martes, 21 de septiembre de 2004

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Ataques de piratas británicos a las colonias españolas

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Las expediciones inglesas constituyen una página gloriosa en la historia de la navegación y preparan el predominio británico en los mares. El héroe admirado y temido de los españoles es Francis Drake, el lugarteniente de Hawkins en San Juan de Ulúa. Había nacido en Tavistock, en el condado de Devon, hacia 1540, a lo que se dice en la cala de un navío. Después de la derrota de John Hawkins en San Juan de Ulúa, había concebido contra los españoles un odio terrible, que con la codicia fue el móvil de toda su vida. No tuvo España enemigo más tenaz, más peligroso y más inteligente. No nos es posible señalar sino un resumen muy somero de sus ataques al Imperio español. En 1572 saqueó a Nombre de Dios, en el Atlántico, llave del istmo de Panamá y lugar de concentración de los tesoros que del Perú venían a España; atravesó el istmo y dio vista al Pacífico. Aún más atrevido fue el viaje efectuado en 1577. Pasó el estrecho de Magallanes, saqueó a Valparaíso y Arica, y en el Callao, el puerto de Lima, se apoderó de un galeón cargado de oro. Prosiguió el viaje por el Pacífico, hacia el Norte, saqueando ciudades y apresando navíos hasta la bahía de San Francisco, y luego regresó dando la vuelta al mundo por el océano Indico y por el Atlántico. El 3 de noviembre de 1580 llegaba a Plymouth. Como navegación, la de Drake sólo tiene rival en la de Magallanes y Elcano. A pesar de las protestas del embajador de España, don Bernardino de Mendoza, y de los temores de los que recelaban de la reacción del coloso español ante la afrenta, la reina Isabel armó caballero al genial marino y concurrió a una fiesta a bordo de su nave en Doptford. A la benevolencia de la reina contribuyó, sin duda, la magnitud del negocio realizado. Según un autor del siglo XVII, Gewes Roberts, que aseguraba haber visto papeles de Drake, el viaje produjo a cada uno de los accionistas 47 libras esterlinas por cada libra invertida. El ataque de sir Francis contra las posiciones españolas del Nuevo Mundo en 1585 fue terrible. Saqueó las ciudades de Santo Domingo y de Cartagena de Indias y destruyó la colonia de San Agustín, en la Florida. La última expedición del gran corsario en 1594, la más poderosa y mejor armada, fue, en cambio, la más desdichada. Los colonos españoles habían aprendido a defenderse y la construcción de fortificaciones hacía grandes progresos. La poderosa armada, en la cual iba el viejo John Hawkins, fue rechazada en el puerto de Las Palmas de Gran Canaria (27 de septiembre), en Puerto Rico (12 de noviembre) y en Portobelo. Enfrente de esta plaza murió el gran almirante el 9 de enero de 1595. Había llegado a producir en las provincias ultramarinas de España verdadero terror. Lope de Vega se inspiró en sus hazañas para su poema La Dragontea. Francisco Caro de Torres, en su Relación de los servicios de don Alonso de Sotomayor (Madrid 1620), reconoce la grandeza del mayor enemigo que ha tenido el nombre de España.
"Fue uno de los señalados hombres que ha habido en el mundo de su profesión, pues, después de Magallanes, fue el segundo que lo rodeó."
Y, en efecto, sir Francis Drake, no contento con haber robado tantas alhajas de las iglesias y tanto oro de los galeones, quiso robar a los españoles la gloria de la hazaña y adoptó en su nuevo blasón de armas la misma divisa de Elcano: un globo con la leyenda Primum circumdedisti me.

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