"Nos estamos poniendo viejos"

Creo que fue el norteamericanísimo mal actor y mediocre comediante Bob Hope, quien dijo que una señal manifiesta de que uno está viejo es que la cuenta de las velas te salen más caras que la torta. Si fue él quien lo dijo, debiera pasar a la inmortalidad por aquello, no por otra cosa. Otra de los indicios seguros es cuando mujeres que bordean la treintena te dicen "tío". Nadie te llamará por tu nombre en la calle. Empiezan a morirse tus compañeros de curso, de milicia, de partido y de palitroque. Despiertas con lumbago y sueñas con chicas que te dicen adiós. Amigos de años desaparecen de la noche a la mañana. Los mejores poemas se lo dedicas a la Luna y no a Beatriz, Eurídice o Ariadna. Encuentras a aquella mujer que casi se suicidó por ti, y te dice: "Un día de éstos nos vemos, chau". Tu mente quiere una cosa y tu cuerpo otra. De repente, todos los comisarios son jóvenes. Todos los jueces son jóvenes. Todos los presidentes son jóvenes. Antes, todos eran viejos. Tus viejos y contemporáneos ídolos futboleros ahora son técnicos, usan pancita o trabajan para la Fifa. Se te cae un diente, pero lo peor; lo dejas caer. Señoras maduras, que siempre has tratado con respeto, al despedirse de ti, te miran con cierta simpatía inapropiada y un guiño cómplice. La primera vez vas a quedar helado, sin saber qué hacer, después esto se convierte en pan cotidiano. También un signo inequívoco es el silencio que se establece en lo que, una vieja amiga, dice, el fono. El 99% de las llamadas son para tu hijo, el 1 restante son de una operadora que te quiere vender un plan. Ni hablar de salir a bailar con una amiga de veinte años, te puedes encontrar con un exaltado flaco histérico que te tratará de pedófilo. Ya que no eres un actor de Hollywood, ni te llamas Mike Jagger, es impensable que lo puedas hacer -salir a bailar reggaeton-, te atacará con palitos de madera de servir sushi en nombre de la estupidez humana más execrable. ¡Bienvenido al mundo de los hombres invisibles!