miércoles, 5 de enero de 2005

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Alejandro Ferrer: Las úlceras suelen tener origen nervioso

1 comentarios

(a los heroicos charlies, alfas, betas, islas y remos de la Isla Dawson)
Tic. Segundos largos como siglos. Tac. Por lo menos seiscientos en cada minuto. Tic. El paciente, preocupado, mira más allá de los gestos mínimos. Tac. El doctor, sereno, con lenta voz sartorial, aunque académico y seguro. Tic. Afuera, cielo de vientos grises y remotos. Cielo malo. Adentro, el reloj, tac, implacable, tic, de pronto se detiene:
-Úlcera.
-¿Úlcera?
-Un cuadro claro; sintomático. Úlcera..., definitivamente.
Y las piernas del paciente se sueltan por un instante dejando escapar las defensas. Le parece estar sobre la cuerda, en la parte más alta del circo. Sin red. ¿Trapecista o payaso?, y el estómago se ha puesto a bailar al compás del mal momento.
-Pero duodenal, eh. Duo-de-nal -repite el médico-. Buena úlcera; garantía contra el cáncer.
Las piernas recuperan su corriente, poco a poco. Ahora son flexibles, jóvenes. Regresa el equilibrio. Ya no importa la red y los segundos corren como deben correr: sesenta por minuto. Las nubes se abren; viajan al sur y el viento amaina. La voz falla, tiembla, pero aún se entiende.
-Oh, doctor, eso me tranquiliza.
Y piensa: "úlcera: esdrújula. ÚL-CE-RA, con acento en la antepenúltima sílaba. La úlcera es duodenal; DUO-DE-NO, tres sílabas, doce dedos, salida del estómago, remata en el yeyuno. Sexto grado, primaria. Todavía, buena memoria".
-Una noticia mala y otra buena...eh, doctor -dice por aparentar control y romper el silencio.
-Sí. La mala: úlcera. La buena: duodenal. No hay cáncer, joven.
El paciente sonríe y vuelve a pensar: "como en el cuento del bueno y el malo. El primero te defiende, no te preocupes; aquí estoy para ayudarte. ¡Pluma! El segundo te golpea. ¡Palo! Uno, pluma; el otro, palo. Pluma-palo, palo-pluma. ¡Plumápalo! ¡Palópluma".
-Úlcera. De que duele..., duele, eh. En la boca del estómago y también en la espalda.
La voz de sastre, pero académica y eficiente responde que sí, que porque es una herida interna, una llaga. Y agrega que la medicina tiene resuelto el problema...
-Todo lo que tiene que hacer, es seguir las indicaciones.
-Seguro, doctor; no faltaba más -y piensa que la úlcera es como una puñalada, pero desde adentro hacia afuera.
Las nubes vuelven y comienzan a cubrir el cielo. El viento las trae de regreso. Vienen frías y amenazantes.
-No más frituras, ¿eh?
-No más, doctor.
-Ni empanadas, ni cebollas, ni bifes, ni papas fritas, ni repollo, ni coliflor, ni asado de cordero, ni salsa de tomates, ni ostiones al pil pil, ni lechón, ni arroz frito, ni cebiche, ni café, ni mate, ni...
-Sí, doctor -interrumpe.
-Además, relajado; que nada le afecte. No piense. Cuanto más piense más problemas, más complicaciones...
El paciente desobedece: "Es cierto; no hay que pensar. No hay que despertar la maldita esdrújula que desde adentro, profundamente escondida, con su cuchillito pica y pica, pica y pica, como un minero duodenal".
-Gracias doctor; me siento más tranquilo.
-Así me gusta, joven. Tome esto, -escribe- esto, esto y esto, en la mañana; por la tarde esto, esto, esto y esto. ¿Me ha entendido?
-Sí, doctor, cuatro veces esto en la mañana y cuatro veces esto en la tarde. Más claro echarle agua.
-Ah, sí... agua. Recuerde, nada de alcohol ni cigarrillos. Dieta blanda y controlada. Usted está muy flaco, eh. Pero lo más importante: absoluta tranquilidad. No hay que preocuparse por nada. Deje que las cosas le resbalen. Las úlceras suelen tener origen nervioso.
-Sí, doctor; yo... tranquilito.
-Comience el tratamiento mañana, sin falta -tic.
-No puede ser, doctor -tac.
-¿...? Tic.
-Mañana es mi Consejo de Guerra -tac.
Y mientras lo dice, desobedece y piensa: "Perpetua o fusilamiento. Treinta o veinte años. Quince años o diez días". Comprueba una vez más que no vale la pena pensar.
Tic. Se abre la puerta de la celda. Tac. Se va el doctor. Se cierra la puerta. Tic. Se queda el paciente. Tac. Vuelven los segundos carcelarios... lentos como siglos. Tic. Vuelve el bueno y el malo. Tac. Vuelve la venda a los ojos. Tic. Noche prematura, sin estrellas. Tac.
Y afuera, el cielo de Dawson cada vez más oscuro.

Comments

1 comments to "Alejandro Ferrer: Las úlceras suelen tener origen nervioso"

Anónimo dijo...
22:44

GRAN CUENTO DE UN GRAN ESCRITOR POR SUPUESTO ORGULOSO DE HABER NACIDO Y CRECIDO ALLI MISMO, UNA PREGUNTA SE PUEDE ESCRIBIR ALGO SOBRE LA FOTO NOMBRES Y SITUACION VEO AL PARECER CARAS CONOCIDAS ME GUSTARIA SABER GRACIAS UN ABRAZO JAIME

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