sábado, 24 de julio de 2004

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Las casas de Natales

4 comentarios

La región de Ultima Esperanza se caracteriza por su gran belleza paisajística, lo que la convierte en una zona de enorme riqueza geográfica. Fiordos, ventisqueros, canales y montañas confluyen al unísono como una verdadera sinfonía de la naturaleza.
En 1911, en medio de este enclave natural, se funda la ciudad de Puerto Natales, conocido como un "pueblo obrero". Sus modestas construcciones representan la presencia humana en la zona. Sus habitantes, escritores, colonos, exploradores y visitantes, tampoco han podido permanecer al margen de los atractivos del lugar y lo han descrito así:
"Atardecía. Apenas divisábamos las tenues y blancas motas de las ovejas sobre la vega infinita que moría al pie del majestuoso cerro Cazador. En la lejanía, las majestuosas Torres del Payne, enhiestábanse desafiantes a las alturas de un sueño babilónico. La dilatada pampa, trágica, feroz e inmisericorde enmarcaba el caserío que evidenciaba la pequeñez del hombre. La atmósfera fría y serena traía los ecos de los cencerros desde el campo y el trémulo balido de los corderos."
Una tarde cualquiera, que evoca la visión panorámica del territorio, ofrecida por el escritor Enrique Wegmann Hansen, obtenida de su libro "La Senda de la Baguala", publicado en forma póstuma por la Editorial Magallánica en 1986.
A su vez, Daniel Bustamante barría, obrero procedente de Ancud. Llegó a Puerto Natales el 6 de septiembre de 1913, trabajó en el frigorífico de Puerto Bories, en la sección matanza, sacando lenguas, y luego lo hizo en tornería, fabricando barriles donde se envasaba la grasa de los animales beneficiados. En 1984, entregó el siguiente testimonio:
"Había pocas casas cuando llegué acá, unas nueve casas a lo menos, y estaba también la casa más antigua de José Iglesias. En la calle Pedro Montt, abajo en la playa vivían Teodoro Islas y Clodomiro Mansilla; en la calle Bulnes vivía José Díaz y al frente un tal maldonado, de quién no recuerdo su nombre. La iluminación se efectuaba en tres faroles a parafina. El agua se traía en barriles del río o se sacaba de los pozos que tenían las casas. En el año 17 Natales llegaba hasta la calle O'Higgins y los primeros sitios solicitados fueron los de la calle Bulnes. Hicieron el cementerio allá arriba y al primer muerto lo llevaron en brazos a enterrarlo"
"Había muchos chilotes, las casas de los pobladores que nombré eran de chilotes. También había extranjeros: alemanes, portugueses españoles, pero estos estaban de paso. Venían a trabajar y se iban. Algunos se quedaron, como José Iglesias, que era español, y un alemán, Glad, que instaló entre 1918 y 1920 una fábrica de bebidas gaseosas".
Las casas de Natales de principios del siglo XX, fueron de carácter utilitario, es muy probable que muchas de ellas hayan tenido el carácter de provisorio y luego fueron ampliadas de acuerdo a las necesidades que presentaba el grupo familiar. Por tanto su estructura estética era muy simple, se trataba de habitaciones, en su mayoría, de una sola planta, que disponía de una amplia cocina - comedor y uno o dos dormitorios, divididos por un solo pasillo.
El frontis de la habitación, estaba formado por una puerta y dos ventanas laterales, la techumbre, habitualmente de "dos aguas" era de zinc. En la zona posterior disponían de un amplio patio o "quinta", donde los moradores sembraban, preferentemente papas, hortalizas o tenían animales de crianza, lo que le daba al poblado un marcado aspecto rural.
La calefacción era a base de leña y el agua era obtenida del Río Natales, o de pozos al interior de los patios.
Las modestas habitaciones eran construídas totalmente de madera labrada en los aserraderos de la zona. Se trabajaba mucho con coigue y roble, que se obtenían en la sierra Dorotea. Del interior de los canales, especialmente de la zona Portales, se traían los cipréses que servían de base para cercar los patios de las casas y alambrar los campos.
Tenemos a la vista una descripción del aspecto que ofrecía el pueblo de Puerto Natales a los ojos del visitante, el texto pertenece a Karl Schade, "Von Magallanes bis Ultima Esperanza" y fue publicado en Buenos Aires en 1930:
"Una villa situada a orillas de la playa, edificada enteramente de casas de madera, y recuerda en todo a una población de un fiordo noruego. Negocios, agencias, "hoteles" y las modestas casitas de los chilenos forman las pocas calles. Bastante lluvia de la cordillera es traída por el viento oeste sobre sus techos grises y en verano e invierno, entre los cuales aquí no existen grandes diferencias climáticas, los habitantes visten el mismo abrigo y bufanda de lana".
Osvaldo Wegmann Hansen, escritor, periodista y piloto costero, uno de los autores más prolíficos de la región de Magallanes, nos ofrece en su novela "Primavera en Natales" una idílica visión del paisaje de la zona, recordemos que con esta descripción el escritor intenta retener el Natales de su infancia, promediados los años 1925 a 1930:
"Las casitas de madera de Natales, están esparcidas desde la plaza a los cerros, en forma ordenada, con coquetería. Sus fachadas son grises y los techos rojos, con largas chimeneas, cercos de piquetes y aceras angostas, con soleras de gruesas tablas, blanqueadas por el sol y la lluvia.
El pueblo está a orillas de un canal de aguas bonancibles, pero a veces se torna tempestuoso. Al frente de la población se divisa una hermosa península, con bosques y montañas, moles remotas y azules, que resaltan como pintoresco marco alrededor del caserío".
Pero existe aún una historia no contada, la de mujeres que llegaron a esta ciudad, acompañadas de sus familias, en busca de sus esposos que habían emigrado al sur para trabajar en las estancias o en los frigoríficos. Muchos de ellos habían cruzado la frontera para desempeñarse en la Patagonia Argentina y desaparecer sin dejar rastros. Al no encontrarlos, se instalaban en el poblado, trabajando en labores domésticas. Ellas, utilizando más ingenio que recursos, construyeron con gran esfuerzo sus propias casas.
Las mujeres iniciaron en la década del 30, con los materiales que tenían a la mano, un nuevo tipo de construcción, en el sector de la actual calle Baquedano.
Recogían latas de parafina vacías desde la bodega Stubenrauch, las abrían y con ellas forraban el exterior de las casas y por dentro hasta la mitad inferior de sus habitaciones, el borde superior era cubierto por tablas. Al interior tenían arpilleras a modo de material aislante y finalmente cubrían la pared con cualquier tipo de papel; revistas, diarios, etc.
Hemos podido recuperar desde el anonimato el nombre de dos de ellas; Antonia Chiguay coliboro y Carlina Yañez Barrientos.
El "pueblo obrero" se empina hoy día en los 89 años de existencia y aún hoy pueden verse algunas de estas construcciones, que permanecen como fieles testigos de un pueblo laborioso, de humilde origen, que con sus propias manos ha ido construyendo su destino.

Jorge Díaz Bustamante

Bibliografia
"La senda de la Baguala", Enrique Wegmann Hansen
"Primavera en Natales", Osvaldo Wegmann Hansen
"Crónicas de Ultima Esperanza", Jorge Díaz B.
"Ultima Esperanza en el tiempo", Mateo Martinic B.

Comments

4 comments to "Las casas de Natales"

Anónimo dijo...
16:51

Muy interesante lo de las casas de Puerto Natales.

Es una lástima que no se aprecie el menor interés de las autoridades por conservar alguna de ellas. Y ese legado se va perdiendo con el avance de las tecnologías de construcción, que abaratan los costos, etc. etc.

Si nuestros hijos supieran cómo se trabajó para fundar la Ciudad, entenderían más porqué hay que cuidarla.

Natalino por adopción.

Anónimo dijo...
16:51

Muy interesante lo de las casas de Puerto Natales.

Es una lástima que no se aprecie el menor interés de las autoridades por conservar alguna de ellas. Y ese legado se va perdiendo con el avance de las tecnologías de construcción, que abaratan los costos, etc. etc.

Si nuestros hijos supieran cómo se trabajó para fundar la Ciudad, entenderían más porqué hay que cuidarla.

Natalino por adopción.

Johann Wegmann dijo...
22:02

Hola, que bueno que con el tiempo desde que fui transplantado al más farsante y ordinario de los desiertos, por acá por el norte, aún permanezca el nombre de mi abuelo y mi tío abuelo, esto es, Enrique y Osvaldo respectivamente, y ya incorporados a un Blog. Tal vez, yo como blogger debiera impulsar información sobre la senda de la baguala, o la noche tragica de los copuyes, pero poca inspiracion sale en estos lares donde el tema solo trata de minería y pachanga. En el fondo uno olvida por un rato para que no duela tanto, esperando el momento de volver a mi tierra como dios manda.

Ingeborg Neumann Wegmann dijo...
12:22

Que libros, cuentos y novelas mas bellas aquellas que logran que imagines de la forma mas real. Nací en Punta Arenas...y debo decir (en mi caso), que la tierra tira. No he conocido lugar que me brinde tanta satisfacción emocional como es Punta Arenas. Pero hoy en dia me encuentro viviendo en Natales, mi trabajo esta aquí. Debo decir que desde que llegue me he sentido muy en mi lugar...como si siempre hubiera sido de aquí. No extraño nada de Punta Arenas salvo mi familia y un par de amigos. Creo en la misticidad de los lugares y este lugar es realmente mágico.
Mi abuelo, Enrique Wegmann escribió "La noche trágica de los copuyes" hermosa novela y debo decir que luego de muchos años de desear conocer a algun personaje de aquella novela, conoci al nieto del protagonista...Maguito Diaz...que alegría.
Estoy feliz de estar en este lugar!

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