miércoles, 2 de agosto de 2006

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Santa Pamela Betanzo

4 comentarios



La conocí en el Hotel Internacional en San Telmo. En la cocina del Hotel Internacional, que de internacional no tenía nada. "Te presento a Pamela" me dijo la encargada del hotel.
La encargada del hotel era una argentina rubia, linda e histérica. A veces era más linda que histérica, otras, más histérica que linda. La encargada, con esa filosofía barata aprendida en años de calle y delirio, comentó después de las presentaciones de rigor: "Ché; ¿por qué ustedes no arriendan una sola habitación y así les sale más barato?". Pamela y yo nos reímos a destajo, es que recién nos había presentado y ya nos decía que viviéramos juntos por una cuestión de economía. Verdaderamente la encargada argentina, rubia, linda, histérica, se las traía. Fue así como conocí a Pamela. Fue así como aquella misma noche comencé a vivir con Pamela. La encargada estaba loca, nosotros también. Mi vida con Pamela -ahora lo pienso- fue una vida que mereció vivirse. El alma más grata del universo. Mujer de pocos recursos en aquel entonces, se afanaba en ayudar a quien se lo pidiera, con una papa y un tomate hacía el manjar más exquisito que pudieras probar. Solícita hasta decir basta. Exudaba amor a raudales. Por la humanidad, por los amigos, por mí. Bienamada de la lluvia, solía deambular casi desnuda cuando el aguacero arreciaba en Buenos Aires, nadie podía disuadirla de que no lo hiciera. Entraba y salía de la lluvia una y otra vez. Preocupada de todo el mundo, vivía despreocupada de ella. Usaba una risa gigante que te la voglio dire. Se reía y alrededor revoloteaban mariposas. Parecía más grande de lo que era. Un andar mistraliano y con capote era su sello. En aquella época cuidaba niños y realmente no sé si le pagaba por aquello, ella decía que sí. Me amaba con pasión, descaro y fatalmente. Yo también la amaba, no tanto como ahora, pero sí, la amaba. Pero era difícil entender a Pamela. Es que nadie podía entenderla. Pamela era de otro lugar, de otro planeta, de origen desconocido, en donde no campea la maldad, el engaño y las violentas sirenas que desgarran la noche. Puedo asegurar fehacientemente que era la mejor de todas. Después, como siempre sucede, muchas cosas pasaron y la vida nos separó. Cosa de la distancia, el olvido y el tiempo inexorable que se afana en darnos cachetazos una y otra vez. Alguien me comentó que Pamela -ya viviendo en Santiago de Chile- salía los fines de semana a brindar -con un grupo de amigos- refugio a los numerosos pobres de nuestro país que viven bajo los puentes, le lleva una taza de café caliente, una manta, una caricia y palabras de amor como siempre hizo. Con todos y conmigo. Santa Pamela Betanzo.

Parte de esta historia se la conté a mi hijo, él viajó a Santiago de vacaciones y quiso conocer a Pamela. Cuando volvió, me dijo: "Papá; es verdad".

Comments

4 comments to "Santa Pamela Betanzo"

Matvi. dijo...
19:09

Excelentes historias, Hugo. Felicitaciones por el blog, hace tiempo que lo leo, y lo que es más, lo tengo entre mis vínculos favoritos. No sé si te conozco, pensé que eras más joven, pero las hondas, bolitas y zunchos eran de mi tiempo...

hugo dijo...
04:06

Hola Matías; sí; te conozco, una vez fui con mi hijo a tu consulta en calle Baquedano en Natales, sobre tu mesa había un libro de García Márquez, creo que los 12 Cuentos Peregrinos, no estoy seguro. Un gran abrazo amigo y gracias por el comentario.

Anónimo dijo...
12:41

Creo que esta es la primera vez que se juntan dos "ex" y no descueran al sudodicho.Tienes razón,ella es una mujer encantadora y su familia también.Ahh eso incluye a mozart y la vivi.

Anónimo dijo...
17:13

Qué encantador relato,mi hermano y yo fuimos algunos de los niños privilegiados que Pamela cuidó, recuerdo que nos hacía disfrazar y nos entreteníamos mucho, hoy ha pasado el tiempo,pero su espíritu es el mismo...es verdad, en ocasiones es incomprensible tanta alegría contenida en una sola persona....

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