jueves, 15 de julio de 2004

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Buscadores de oro fundaron Porvenir

1 comentarios


En una época muy lejana, la Tierra del Fuego era algo así como el Yukón o el Klondike de los Estados Unidos, que dieron tema a Jack London para escribir sus famosos cuentos y novelas. El oro fue hallado en abundancia y enloqueció a muchos hombres, que llegaron de distintas partes del mundo en busca de la fortuna fácil, que hallaron y derrocharon. Porvenir fue el centro de sus actividades, como lo atestiguaron pioneros de esos tiempos, en relatos que encontramos en viejos libros.
"La mayoría de los que conmigo llegaron - decía el yugoslavo José Covacevic - fundaron Porvenir, dedicando todas sus actividades a la extracción del oro. La fiebre por este preciado metal mató toda expectativa de trabajo reposado y generador de un bienestar tranquilo.
"En un principio el oro se presentó fácil, invitando a ser extraído sin grandes dificultades, y ello fue el origen de muchas ruinas; el poco dinero que se lograba acumular se esfumaba con la esperanza de acrecentamiento y los buscadores de oro vivían al día, despilfarrando cuanto lograban poseer después de sacrificios y sinsabores.
"Porvenir era un desierto, sin casas y sin vida. Sólo señalaba el punto de desembarque obligado para los ambiciosos de fortunas baratas que, tan pronto ponían pie en tierra, se internaban hacia el interior de la isla, en busca del logro de sus deseos. Una picota, una pala y una challa constituían todos sus enseres domésticos; el abastecimiento no les preocupaba de gran manera, pues la isla le ofrecía abundante y barato.
"Muchos perecieron en la empresa, muy pocos volvieron con fortuna, dinero que derrocharon locamente en Punta Arenas, en medio de orgías y francachelas. El oro extraído en la isla no ha enriquecido a ningún buscador de oro. Ninguna fortuna sólidamente constituida ha tenido como base el trabajo personal de la extracción del oro. Los infortunados buscadores sólo constituyeron un órgano conductor del metal amarillo: la tierra lo ofrecía; ellos lo sacaban para beneficio de un tercero, que era quien lo aprovechaba.
"Cabe aquí mencionar - agregaba el señor Covacevic - que con anterioridad a mi venida a Chile, durante la administración de Magallanes del teniente coronel graduado don Daniel Briceño (1891), a las isla del sur de Tierra del Fuego, Lennox, Navarino, Picton y otros llegó una partida de cómo quinientos inmigrantes de nacionalidad yugoslava, croata y dálmata. Atraídos por la fiebre del oro fueguino se esparcieron por toda la isla grande y, después de algunos años, muchos de ellos buscaron refugio en el extenso territorio de Magallanes. Una pequeña parte se radicó en Porvenir y se constituyeron en los primeros colonos de esta región. Con esta base se formó el pueblo y con esta base inicié mis operaciones comerciales.
"El decreto supremo que creaba la capital fueguina dio un pequeño impulso a la población. Por esos mismos años se formaron grandes compañías auríferas y Tierra del Fuego se vio invadida por un sinnúmero de maquinarias colosales que muy pronto, arrastradas por sobre caminos espléndidos, construidos ex profeso, fueron llevados hasta el centro de la isla y depositadas en los lechos de muchos ríos.
"Los años siguientes pueden considerarse como el período del auge fueguino. La pequeña población fue subdividida en sitios y en muchos de ellos se levantaron casas, de las cuales, la mayor parte se convirtió en hoteles. Cantidad enorme de trabajadores encontraron vasto campo de acción en este suelo. Porvenir fue el centro obligado de reunión de toda esta amalgama de nacionalidades: yugoslavos, dálmatas, croatas, ingleses, austríacos y chilenos, bajaban periódicamente al pueblo a dejar todo el fruto de su penoso trabajo. Cada casa constituía un boliche, donde los naipes funcionaban día y noche. Las pepitas de oro corrían sobre las mesas y fueron causa de muchas riñas y desgracias.
"Como utilidad obtenida sin sacrificios, pronto se esfumó toda aquella vorágine de oro y de riquezas. Las dragas dejaron de funcionar, no por falta de trabajos sino que por exceso de gastos. La aglomeración de brazos disminuyó lentamente y Porvenir volvió a su antigua y apacible vida monótona y triste. Los hoteles cerraron sus puertas, los improvisados fueguinos se trasladaron al continente y sólo muy pocos empecinados permanecieron en los ríos, revolviendo las arenas tentadoras".
Don Daniel Bohr, padre de José, también recordaba cosas del Porvenir en sus comienzos, donde él tuvo un hotel, por cuyos pasadizos correteaba en su infancia el futuro autor de: "Punta Arenas".

Osvaldo Wegmann.

Comments

1 comments to "Buscadores de oro fundaron Porvenir"

Anónimo dijo...
11:54

Muy bueno. Muchas gracias. Aldana (14 años)

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