Creciste arriba de unas North Star regaladas por tu hermano, mientras mamá cantaba las canciones de Sandro y papá quitándose los pantalones blanco plomizo movía las caderas haciendo la burda imitación del Ídolo. Y "ese es mi amigo el puma" hacía olvidar las fonolas del cuartucho. Pero no estaban ni la malla strech, ni la Quinta Vergara. Y la señal de Televisión Nacional llegaba por el cable que todas las tardes salías con un coligüe a colgar al tendido eléctrico, así cuando llegará papá enchufar la Sony, especie recuperada por tu hermano de la misma casa de donde te trajo las North Star, pulsar play y las carcajadas volcánicas de tu juata daban comienzo, "en vivo y en directo y para todo el país", del Show callampero de tus padres, donde "mi amigo el puma" bailaba con "María la Brava". Luego, acudías cual María Teresa Fernández a regalar la Gaviota de Plata, recortada del FestiViña al jovie que cada vez le costaba más sacarse los encalados pantalones y cobrar su contrato millonario de Ídolo, las catorce lucas del POJH.
Creciste con la nariz pegada a las vidrieras de la jugueterías, tus ojos chiquitos y negros te llevaban a esos mundos de Alicia en el País De, en medio de trenes, muñecas y legos, tú eras la Barbie Morena-Chola vestida de Dior, bailando un Strauss en brazos de Ken. Mientras otras Barbys hacían el ruedo y las pelotas de fútbol aplaudían rebotando alegres alrededor.
Viviste en las esquinas, pidiendo limosna para ir a los flippers, donde los más grandes te las quitaban. Era mejor ir a lo de las papas fritas, aunque sabías que los cucuruchos estaban muy altos, a veces las papitas se las daban de paracaidistas y saltaban a tus manos. O solías poner tu carita de niñitapobrehambrienta y con tu boquita sucia tendías la mano hacia los corazones de los viejos Boy Scout, estremecidos al ver tus North Star, mugrientas sin cordones, que hacían la buena obra del día entregándote el cucurucho, sabiendo que en sus departamentos de Providencia los esperaban kilos de papas, tazones de Kellogs o sino podían pasar al Rodizzio por...
-Un filete mignon por favor-
Despertaste con el neón de letreros ventanales, y no faltó el tipo que mientras observabas las vitrinas se instaló detrás comenzó a refregarse en tu cuerpo. Después unas invitaciones a comer papas...
-Te llevo a pasear en mi auto- prometiéndote una Barbie el móvil se alejaba del centro y estacionada en el Santa Lucía le preguntabas por la muñeca... Pero tú no eras Barbie y él no era Ken ni hablaba Inglés, sólo...
-Ahora vas a ver putitaconcha'etumare- Y las vidrieras jugueteras eran el techo del carro donde por más que lo quisieras no aparecían los juguetes, y la pista de baile eran los sillones del Nova Yanky, y la música de Strauss eran los quejidos del viejo, y las pelotas de fútbol eran peludas y luchaban por introducirse y romperte el himencito, y los aplausos de las demás Barbys eran por el color rojitibio que caía por tu entrepierna. Y en la Aurora F.M. que el viejo había puesto a todo chancho la voz gitana de Sandro...
"ese es mi amigo el puma dueño..." la puerta metálica que se abría, un empujón y a la calle sin dejar terminar a Sandro y tu coro lloroso "Dueño del corazón...". Tres billetes, volaban del vidrio abierto, te decían...
-Toma, cómprate una Barbie -.
No acudiste más a las papas fritas. Las viejas North Star dieron paso a los tacos, la mugre engomada se tiñó de rougé, las lagañas al rimmel, simulando las portadas de Cosmopólitan, pero tu rostro nunca conocería a Max Factor. El delantal celestecuadros cambió por unos Lee apretados y una polera amarilloroja que ajustaba los púberes senos desplazó al Jumper Azul Lutolargo y Con Poco Uso que llevabas a la Escuela F-24 de Macul. Las vidrieras fueron cambiadas por las esquinas, y los juguetes ahora eran de verdad, los focos te guiñaban, bajaban el vidrio y te preguntaban...
-¿Cuánto?-.
Hasta que conociste al Tano Foschino que te habló de cambiar el esmog y calor santiaguino por el frío pero limpio aire puntarenense.
-Ya vas a ver en dos años vuelves con los bolsillos llenos de plata-.
Tomaste el Ladeco con la esperanza de un Ken enapino, desembarcaste en el Presidente Ibañez donde el viento helado te abofeteó el rostro. Entraste a la Cosa Nostra, y con tú "show de María la Brava", por un túnel a la Whiskería 53, donde los chumangos acostumbrados a pieles mortecinas babeaban por tus caderas "morenas anchas y sensuales y fuego en la piel".
Pero tu tarifa subió fue con "Derecho a Zona". El dinero tenía el color del petróleo o Teniente o Capitán o Mi Mayor. Nunca "pelao", ellos iban a Errázuriz, donde no existían las whiscolas ni los camparis, sólo las poncheras Yugoslavo, el Canepa con Austral, que toman junto a gordas hediondas que psicoanalizan a los "pelaos" tendidos entreysobre enormes tetasillones, donde los "servidores de la patria" confiesan llorando la ausencia de la minita, las patadas de Mi Cabo por no poder cruzar el Valle de las lagrimas, aquel cubierto del sudor y llanto milico que desagua en la laguna de patinar, la que en invierno hace las delicias de los hijitos rucios de papá, quienes rasguñan metálicamente la tristeza congelada de los pelaos. Y son los mismos hijos de los que los apalean los que sonríen y se divierten abrigados con parkas de plumas Made in USA o Gorros tiposesquiadores de Parenazon , deslizándose sobre el escarchado sufrimiento recluta de aquellos que no tuvieron el amigo Capitán, el tío Secretario de Gobierno o un primo Médico que rubrique un certificado de Inepto. O por último, los 550 puntos en la prueba, matricularse en la U y postergar la milicia.
Pero los pelaos no acuden a colegios salesianos, alemanes o suizos sino que reciben la educación en colegios con números, donde los profes deben dictar a gritos, porque se acabó la tiza o porque la artritis no deja escribir en la pizarrra, hastiados de ganarse las míseras 80 lucas escuchando el chirrido de la tizauña quebrada sobre el prenzadonegro de las Ecoles chilenas, que prefieren dejar que los barracos populacheros griten y se saquen la cresta, -total,- piensan los profes, -para que enseñarles más si lo que les espera es una pegita en la Constructora o acarreando bolsas en la feria y para eso no hace falta trigonometría, raíz cuadrada, Comprensión de lectura o Ley de Gauss-. Y el único tío del colimba es al que hay que ir a dejar a su casa cada vez que lo encuentras curado y el amigo mas pituto es el Junior de la Muni. Todo esto soportando las patadas del Sargento y ¡cuidado, que viene Mi Teniente! riéndose porque el raso llora, mientras sapea con binoculares el culo de la hija de Mi Capitán que dibuja un ocho en la laguna.
Moqueando delatan los pelaos, a las maracas freudianas, que ellos no comen calafate para no tener que volver, o les revelan el desprecio que sienten por la chovinista Perla del Estrecho que los margina a babear y orinar el Dedo Gordo del Indio Ona, de la Plaza Muñoz Gamero, los dominguitos de franco.
Con tu ortografía de segundo básico repitente, le escribías a Mamá de tu trabajo de camarera en el Hotel Cabo de Hornos...Camarera se llama salir todas las noches a empelotarse, ante el millar de ojos patagónicos que te devoran y tu detrás de la reja refriegas tu piel morena, güachita con tu tanga-tanga que apenas sostiene tu culo morocho, el más caro de la ciudad del Monumento al Ovejero, donde acudes todas la tardes a subirte arriba del broncíneo equino, soñando salir galopando a tus maravillosos mundos de Alicia.
Por las noches los Peruzovic, Gómez, Buvinic Vera, eran los que te galopaban. Y tu cuerpo, "tranco a tranco legua a legua", se convirtió en el segundo Club Hípico magallánico. Yegua-Potra gritan calientes cuando sales a bailar con "mi amigo el puma", la descendencia patagónica yugolote, daba lo que pidieras por escupirte su Semen Australis .
Pero tus herraduras taco aguja a veces se quebraban y no querías salir a galopar, preferías quedarte en la casa de dos pisos que el tano Foschino les arrendaba en Playa Norte, donde quedaba el Stud. Hasta que llegaba el tano, en su Malibú azul a buscarte.
-Te están esperando-.
Y aunque tenías "marea roja", siempre había un Almirante o Patrón de Buque Factoría que no temía contaminarse.
Hasta que vino el siniestro, las llamas arrasaron el stud. Y acudes a sacar a la Luisa que está dormiborracha, pero todo fue inútil y los choros se quemaron y tu cabellera azabache cobijó los rayos tal como el Tano cobijó las bromas sobre su sarta de choros ahumados.
Aprendiste que la nostalgia se alejaba con unas pastillitas regaladas por el doctor voyerista adicto a los juegos plásticos, o sino unas gotas de Chivas Regal sirven de "yumbina" para el Derby Sexual que todas las noches corrías.
Pero la carrera se fue haciendo más pesada y el tano trajo nuevos materiales de Santiago. Y tu show de María la Brava, fue cambiado por una Madona Chilensis, "Like a Virgin". Y tus ahorros, destinados al "sueño de la casa propia", te sirvieron cuando se quebraron tus herraduras taco aguja. Y abandonaste el Stud para caer a..., Calle Errázuriz...
Donde no hay ni Tenientes ni Enapinos ni Estancieros. Ni el dinero se llama Código Civil, Ortodoncia ni Acción Dólar, ni viaja en Malibú, Blazer o Silverado.
¿Y donde estaba Ken?
Del Cosa Nostra al Farol Rojo. Tú, acostumbrada al Agua Brava, Brutt 33, Paco Rabanne, tuviste que soportar el Avon Para Hombres, o el Caries Space, la mezcla de caries, copete, sobaco y rabia. O el olor a patas milicas de Virginia. O las orejas y labios partidos de los pelaos, que te cosquillean las tetas lacias buscando el pezón materno distante tres mil kilómetros a orillas del Rahue, Cautín, Bio-Bio o Mapocho. Pero estaban las pastillas que te alentaban y mejor aún el Canepa con Austral, que ahora se llamaba, "Croata".
Así, a una década de tu llegada, parada en la puerta bajo un "Farol Rojo", esperas pinchar a Ken, guiñando a los diciochoañeros rasos que suben por Errázuriz a las ocho de la tarde todos los domingos, todos los domingos. Y tú "rogando a San Antonio que te mande un novio, todos los domingos , todos los domingos..".
Al final, las caderas se hicieron más anchas, pero no más sensuales, y el "fuego en la Piel ", es la acidez del dragón con que despiertas cada mañana . Y tu arrogancia de María la Brava, de nada sirvió, cuando la auxiliar del Enfermedades de Transmisión Sexual, donde acudías todos los meses para timbrar tu Pasaporte de Puta, te entregó un papel blanco, Cirrosis, y te derivó a la puerta vecina, Alcoholismo, donde una enfermerita de apellido "ich" te aconsejó el tratamiento .
Vinieron las torturas en jeringas de Apomorfina y a tus pies un balde donde ves reflejada tu terapia , la enfermerita que te saluda con la caña de vino pero nadie te saca a bailar, que esta vez será sin el casette de Sandro, sino al compás de tus arcadas y las de las otras artistas que están en lo mismo. las mañanas invernales se hacen eternas de regreso al quilombo luego de la inyectada, subiendo por Zenteno mientras los boys salen del Pudeto...
-a instrucción a instrucción ya nos vamos a instrucción...-
Una quincena de apomorfinas dieron paso a la sesión con el siquiatra, que te recetó el Antavú, reforzador de la voluntad...
- ya sabes, por si caes -.
Esta madrugada te apearon del Caballo del Ovejero, calzabas unas North Star mugrientas sin cordones, tus brazos escarchados abrazaban a Barbie y Ken. En los estribos, una caja de Antavú cerrada, un cassette y un Musiquero con letras de Sandro.
Comments
1 comments to "HÉCTOR MARTÍNEZ DÍAZ: BARBIE BUSCA A KENT"
13:03
Un saludo cordial y felicitaciones a los sureños escritores
me parece excelente que el que debe escribir lo este haciendo
Me gusto el cha cha cha
Buenos los antecedentes putescos que tienen como pertenencia identitaria
Nos explica mejor los comportamientos y actitudes de los nobles ciudadanos de esos lugares alejados
Un beso grande para Hector
Y otro para Yislen
Erika la temuquense
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