domingo, 8 de agosto de 2004

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Poemas de Muñoz Lagos

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Por Osvaldo Wegmann

Se dice con mucha propiedad que Chile es un país de poetas; que posee los más notables vates del continente, y exhibimos con orgullo dos Premios Nobel de Literatura, Gabriela Mistral y Pablo Neruda, que han obtenido el codiciado galardón, honrando así a Chile, después de largos años cultivando con gran acierto el difícil género de la poesía, su poesía, que ha trascendido mucho más allá de las fronteras de la Patria y es conocida en diversos continentes.

Magallanes no está ausente de esta inquietud, del cultivo de esta manifestación de un arte hermoso y difícil, que ha producido también valores, algunos de los cuales son conocidos en el resto del país y hasta en el extranjero. Tal es el caso de Marino Muñoz Lagos, incluido en varias antologías y en revistas chilenas y vencedor en concursos nacionales e internacionales, como el de Mendoza, Argentina, celebrado hace algunos años.

Marino Muñoz Lagos no sólo se preocupa de su arte, sino que se ha interesado por la labor de los demas poetas de la región, tomando a su cargo la responsabilidad de seleccionar la producción de treinta poetas que figurarán en la "Antología Poética de Magallanes", que se publicará este año con el auspicio de la Sociedad de Escritores de Chile - Filial Magallanes y con el aporte económico de la I. Municipalidad, gracias a la comprensión e interés del Alcalde Jorge Vega Germaín.
Marino Muñoz Lagos es maestro de escuela, prematuramente jubilado que dedica sus horas libres a la lectura y al cultivo de las letras. Escribe siempre y selecciona, con severo espíritu autocrítico. Y esto lo hace desde hace mucho antes de que lo conociéramos hace poco más de medio siglo y se crió en el norte, en su pueblo natal que recuerda en sus poemas, donde habla de los volantines de la infancia, de los trompos, de la lluvia y de los trenes. Estudió pedagogía en Victoria y se tituló de maestro. Ejerció algunos años en Antofagasta, que siempre recuerda en sus escritos y se vino a Punta Arenas cuando frisaba poco más de veinte años, destinado a la Escuela Fiscal Nº 1. Era un muchacho delgado, de enrulada cabellera rebelde, que usaba una gabardina clara. Era alegre y animoso, extrovertido, sobre todo para exteriorizar su entusiasmo. Muy pronto se hizo de amigos, de muy buenos amigos, que aún conserva y fue acogido en los diarios, donde publicó sus poesías y colaboraciones en prosa, una prosa poética sin rebuscamientos, que tiene armonía y musicalidad. De aquella época es también el soneto "Mi chomba marinera", que celebramos tanto y que no aparece en ninguna de sus obras.
El poeta publicó cinco libros: "Un hombre asoma por el rocío", en 1940; "El solar inefable", en 1953; "Dos cantos", 1955; "Los rostros de la lluvia", 1970 (Premio Municipal de Poesía en Santiago), y ahora este "Entre adioses y nostalgias", que acaba de editar en los talleres de Hersaprint. De su producción recordamos con agrado sus poemas "Canto de amor desde un banco de escuela" y "Retrato vivo de mi padre muerto", que nos impresionaron hondamente.
"Entre adioses y nostalgias" está dividido en dos partes: "Rosa de Lagos" y "Trenes hacia el olvido". La primera está dedicada a recordar a su madre, nunca olvidada, a quien visitaba todos los años en Talcahuano: "La primavera comenzaba"/ cuando la muerte floreció/ en tu rostro - dice - Te ibas como fuiste/ madre pequeña y tenue/ abierta como una ventana/ desde donde se divisa/ el caer de la lluvia".
En otro de los poemas de este libro, el poeta expresa:
"Y te fuimos naciendo los hijos/ de pueblo a pueblo/ rostros que tú acogías/ con la ternura triste de la lluvia del sur/ entre relámpagos y ríos caudalosos/ y castillos de madera/ que aromaban con su aliento/ las estaciones ferroviarias".
Otros títulos son: "La gran ciudad", "De asombros y ternuras", "Casa de madera", "Lo que nunca vuelve", "Nuestras manos" y "Adiós oceánico".
En "trenes hacia el olvido" (libro segundo), le canta a la estación ferroviaria abandonada: "Ayer no más fue el centro/ de la pequeña aldea, el caudal/ de noticias y canciones/ de rostros y canastos/ de adioses y hasta siempres/. "Hoy llora sus tristezas/ junto e un tren que es como un barco/ naufragando en la niebla".
Entre otros poemas destacamos "Compañero de banco", "El tren de las ocho"; "Otra vez el pan", "Volantín del ayer", "La muerte sobre el trébol", "Plaza de armas"; "La muerta más hermosa". Termina con "La mujer amada", donde escribe: "Soñamos el mañana/ de cantos en semilla/ Y tiernos floreceres/ igual que ayer/ cuando fuimos hermanos/ del pan y la alborada/ de la luz y los anchos caminos/ que recorren los ojos/ del hijo/ y la mujer amada".
En las solapas del libro se reproducen los más elogiosos juicios de escritores y críticos, sobre la labor poética de Marino Muñoz Lagos. Opinan Mario Bahamonde, Francisco Santana, Gonzalo Drago, Andrés Sabella, Nicomedes Guzmán y Carlos René Correa.
Bella edición de más de 80 páginas, cuidadosamente impresa, está ilustrada con hermosísimos y significativos dibujos de ese gran artista y amigo de los escritores que es Pedro Olmos.
Celebramos la aparición de este quinto libro de Marino Muñoz Lagos, el poeta y amigo con quien, durante más de treinta años de amistad, hemos hablado tantas veces de literatura, en torno a una mesa cordial y frente a un vaso de vino. Con nosotros han estado también escritores de la importancia de Nicomedes Guzmán, su entrañable amigo, de Rubén Azócar, de Pablo de Rokha, y una vez también Pablo Neruda, que nos concedió el honor de compartir su mesa y nos entregó su autógrafo, en el viejo Centro "Austral".

La Prensa Austral, 6 de agosto de 1981.


Comments

1 comments to "Poemas de Muñoz Lagos"

Anónimo dijo...
10:31

Este es un muy buen día para opinar lo que siento respecto a este autor, quiero y necesito m{as información.

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