Un lugar en el mundo
No todos los atributos de esta isla perdida en el Atlántico sur son visibles. La energía de sus antiguos moradores desde yamanas, a corsarios y presos, y la exhuberante belleza del paisaje casi prístino la convierten un reducto de enorme atractivo turístico por ahora prohibido a los grupos masivos y operadores independientes. El 18 de abril de cumplen 118 años del arribo de Augusto Lasserre a la isla para fundar el Faro de San Juan de Salvamento y la subprefectura argentina en el lugar.
USHUAIA - Poblada de historias y leyendas, pero deshabitada; albergó a yamanas, corsarios, presos militares, expedicionarios científicos y náufragos, pero se mantiene inalterada; la Isla de los Estados, conocida en la jerga marina como la "isla fantasma", por las nubes casi permanentes que la cubren, es uno de los misterios del mundo y patrimonio de los fueguinos.
Separada de Tierra del Fuego por una franja de mar turbulento de 24 kilómetros llamado estrecho de Le Maire, donde el agua parece estar en permanente estado de ebullición, la isla mide 65 kilómetros de longitud y tiene un ancho promedio de 8 kilómetros, pero alcanza un ancho máximo de 16 kilómetros y uno mínimo de 500 metros, donde es posible atravesarla a pie uniendo Puerto Cook, por la costa norte con bahía Vancouver, en el sur.
Un sinnúmero de atractivos concentra esta pequeña isla de 520 kilómetros cuadrados, que en realidad es, nada menos, que la última aparición en superficie de la cordillera de los Andes.
Aunque la historia oficial le atribuye el hallazgo de la isla a los holandeses de la expedición comandada por el francés Jacques Le Maire y Williem Schouten, que llegaron al lugar en enero de 1616 a bordo del barco Concordia y bautizaron a la isla con el nombre Staten land, traducido como Tierra de los Estados (Holandeses) que luchaban por independizarse de España.
Sin embargo, los aborígenes fueguinos como los yamanas denominaban a la isla Chuanisin, que se traduce como tierra de abundancia, mucho antes de la llegada de los europeos que pasaban por allí en busca del cruce bioceánico del Cabo de Hornos.
Pero también los haush que poblaban la actual de península Mitre, se referían a la isla de los Estados como "jaius" o "lugar de origen", mientras que los shelk´nams la identificaban como "koin harri" o "cordillera de las raíces", según publicó el licenciado Carlos Vairo en su libro "La isla de los Estados y el faro del fin del mundo".
El viaje más soñado
Viajar a la isla de los Estados desconociendo los aspectos centrales de su historia le restan sentido al mito que encierra esta porción de tierra montañosa, cubierta de bosques, y casi carente de playas, porque la montaña parece emerger de manera vertical del fío azul del océano.
Hay al menos ocho puntos alrededor de la isla que merecen ser visitados (ver aparte). Empezando por el mítico faro del Fin del Mundo, o los cementerio de San Juan de Salvamento y Puerto Cook, donde también están las huellas del antiguo presidio militar, pasando por los restos de la destilería de grasa de pingüino y lobo marino de Piedra Buena en bahía Crossley, la vista no alcanza y la memoria vibra en un repaso incesante por el lugar.
También están el faro de la isla Observatorio, el destacamento naval de Puerto Parry y los numerosos naufragios que pululan por la zona, junto a los faros y balizas que guían a los navegantes que buscan guarecerse de los temporales en la protección de a isla, que antes de estas señales actuó de trampa mortal para varios de ellos.
Fuera de los sitios históricos, la fauna abunda y es posible ver todo tipo de aves marinas y de bosque, pero también ciervos colorados y cabras, introducidos por marinos como Piedra Buena para proveerse de carne fresca durante los meses de estadía en la isla. Ocurre que estos animales se adaptaron al lugar y aumentaron su población.
Faro en la isla Observatorio. |
Bahía al fondo
El apostadero de Puerto Parry fue inaugurado el 4 de octubre de 1978 para ejercer presencia soberana en la isla, contribuir al control marítimo, al cuidado del ambiente y brindar apoyo logístico a los buques y veleros que navegan la zona.
Allí viven los únicos cuatro habitantes permanentes de la isla. Se trata de un cuarteto de marinos de la Base Naval Ushuaia que permanecen en el lugar 45 días hasta que son relevados por un grupo similar.
Una casa prefabricada que sirve de habitación; otra donde funciona el centro de comunicaciones, el estar y la cocina; tres pequeños galpones que guardan los generadores de energía, el taller y los víveres; un muelle rudimentario; una antena; y un helipuerto, componen el destacamento, ubicado al pie del anfiteatro natural de 800 metros de altura formado por las montañas cubiertas de lenga que rodean la bahía.
Lagos de altura del que caen finas cascadas de agua dulce de la que se nutre el apostadero naval, completan el paisaje de uno de los sitios privilegiados de la costa norte de la isla.
A Parry sólo se puede llegar por vía marítima (o en helicóptero) por eso los marinos que allí cumplen su rutina suelen recibir la visita de veleristas que se protegen en la profunda bahía de las marejadas o las tormentas. En isla de los Estados las nubes suelen cubrir el cielo durante las dos terceras partes del año. Allí llueven 2965,6 milímetros anuales, seis veces más que la media en Ushuaia.
De ahí el mote de "isla fantasma" adjudicado a navegantes del siglo XIX, pero también, porque alberga dos cementerios, las ruinas de un presidio brutal donde hubo una fuga sangrienta, o porque a sus costas escarpadas llegaron bucaneros, piratas, náufragos agonizantes, exploradores y marinos agotados en busca del paso al Pacífico.
Todo para ver
En Isla de los estados se montó el faro del fin del mundo, ahora reconstruido por un grupo de veleristas franceses, funcionó la cárcel en Puerto Cook que luego fue desactivada y los presos trasladados al recientemente construido presidio de Ushuaia.
Alrededor de esta isla de 72 kilómetros de longitud hay decenas de barcos hundidos, entre ellos la goleta espora con la que Luis Piedra Buena naufragó en 1872 cuando intentaba capturar a una colonia de pingüinos penacho amarillo integrada por un millón de ejemplares, según cuantificó el marino en el diario de bitácora.
Para salir de la varadura, Piedra Buena construyó el cúter Luisito, usando madera de la espora y del bosque contiguo, con el que salvó a la tripulación de las inclemencias del invierno y llegó sano y salvo a Punta Arenas donde tenía un almacén de ramos generales.
El marino, nacido en la localidad bonaerense de Carmen de Patagones, en 1833, siguió usando el cúter al menos por otros 11 años.
Dueña de un paisaje exhuberante, muy distinto a Tierra del Fuego, con una abundante fauna autóctona, pero también con especies introducidas como las cabras y los ciervos, la isla de los Estados se ha convertido en uno de los sitios más misteriosos del país, tal vez, debido a su lejanía, inaccesibilidad e historias.
Capitán Luis Piedrabuena. |
El gaucho del mar austral
Antes de ser comandante de la Armada, Luis Piedra Buena era un singular comerciante que se dedicaba a cazar lobos, ballenas y pingüinos en los mares del sur, así como también a recorrer los frecuentados canales fueguinos para rescatar náufragos a los que les cobraba una interesante suma de dinero para llevarlos a tierra.
La primera vez que este hombre duro de los mares del sur arribó a la isla fue en agosto de 1847, siendo aprendiz de marinero, teniendo sólo 14 años de edad. Desde entonces quedó prendado del paisaje y las riquezas de la isla.
En la época en que el marino realizada estas tareas no existían los combustibles derivados del petróleo por lo que el combustible principal para faros y lámparas era la grasa elaborada producida con estos animales.
Piedra Buena también se enfrentó a los ingleses que se habían asentado en Malvinas y protagonizó grandes hazañas como la construcción del cúter "Luisito", a partir del naufragio de la goleta "Espora", para poder salir de una situación peligrosa cuando se había internado en la bahía Franklin y un repentino cambio de viento dejó varada a la embarcación.
Los biógrafos de Piedra Buena contaron 257 rescates durante los 35 años que navegó el sur argentino y chileno. Para lograrlo había construido dos estaciones de salvamento.
Aspectos históricos de la isla
En busca de una ruta comercial alternativa a la de Magallanes la expedición holandesa de Guillermo Schotten y Jacques LeMaire descubrió la Isla de los Estados en 1615.
Los marinos la llamaron "País de los Señores de los Estados" en homenaje a los Estados Libres de Holanda, que acababan de independizarse de la corona.
Sin embargo, los yámanas, que ya la conocían, según los restos de esta etnia hallados por la antropóloga Anne Champan, la habían bautizado con el nombre "Chuanisin", que significa "tierra de abundancia".
Por las costas de esta isla pasó un sinnúmero de navíos que se dedicaron a la caza y la depredación de lobos marinos y pingüinos. Pero muchos de ellos no resistieron las inclemencias de su clima y la bravura del mar y por lo cual en el fondo del mar existe una gran cantidad de cascos hundidos.
Por ello, el 18 de abril en abril de 1884 una escuadra al mando del Comodoro Augusto Laserre llegó a la isla con la misión de construir un faro, un cuartel de prefectura y un penal militar. De este modo el 25 de mayo de 1884 se inaugura el faro de San Juan de Salvamento, el cual sirvió de guía para los navegantes y expedicionarios que se dirigían hacia las tierras aún desconocidas de la Antártida.
El faro, conocido como "Faro del Fin del Mundo" funcionó hasta 1902 y era el único existente entre el Río de la Plata y el Cabo e Hornos. Fue reemplazado el 1 de octubre de 1902 por el faro de Año Nuevo ubicado en la Isla Observatorio. En este lugar también funcionó una estación de observación magnética e instalaciones meteorológicas.
En esta isla recalaron las expediciones del Dr. Charcot, de Otto Nordenskjöld y la corbeta "Uruguay" en misión de rescate de la expedición sueca.
Cinco meses después de haber construido el faro que inspiró al escritor francés Jules Verne para su obra "El faro del fin del mundo", Laserre continuó su marcha hacia la costa sur de Tierra del Fuego y fundó a Ushuaia, el 12 de octubre de 1884.
A partir de 1821 podemos citar a Luis Vernet nombrado por el gobierno de Buenos Aires "comandante político-militar" de las islas Malvinas y de los Estados, y nuestro famoso marino Luis Piedrabuena, que a mediados del siglo pasado frecuentó sus aguas y estableció factorías para la faena de pingüinos y lobos de mar, "cumpliendo la humanitaria tarea de socorrer náufragos en esta tierra lejana de los mares del sur".
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