viernes, 17 de diciembre de 2004

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Río Turbio

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Carreras, hombres que pasan apurados con su valija o con su bulto; las 12.30. "Ya, vamos, pronto, apurarse!". La lista, ligero para salir primero… Y comienza el encargado de la lista: "Vidal, Ulloa, Barrientos, Paillamán, Colihueco, Warner", etc.
Los nombrados van encaramándose rápidamente y acomodándose en los asientos del camión que viene de Natales a acarrear la gente para el pueblo, la que pasará en Chile la noche del sábado y el día del domingo, regresando en la tarde de este día.
Es patriotismo el de esta gente, y el mío también. En el verano es nada, pero en el invierno… "UYUYUYUYU!" Los asientos o bancadas quedan como para sentarse de barro y nieve. Y hay que pensar que cada camión "carga" de 50 a 60 hombres con su equipaje.

EL VIAJE

Bueno, pero empecemos el viaje. Se oyen en cada camión los gritos de los ya acomodados o apiñados apurando la salida: "Ya, ya: vamos, vamos, hay que llegar primero a Laurita". "Apúrale chueco: corre marmota, oh! Brrrrrrr! Partió uno. Bravo, bravo, chau, en Natales los esperamos". Son los gritos de burla de los que parten a los que todavía hacen carga o esperan a algún pasajero rezagado o cobran algunos pasajes…
Hay ocasiones en que salen dos con poca diferencia y entonces se entabla el duelo de velocidad. El chivateo es grande; la "gallá" anima a su chofer: "Písale el fierrito Vidal… que el avión de García nos alcanza!" "Échale Vidal, ya Fangio. Adelante va Hueco de Oro; alcanza esa carreta". Los otros, por consiguiente, tienen los mismos gritos respecto de nosotros y así unos con otros se echan sus buenas tallas.
El camino es en general bueno y la huella tiene rectas donde se puede pisar el "fierrito" a fondo"; pero yo, personalmente, soy un gran cobarde para estos lances y por cualquier barquinazo se me sube el estómago al corazón y éste a la garganta, subiéndome la temperatura a cada acelerada. Y así transcurre el viaje hasta el puesto fronteriza de Laurita, donde debemos bajarnos o mejor dicho saltar a tierra, para la revisión de equipaje personal.

ADUANA
Es ésta una operación molesta. Y otra vez la lista: "Vidal, Nahuelquín, Barrientos, Sementilli", etc. Y el gendarme: "¡A ver qué llevas ahí!" "Una barra de jabón, un kilo de café". Otro: "Medio kilo de manteca, un kilo de yerba, dos jabones Lux". Un tercero: "Un litro de aceite, una lata de mermelada", etc, hasta pasar los 50 o 60.
De vez en cuando se oye al gendarme que dice: "Ché, cuántas veces te he dicho que no se puede traer aceite. Dejálo ayi; a la vuelta lo pasás a reclamar". "Y vos, ¿no sabés que no se puede traer más que media barra de jabón? A ver, cortála por el medio. Ya está, subíte al camión". Y esto, todos los sábados del calendario.

A LA QUERENCIA
Menos mal, ya estamos listos para partir, cuando llega el otro camión con su cargamento humano, para repetir la misma operación. Nosotros partimos. Zumba el motor como queriendo arrancarse de la carrocería para llegar antes a nuestro Natales, y 10 minutos después estamos en el retén chileno de Casas Viejas. Miramos con orgullo y pena nuestro pabellón que ondea en su mástil. Con orgullo por lo que amamos a Chile y con pena al ver su estado material. ¡Si parece que la estrella solitaria va a salirse de pronto a reunirse con sus hermanas naturales del firmamento! Tan chiquita está ya la bandera.
Ya, a esta altura del viaje, el sombraje se hace más parlanchín y parece que todos tomaran el olor a Natales que trae el viento que en estos parajes sopla casi continuamente bastante fuerte. Se van cantando los lugares conocidos como si fueran estaciones del ferrocarril; Estancia Nueva, Callejón Buenas Tardes, Iglesias, etc. Y entramos al pueblo ante las miradas más o menos indiferentes del vecindario que ya está habituado a ver la llegada de los "indios de la mina".

EL FINAL
¡Rrrrrrrrrr! Para el motor y también el camión; esto es lógico; a tierra, y al momento la pregunta clásica: "¿A qué hora es la salida?" "A las 17 del domingo". "Puchas, ¿por qué no salimos el lunes de amanecida, mejor". "Podían conseguir con el sargento de Laurita que nos dejara la pasada a las 7". El encargado de la lista, que también tiene hartas ganas de salir de amanecida, promete hablar con el sargento para la otra semana, pero así se ha pasado el año y siempre el domingo a las 17.
¡Qué pesado se hace el partir el domingo, sobre todo cuando hay tardes de sol y programa para la noche!... En especial, para los muchachos jóvenes que aún tienen en la boca el sabor de los besos de la polola en la penumbra de un cine o en el paseo campestre… Pero, es fatal; hay que regresar y se regresa mal que se quiera. La vuelta es siempre regada con buenas botellas de blancolio para olvidar… y alas 21 horas, otra vez en la mina; a acostarse para levantase temprano a "laburar" y listos para anotarse para el sábado próximo.
Y así sigue esta cadena que sólo se puede cortar de dos maneras; con trabajo en Chile o con la baja en la mina.


DON TURBIO.


NOTICIAS GRÁFICAS DE MAGALLANES, Viernes 11 de Noviembre de 1949.
Recopilación de Hugo Vera Miranda



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