precio del combustible, de los alimentos, de la ropa y el calzado. Los obreros, en su mayoría emigrantes chilotes, croatas o gallegos, ganaban poco y estaban obligados a comprar sus víveres en el almacén del frigorífico, administrado con la firme voluntad de arrebatar a los obreros sus salarios a cambio de la menor cantidad de mercadería posible. La vida era dura para los obreros del frigorífico, al que a diario llegaban enormes cantidades de ovejas que eran sacrificadas para vender su carne, su grasa y su lana a los países europeos. A los casados les costaba alimentar a sus familias, y los solteros debían habitar en sucias barracas donde faltaban las frazadas y sobraban las rendijas por las que se colaba el frío.

El 20 de enero de 1919 los obreros convocan a una huelga al amparo de la Federación Obrera de Magallanes. Dos días después, se estuvo a punto de llegar a un acuerdo entre empresarios y obreros, pero al día siguiente, a raíz del no pago de un jornal se enfrenta Carlos Viveros, uno de los obreros, con el administrador del frigorífico, un tal Míster Kid, quien no vacila en sacar su arma y herirlo de muerte. Una vez que este hecho se conoce, una columna de obreros avanza hacia el frigorífico, ubicado a seis kilómetros del pueblo. En el trayecto, la policía dispara contra la columna y se inicia una balacera que culmina con muertos en ambos bandos. Los obreros resultan victoriosos, el gobernador y otras autoridades huyen hacia la Argentina y en unas horas los trabajadores tienen el pueblo en su poder. La semejanza con lo sucedido años antes en París, en 1871, cuando el pueblo se alzó en contra del gobierno de turno, hace que alguien bautice a la revuelta como la Pequeña Comuna de Puerto Natales.

Durante una semana los obreros establecen una perfecta organización de guardias que mantienen el orden público, de asistencia sanitaria y de distribución de los pocos alimentos que tienen a su alcance. Poseen disciplina, pero sabe que en ese pueblo aislado no podrán defenderse por mucho tiempo. Deciden entregar el poder a la Cruz Roja, y mientras eso ocurre, desde Punta Arenas viajan los batallones que han sido enviado a recuperar los bienes de los capitalistas de turno. Después vendrá la represión, los juicios parciales, la cárcel y la relegación. Y más tarde caerá el olvido sobre estos hechos, y el silencio dibujará una sombra en las tumbas de las víctimas obreras que yacen en el cementerio de Puerto Natales. Dos años más tarde brotará la gran revuelta que movilizará a los obreros de la Patagonia argentina y chilena, encabezada, entre otros, por el gallego Antonio Soto. Epopeya que con el tiempo será admirablemente contada por el escritor argentino Osvaldo Bayer, en su obra "La Patagonia Rebelde".

Hoy los magallánicos están en pie de guerra, incluso muchos de aquellos que votaron por Piñera en las elecciones presidenciales, y que seguramente habrán aprendido que para ciertos políticos una cosa son las promesas electorales y otra los intereses económicos. En los mástiles de Punta Arenas y Puerto Natales la bandera magallánica se agita movida por el viento y por la pasión de una causa justa, vinculada a una sentida necesidad de los vecinos. Cualquiera sea el resultado de esta movilización, es un buen ejemplo de cómo se organizarán las próximas luchas sociales, desde los ciudadanos y a partir de sus necesidades.

Ramón Díaz Eterovic

Comments

1 comments to "Cuando en Magallanes se protestó por las alzas"

Anónimo dijo...
16:43

Me parece muy acertada su publicacion señor Diaz, pero no olvide que esta zona tambien se caracterizo por la hospitalidad con el extranjero, y si usted se daba una vuelta por la famosa E-3, podria haber visto como estaban hacinados y con unas condiciones humanas deplorables. Menos mal que estamos en el siglo XXI, porque no me imagino que hubiese pasado en otras epocas...

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