- ¡Me cago che! Europa no está pa' fantasmas, güevón - murmura Oyarzo sorbeteando el Schopp, girándolo ante sus ojos. - ¡Me cago che, es fin de milenio ! Europa no está pa' fantasmas, por más que lo quieras ya no está pa' fantasmas-, gritan sus cuencas, boyas de miel sumergidas tras un cristal de cataratas urinales, acompasadas con el Yellow Submarine del Wurlitzer posado en el fondo del océano shopero.
Barrientos, sale del Pub abotonándose el Montgomery gris bajo una cotidiana y otoñal neblina, por las veredas circulan transeúntes pálidos, ignorándolo. Camina rápido, casi al trote, apretando hombros y cabeza gacha, su mirada café puesta en los adoquines de improviso se detiene para inhalar industriales humores. El aromático olor carbón desfila marcando el paso de una marcha de obreros que se le acerca, los imagina saliendo de apocalípticas minas. Su aliento cervecero, confundido con el carbono de amarillos cascos proletarios activa feronomas, resurge una diáspora de mineros chilotes traspasando la frontera del Cerro Dorotea, hacia el turno mañanero del Yacimiento Carbonífero Fiscal de Río Turbio. El patriotero diario regresar de asalariados, matuteando el golpeado acento encallosado trasandino y los pesos sanmartinianos para levantar el pueblo al ritmo de rancheras de acordeones quilomberas que los acercan a sus primos chicanos, quienes desde la californiana, Los Angeles, envían dólares americanos para construir Guanajuato. Pero las espaldas mojadas chilotas y natalinas sólo son bronceadas por la fantasía ruborizada del traicionero oro negro grisú que irradia el sol medianero de la celeste y blanca.
Su mano izquierda estira la piel de sus pómulos y dibuja una musaraña en su cara, el pliegue de la bufanda rojinegra cubre la parte inferior de su rostro, se le difuminan las imágenes. Un piquete de Bobbies vigila una nebulosa escena punki donde hoolligans engullen cerveza y combaten a los beatos de Sex Pistol que exigen el derecho a decir No. Y los cascos carboneros, se trastocan en cabezas metálicas encendidas y filosas. No seas irrisión, ni lo mentes, escucha in off. Sí, tal vez, tal vez Oyarzo tiene razón, y en el camino hacia Abbey Road los fantasmas han dejado de recorrer Europa y ahora solamente ocurren en la pantalla escarlata striptiseras marchas bolcheviques de Full Monty.
-Me cago che ni lo mentes- se dice, reiterando el argot chovinista, aferrando esa estructura sintáctica a una identidad extraviada en la vorágine plurilingüe. Como si el me cago che ni lo mentes sea un acto de habla que promulga, desde las bancas de Trafalgar Square, un edicto cómplice que lo catapulta a un estatus superior y no ser una voz latina más exiliada en las Europas...
Casi un cuarto de siglo de soportar la flema anglosajona, desde que a bordo del Boeing 727 de Lan Chile, charteado por ACNUR, inició con Sofanor Oyarzo, un peregrinaje de treinta y seis horas sobre el Atlántico, para caer en Gran Bretaña, de Dawson a Inglaterra. Dos magallánicos acogidos por la Corona Inglesa y su Gobierno Laborista. Pero el Tour gratuito era sin retorno y la DIRINCO, ese burdo Ombusman chileno, nunca acogió reclamos. Desde las ventanillas del 727, se les aparecía la isla británica, al igual como a sus abuelos chilotes desde la borda de la Goleta Ancud las costas magallánicas pero estos habían optado por el viaje, ellos en un concurso donde ni siquiera participaron.
Welcome to the England. Do you Speakin English? con apuntes del Book A de Miquel y Manríquez, respondieron pretenciosamente Yes. Y el first dream in London con la curiosidad de saber si en Inglaterra se sueña en Inglés. Por el contrario, soñé en español echando punteadas contra Oyarzo que no dejaba de jugar baloncesto en Dawson. El diablo castrense con cara de Donald se me aparecía en sueños y limpiando su piocha me decía te salvaste güevón, por esta vez te salvaste, y el cadavérico flaco Tohá brincando y lanzando un gancho con retención al más puro estilo Kareem Abdul Javar, perdía toda parsimonia y compostura y venía hacía mí gritando ganamos, ganamos les volamos la raja y los escribanos Cloro y Bitar pasaban hojas a los infantes que las quemaban en un tambor al costado de la barraca, con el calor de ellas se sobaban las manos apretando el sueco, ítalo, germano, un chasquido de balizas escapa de un Zig asesino. Tohá cae, el capitán Donald sale del Palacio de la Risa: alégrense güevones van a tocar el chilote marino en gayta. Silba el viento, es 18 de septiembre, no hay sol, graniza en Dawson. Doble de Oyarzo.
Quizás, eran los adoquines que lo tenían atrapado al lugar. Quizás, le recordaban la calle Paraguaya de su pensión en Punta Arenas. Aunque ya le eran familiares los saltitos de las ardillas rojas de lápida en lápida, las bandadas de los cormoranes próximos a invernar quizás agolpaban a nostálgicos tordos invernales de la huerta paterna de su home en Puerto Natales. Quizás los mausoleos neoclásicos a las criptas de los Menéndez en la necrópolis puntarenense, donde acudió al recital de los Encajes Blancos junto a la Pelusa, cosita rica, de hot pant, chaqueta toda de gamuza con flecos en las mangas, pañuelo hindú en la cabeza y calzando esbeltas botas blancas con plataforma delineando sus piernas hasta sus rodillas de Twiggy cual maniquí de Boutique Burbujas. La irrupción de los pacos y los feroces tijeretazos que en la comisaria extinguieron las mechas hippientas, entrar al Ñandú ya no como el extraño del pelo largo para ahogar un poco de insatisfacción chupando Polares y leyendo el manifiesto clandestino dentro de un Fantomas, porque usted lo quiso apuntaba el albo índice enguantado, en la contraportada. Porque el pueblo lo ha pedido explicaba Renzo. "Un fantasma recorre Europa...".
Pero Oyarzo botó la chapa de Renzo, prefiere la de latin lover y su manto de exiliado fogoso para tirarse a cuanta gringa se le atraviesa . -lo cortés no quita lo valiente- se excusa. -ni lo calentón- retruco.
No se lo ha querido contar. Diría que es mentira, otro grupo para llevarlo a rendir pleitesía al "sacrosanto Marx". Que sólo busca lanzarle a la cara su viraje de bolchevique a burgués reformista y renovado embobado con el modelo neoliberal de desarrollo capitalista y la tercera vía del conejo Blair. Diría que quiere decirle traidor que no se merece su amistad. Por lo demás, no es necesario acudir hasta el sepulcro de carlitos para que algo huela a podrido en Inglaterra, que el hedor descompuesto del marxismo está en todos lados. Sí, Oyarzo le diría eso.
Fue de casualidad, la bruma perturbó su sentido de ubicación, tropezó con adoquines desconocidos, trastabillando se afirmó en el bulto frío que epifánicamente se antropomorfoseaba en un busto casi simiesco, mongoloide, una pátina verdinegra delineaba los contornos del rostro protuberantemente amedallado de ojos rasgados cuyas cuencas vacías parecía que lo mirasen incrustado como estaba en sobre relieve sobre un poyo de granito, bajo éste una metálica placa:
In Memoriam of Boat Memory
"We Want Justice"
Deadh London, October 16 of 1831 leyó a manera de epitafio. Boat Memory, Boat Memory corrió atemorizado sin comprender el porqué huía, ni quién era ese rostro desconocido paradojalmente familiar que lo acosaba.
Gracias al documental de la BBC del 21 de octubre con motivo del aniversario del Discovery of the Strait of Magellan sus posteriores navegantes y viajeros que pudo embarcarse en la Primera Travesía de la Beagle por los Mares del Sur al mando de Parker King, cruzar con él el Cabo de Hornos junto a cuatro polizones Yámanas. Los vio estar siempre encuclillados, supo de sus torpes reverencias ante aristocráticas narices de rapé al ser presentados ante Guillermo IV, Dios Salve al Rey, a la Sociedad Científica y Naturalista Británica, y a un impetuoso y racionalista joven de quién se dice que ha dicho "¡el hombre desciende del mono!", hay mejor prueba para probarlo que la presencia de estos indígenas reflexionaban inquietas las neuronas darwinianas. "Jamás he conocido seres más abyectos ni miserables", por lo demás "que más se puede esperar de seres inferiores y en estado evolutivo primitivo" y a la duda de Charles Darwin sobre su carácter de humanos le seguirá una certeza "son bestias insensatas irreflexivas no pueden desarrollar actividad mental superior". Así, el naturalista inglés asegura un camarote en la Segunda Travesía de la Beagle Por los Mares del Sur, al mando del capitán Robert Fitz Roy quien quiere pagar las culpas por la invitación hecha a los nativos regresando a Jemmy Button, York Minster y Fuegio Basket junto a su padre Watawineiwa. Y supo, entonces, de la varicela fulminante de Boat Memory postrado y amarrado a un catre en una clínica londinense esperando ansioso ausentes fogatas que en su natal Ukika anuncien su partida, mientras la joven Victoria espera más temprano que tarde ser coronada reina. Me cago che es fin de milenio y la Patagonia está de moda. El despacho extra, extra, on live desde el Number Twenthy de Devanshire Place, terminó por aturdirlo.
En cuclillas, a la vanguardia del Piquete de Londres, frente a la London Clinic, Barrientos alza en su mano izquierda un cartel con un garabateado retrato aborigen, desapercibido entre una treintena de fotocopias de rostros que sostienen los refugiados. Se le acerca Vicente Alegría, quien contradice su apellido y lo abraza tristemente, Justice le dice, al fin Justice. Él casi incólume continúa en cuclillas mirando a lontananza, Justice murmura, Justice, repite junto al coro exilioso, Justice grita, We Want Justice...
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