domingo, 19 de diciembre de 2004

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Está desapareciendo una raza aborigen

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Protección y respeto al derecho de vivir piden los alacalufes que viven en los alrededores de P. Edén. Al amparo de la aviación y en el desamparo de la barbarie blanca.
Ha convivido dos semanas con los indios alacalufes. La curiosidad científica, la inquietud por el estudio y el deseo de aportar un grano de arena a la pauta del saber, llevó al etnólogo suizo, Sr Daniel Hammerly Dupuy, a recorrer las tolderías indígenas de Magallanes.
Visitó primero a los yaganes y a los onas del sur, estudió sus costumbres, sus características y regresó con un notable bagaje de conocimientos. Las palabras del señor Hammerly, si bien coincidentes con el pesimismo de otros científicos, respecto al triste porvenir de los pocos indígenas que aún existen en Navarino, fueron las de un investigador que llega a un final deseado.
Posteriormente, quiso saber de los alacalufes y se dirigió, tras notable odisea, a Puerto Edén.
Y allí, convivió dos semanas con los alacalufes.

Llegó a Punta Arenas, después de sortear dificultades de transportes, no por cierto muy lógicas, con los ojos enrojecidos por el humo del cubil alacalufe y alguna marca dejada en su pierna, por las fauces del perro amigo de los indígenas que desconocía las ropas civilizadas.
Nos habló con entusiasmo de algunas observaciones que pudo hacer; con extrañeza de otras y por último, con verdadera y legítima indignación de las más.
Su admiración hacia la resistencia orgánica del alacalufe, no tiene límites; su asombro por lo que se podría hacer en beneficio de todos y no se hace, es grande. Su indignación por el trato que recibe el indio es justa.
El indio alacalufe debe librar una lucha verdaderamente increíble, para subsistir, para vencer a la naturaleza cruel que envuelve al medio en que vive.
Busca su pobre alimento natural, en el fondo de los canales y obra en forma que era ignorada aún por los más grandes investigadores. La india alacalufe bucea como no lo harían los mejores nadadores del mundo. Usa de medios de protección casi nulos: calentarse los dedos con el aliento, durante el corto espacio de tiempo que se da, entre buceo y buceo.
Puerto Edén, sus alrededores y sus indios, podrían ser motivo de atractivo turístico sin igual. "Si el mundo supiera algo de aquello, la corriente turística sería de enorme importancia", es un verdadero Edén… pero en él reina la maldad llevada a su grado extremo.
Y el señor Hammerly Dupuy, descubriéndonos un estado de cosas inconcebibles nos dice:

PIEL DURA

- Los indígenas refugiados en Puerto Edén, se llaman ellos mismo "Kaueskar". Este nombre significa "piel dura" (Kaues: piel; Kar: designación de todo lo que es duro). Piel dura para soportar el frío; piel que templan desde la más tierna infancia en el agua del mar.
Piel dura si, pero no alma dura; piel insensible al frío pero que no recurre a un espíritu indiferente. Esto es lo que han olvidado muchos loberos y choreros al dar a los indígenas un trato peor que a las bestias".
Sus palabras nos hacen reaccionar sorpresivamente; a pesar de conocer la poca atención que se le da al indígena, cuya verdadera situación se conoce a través de estadísticas y estudios concienzudos, que llenarían un estante enorme, no podíamos concebir que la barbarie contribuyese a su extinción.
- No sabíamos que existiesen enemigos del indio… hasta tal grado.

DESPOJO Y ROBO

- Los enemigos del indio desfiguran el carácter de éste. Pero si el indio supiera llegar hasta la prensa tendría mucho que contar.
- ¿Es acaso la víctima de despojos?…
- No solamente es despojado de las pieles de lobos y de nutrias, mediante asaltos que permanecen en la impunidad, sino que se los despoja de sus hijos y se lo priva de las libertades fundamentales que corresponden a la naturaleza humana.
- ¿Hasta tal extremo puede llegar el abandono en que se encuentran?
- Las armas de fuego paralizan al hombre considerado como primitivo y que sólo conoce el uso del arpón. El trueno del estampido de la pólvora, seguido del derrame mortal de la sangre, representa un poder demasiado enérgico para los que necesitan estar mucho tiempo al acecho para atrapar una nutria o un lobo marino.
- ¿Así es que no hay protección para ellos?…
- Los indios de Puerto Edén se hallan, felizmente, bajo la protección material de la aviación, que reparte en forma de alimentos los sueldos de cuatro personas entre ellos. Esta es una obra muy meritoria. Lamentablemente dicha labor pierde gran parte de su eficacia por el hecho de que en la misma bahía se instalaron cerca de un centenar de choreros, que atropellan contínuamente a los aborígenes.

BRUTAL ATROPELLO

Continúa nuestro interlocutor:
"Cuando las indias bogan en sus canoas, en plena bahía de Edén, los sátiros que se dedican a la pesca, barcos naúfragos, esperan que esas pobres mujeres se alejen entre las islas para producir el asalto infame a mano armada.
- ¿ ….?
- Las mujeres indígenas bucean totalmente desnudas para extraer choros de las profundidades del mar. Es un buceo arriesgado que las obliga a someterse a un frío casi torturador. Para huir del ataque sexual de los "civilizados" deben nadar rápidamente hasta la piragua abandonando sus ropas en la costa…
La huida precipitada no siempre da lugar a recoger a todas las compañeras. Pero la experiencia les ha enseñado que es preferible que la tragedia caiga sobre unas pocas que sobre todas, sin excluir a las niñas de corta edad. A la pobre víctima que queda rezagada, deben pasar a recogerla más tarde o al día siguiente.

CONSECUENCIA FUNESTAS

-Pero estas prácticas brutales deben tener consecuencias terribles…
-Las consecuencias de estos atropellos se hacen sentir en todos los órdenes de la vida del indio. La impiedad de los asaltantes desencadenan sobre los indios un trío demoniaco: enfermedad, hambre, muerte.
Enfermedades que arruinan a una raza y apresuran su extinción. Hambre de los aborígenes que se ven privados de sus derechos legítimos a la vida. Muerte bajo la ruca colectiva donde a falta de suficientes cueros para protegerse de las inclemencias de la región, tuvieron que recurrir a los cueros de varias familias para no quedar a la intemperie.

CLAMOR QUE DEBE SER OIDO

Termina el señor Hammerly Dupuy:
- El clamor del indio de los canales debe llegar hasta quienes puedan remediar esas condiciones que difícilmente tendrán parangón en cualquier otro lugar del planeta.
En las humildes chozas de los indígenas de los canales chilenos se llora de dolor e indignación. Las lágrimas de fuego corren dentro de las venas de una raza que se extingue sin ser defendida por quienes debieran ser sus hermanos mayores; los hombres blancos, que no siempre tienen un espíritu del mismo color…
Hasta aquí nuestra charla con el etnólogo suizo que ha llegado hasta nosotros para descubrir algo que sabíamos. La preocupación por el indio aborigen magallánico, ha sido mucha ultimamente: el color de su sangre; sus rasgos fisonómicos… antropología.
Y mientras se escriben libros científicos en los cuales se consignan los últimos datos recogidos entre ellos, el hombre blanco, brutal, les aprieta el cuello con el dogal de su barbarie civilizada.


El Caballero Andaluz


"NOTICIAS GRAFICAS DE MAGALLANES" 21 de mayo de 1947.

Recopilación Jorge Díaz Bustamante

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