sábado, 31 de agosto de 2013

20

El precio de la muerte en Puerto Natales

20 comentarios
Por Edgardo Cea Oyarzún


En los albores del naciente territorio de Última Esperanza, los primeros colonizadores europeos, alemanes y británicos, habilitaron un cementerio en la punta de un islote ubicado en el fiordo Eberhard, frente a Puerto Prat, caserío que si no hubiera sido porque su mar presentaba un estrecho calado y la leña y el agua dulce escaseaban en el sector, hoy sería la ciudad capital de nuestra provincia.

Pero lo cierto es que la pequeña isla elegida para camposanto, llamada Kruger por los colonos – en homenaje al sajón Ricardo Kruger Lei, Comisario Ad Honorem que, dicen, defendió, junto al chilote Cipriano Pedrero, la soberanía chilena en estos parajes ante los intentos argentinos por hacerla suya –comenzó a alojar los cuerpos de los primeros colonizadores entre 1894 y 1895, pasando a ser denominada por los lugareños “Islas de los Muertos”. Registros históricos señalan que en el lugar descansan los restos de un importante número de colonos cuyas identidades lamentablemente se desconocen, pues las lápidas con sus nombres fueron arrancadas por desconocidos. 


Si bien es cierto que en aquellos tiempos los ritos sepulcrales se cumplían al pie de la letra cualquiera fuera la religión que profesara el fallecido (a), los deudos y parientes, sepultar a un ser querido requería de un sencillo ataúd, con seguridad elaborado con madera del sector y por cierto, sin costo alguno para los dolientes, pues en estos casos tan emotivos la solidaridad fluía de adentro. El siguiente paso era un breve velatorio comunitario donde los vecinos se encargaban de todo. Luego se procedía al traslado del cuerpo hasta la playa, allí era subido en un bote que lo llevaba a la isla de enfrente, su morada final. Este proceder lo hacían también los pobladores de más al sur de Puerto Prat, en el naciente Natales, quienes debían trasladar a sus muertos en carretas hasta la isla – cementerio, en un trayecto de 30 kilómetros por un dificultoso camino de tierra. Cuenta la historia que en época invernal, cuando el viento era fuerte y la mar estaba muy rizada no se podía cruzar, de manera que los deudos, familiares y amigos del fallecido tenían que esperar con su ataúd en la playa hasta que el tiempo mejore.

El sentido espiritual y valórico en todo este proceder mortuorio era que de costos, precios, cotizaciones, pago con tarjetas, cheques a plazo, facilidades de pago en cuotas, ayuda social del municipio y otros condimentos monetarios capitalistas, no existían.Eran tiempos en que nunca jamás se le hubiera ocurrido a una persona lucrar con la muerte o convertirla en un gran negocio institucionalizado.


Los años pasaron, Natales ganó espacio y población llegando a convertirse en un activo villorrio, entonces se hizo necesario crear un nuevo cementerio, lo que se concretó en los primeros años de la década de 1900, este se ubicó sobre una pequeña loma distante tres kilómetros al este del poblado (hoy cementerio “San Alberto Hurtado”).

En cuanto a los velatorios y sepultaciones los procedimientos en nada cambiaron. Los gestos humanitarios continuaron siendo el gran consuelo de los deudos. Nada que se relacionara con la muerte tenía valor comercial y en todos los estamentos de la sociedad se le tenía un gran respeto al inevitable paso a “la otra vida”.

Sin embargo, nada es para siempre, ni siquiera los valores, principios o ideales. Las garras del capitalismo salvaje (como bien lo definió el Papa Juan Pablo II), llegó y al parecer para quedarse, a lo menos por un largo tiempo más. Hoy por hoy la competencia, el dinero, la empresa y el capital es lo que importa, es lo que prevalece por sobre toda ideología, dogma o creencia. Nada se escapa al poder del dinero, y si no lo tienes, tendrás que atenerte a las consecuencias: indiferencia, desprecio, mal trato, sufrimiento y olvido. Es la ley del de la oferta y la demanda, la ley del mal llamado emprendimiento. Lo peor de todo esto es que como personas y consumidores que somos ya lo hemos asumido y en consecuencia actuamos.

No hablaré del costo que significa llevar una enfermedad en estos días, pues es un tema que da para un capítulo especial. Por ahora veamos a vuelo de pájaro. cuánto cuesta morirse en Natales, sin antes dejar en claro que una de las principales fuentes de ingresos que tiene la Ilustre Municipalidad, proviene de los cementerios. 

Poco antes de que fallezca un ser querido, querámoslo o no, tenemos que empezar a ser las gestiones preliminares, especialmente averiguar costos, ofertas y oportunidades económicas de acuerdo a nuestro presupuesto o el de la familia.  Este negocio oficializado y legalizado en Chile recauda millones de pesos. En efecto, para darle una digna sepultura a un natalino (a) común y corriente, hay que  partir por comprar el nicho o un terreno según haya sido la voluntad del difunto, cuyo valor supera los $ 700.000. Es cierto, se puede pagar en cuotas, pero al fin y al cabo hay que pagarlo a como dé lugar, de lo contrario se corre el riesgo de que el cadáver sea retirado del lugar y llevado al patio trasero del cementerio Padre Rossa, a un lugar conocido como “Fosa Común”.

El siguiente paso es la compra del ataúd. Si es jubilado (a) recibirá ayuda en el pago, pero si es pensionado dependerá de la clasificación social en que se encuentra recibir o no un aporte económico. Ahora si le toca asumir el total del costo, tenga presente que siempre va a contar con la comprensión del dueño de la pompa fúnebre quien le dará facilidades de pago. Los precios de las urnas varían entre $ 300.000 y $ 500.000, por cierto, existen más caras.

A continuación se pasa al velatorio. Con suerte si se consigue una Junta de Vecinos o lo hace en su propia casa, los costos se abaratan. Pero si recurre a una capilla tendrá que pagar los gastos de luz y calefacción, mínimo $ 20.000 por dos días. La misa tiene otro precio, pues es costumbre que una vez terminado el rito se deje en el altar un sobre con a lo menos $ 10.000, de lo contrario será muy mal visto ante sus pares. Agréguele a esto unos 15 avisos radiales como mínimo entre anunciar el fallecimiento y dar los agradecimientos finales. Cada aviso cuesta $ 1.500, por lo tanto, el total asciende a$ 22.500 estimativamente.

Finalmente llegó la hora del funeral. A la entrada del cementerio lo esperan dos sepultureros con un pintoresco carrito para el traslado interior de los restos hasta su última morada, claro que antes deberá pagar $ 50.000 más por “derecho de ingreso” del difunto (a) al camposanto. De esta manera, habremos cumplido con darle cristiana sepultura a un deudo o deuda.

Una segunda inversión se hará posteriormente, con el tapiado del nicho o encofrado si lo sepultó en la tierra, la instalación de puerta, lápida de identificación, foto, adornos y otros. No cabe duda, la muerte es hoy por hoy un negocio redondo. No está demás entonces sugerirle al natalino o natalina que se le ocurra morirse, contar antes con a lo menos $ 1.000.000 en el bolsillo, si no quiere “deshonrar” el honor de sus familiares y terminar sepultado en la tristemente célebre Fosa Común.


Ahora, calculadora en mano sume, no está demás hacer nuestras propias estimaciones mediante un simple ejercicio matemático. Al fin y al cabo, cuando nos llegue la hora, nos asociaremos a  este lucrativo negocio.

jueves, 15 de agosto de 2013

0

A ritmo de provincia

0 comentarios
Por Pepito El Breve

Cierta noche de fin de semana, me topé con Boric, lo vi en un programa de ITV Patagonia, lo encontré a diferencia de lo que pensaba un joven viejo, grave y agresivo, sin carisma, lo que no es bueno para un político más aún si sale en la tele.

Pensé, que se había equivocado de programa, como si él creyera estar en Santiago, en un debate universitario para ganar la elección de la FEUCH, o negociando con el rector el fin de la movilización.

Será que los jóvenes de hoy hablan así, pero lo encontré un tanto alaraco, hablaba muy rápido, casi tropezándose con las ideas. No me referiré a su planteamiento porque le entendí bien poco, lo que sí debo decir es que para mi sanidad mental cogí el control remoto a tiempo. Eso sí, creí que en un momento se comería las uñas. Luego lo vi en CNN, hablaba como si tras de él hubiera una gran marcha universitaria, y que yo recuerde últimamente en Punta Arenas, no han habido, eso sí se viene una grande pero es por fiestas patrias.

Después lo encontré cruzando la calle, en Magallanes con José Menéndez, me sorprendió era más bajo de lo que aparecía en la tele y más cabezón, en tamaño, no sé si ello equivaldría a sesera. Había algo extraño en su actitud peatonal, un caminar muy rápido, casi trotando, apurado para tomar el colectivo, igual que ese típico urbano andar capitalino cuando cruzan la Alameda, o cuando los estudiantes escapan de los pacos.

Alguien, debería decirle que se calme, que por lo visto se mimetizó al ritmo del norte, porque como bien dice el refrán “el que apurado vive, apurado muere” (en política me refiero), que aún es joven y tiene todo el tiempo del mundo y que no olvide que volvió a Magallanes, que como bien sabe aquí la vida transcurre de manera relajada, lenta y pausada -gracias al Supremo, que sea así- a ritmo de provincia si se quiere. Que no sea soberbio y aprenda de sus mayores, como Muñoz, quien está 20 años de parlamentario, y su gran fortaleza es que como buen magallánico, puede estar cayéndose el cielo que él ni se inmuta.

Ahora, si quiere vivir corriendo, que siga así, no llegará a escaño alguno, pero no olvide que Omar Aguilar hay uno sólo y no creo que espere que andemos trotando para alcanzarlo, aunque a lo mejor en su fuero interno desea que pasen rápido estos meses, porque después que pierda lo más cierto es que: “se nos mande a cambiar, pal norte”.

domingo, 4 de agosto de 2013

0

Imágenes paganas

0 comentarios
 Por Pepito El Breve

“…mis propios dioses ya no están, espejismos 
Un remolino mezcla
los besos y la ausencia. 
imágenes paganas
se desnudarán en sueños…” 
(Virus. Imágenes paganas) 
“Alabaré, alabaré‏, alabaré…” dejaba el sermón interruptus y subía corriendo a su dormitorio.
Volvía rojo y cansado, pero en paz y más espiritual que nunca, aunque esa conducta los feligreses la encontraban un tanto extraña nadie la cuestionaba. Claro que cuando se supo el porqué, alguna dijo por ahí que en cierta ocasión  le toco las manos y las sintió como pegajosas.
Rompió la cámara, por remordimiento, dijo que lo suyo fue error, ya saben la soledad, depresión, el alcoholismo. Con ello quiso remediar en algo lo sucedido ya, que según él sí terminaba la predica, un tanto onanista, pero igual prédica.
Pecó de poco franco, no dijo que la mente y el soma le pedían satisfacer su urofilia, atracción por ver orinar o ingerir orina o quizás lo suyo era coprofilia, por un deseo irrefrenable de ver obrar a los otros. Tal vez, por ello,‏ tenía instaladas cámaras cenitales en el baño de damas de la cuasi antártica parroquia, ubicado al fondo del templo así podía él visualizar desde el púlpito cuando una mujer ingresaba, la señal llegaba a un televisor en su pieza.

Sus descargos no le sirvieron de mucho igual fue condenado, es que no se le perdona a un cura que tenga un televisor para uso de imágenes paganas, eso va contra el prestigio de la curia, más aún si hay que estar a tono con lo tecnología contratar por televisión de pago el canal Playboy, o un notebook para acceder a Internet y visitar asiduamente ciertas paginas de la red.  

Ultimos Post

 

Copyright 2013 All Rights Reserved Milodon City Cha Cha Cha