Como todos, he sido afortunado y desafortunado en el amor y también en otras cuestiones que no vienen al caso. Lo cierto es que cuando ella me engañó, me vi sumergido en un colapso tan traumático que el infierno y el bombardeo a Irak no era nada. Absolutamente nada comparado con el dolor, DOLOR, que implicaba que aquello que amaba había dejado de hacerlo. Pero ella me convenció que aquello había sido culpa mía. Que después de haber probado la cicuta, de bajar al Olimpo de la decepción, de haber tomado miles de litros de alcohol para amenguar el dolor, de querer matarme, de noches y noches sin dormir, de tomar pastillas y más pastillas de todos los laboratorios del mundo, me convenció que yo tenía la culpa. Yo tenía la culpa. Porque nunca fui lo suficientemente atento con ella. Porque nunca estaba cuando ella "me necesitaba", porque pataplin y pataplan. Yo era el culpable de que ella me engañara. Y si yo sufría era porque era (no valga la redundancia) un soberano pelotudo. Ella me engañaba porque yo nunca, pero nunca, pero nunca, le regalé una rosa el 14 de Febrero. Al final me convenció. Yo era él culpable. Por eso la segunda vez que me engañó, (¿Habrá sido la segunda?), no sufrí, no me tome dos mil litros de cerveza, no aullé en la madrugada, no quise matarme, no llegué a un paro cardiorrespiratorio, no me sumergí en el lodazal del desencanto, no arremetí contra el arco iris, ni maldije a la Luna. No. Solo la saqué de mis contactos del MSN.
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Comments
3 comments to "Como todos..."
18:45
Estrepitoso el cuadro. Me pregunto por la versión de la victimaria, sería bueno saber quién fue más masoquista de los dos.
18:51
NO OS ALARMEÍS, NO ME ESTOY REFIRIENDO A USTED, SINO A AQUELLA QUE SE ME LLEVÓ MIS PANTALONES
10:53
¿y desde cuándo anda desnudo, señor?
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