De un tiempo a esta parte se vienen elaborando distintos ranking sobre poetas del fin del mundo. Elaboraciones que tienen como principales ejecutores los mismos poetas, sus parientes o entenados, y a lo sumo el kioskero de la esquina que siempre va por el lado de quien más le compra. Se juntan en tabernas oscuras o en un cómodo departamento y empieza el billboard poeteril. Fuera de Shakespeare, el Dante y Cervantes, fulanito de tal es mejor que fulanito de tal. Que según un crítico de morondanga, avecindado en la capital, dijo que tal poeta es el mejor de Magallanes. Otro que recién viene saliendo del Lomit`s, dice que no; que este otro es el mejor poeta que el anterior, y así por el estilo . BASTA. Lo que debe hacer un poeta es cosa de su incumbencia y no le compete a nadie si mañana es pillado con un alijo de coca, maneja un taxi o se gana el Loto. Mientras tanto, nadie es mejor que el otro. Se escribe porque se debe hacer eso o no se debe hacer nada. Por el gusto exclusivo de escribir, para ahuyentar los fantasmas y para darle una patada a la muerte. No se escribe ni para los críticos, ni para ser el mejor u obtener los favores de una princesa. No hay poetas buenos ni malos, solo poesía. Que pueda ser buena o no, eso dependerá del tiempo y la distancia. No sigamos más con los ranking, que para lo único que sirve es para seguir escuchando al imbécil del hijo de Julio Iglesias, que no me acuerdo cómo se llama. Buenas Tardes.
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