domingo, 1 de abril de 2007

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Augusto Alvarado

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UN NATALINO CAMPEÓN


Eran los tiempos dorados de la juventud y también los años prósperos de la patria. Con toda seguridad, junio de 1972. Viajaba de noche, en bus, de Concepción a Santiago, con la inseparable radio a transistores pegada a la oreja. Sintonizaba radio "Corporación" porque esa noche transmitirían, desde el Teatro Circo "Caupolicán", una nueva edición del Campeonato Nacional de Box Amateur de Chile.

Mi interés estaba puesto en la presentación del mediano natalino "Cloroformo" Andrade, ex compañero de colegio, púgil que había recorrido un largo camino de nocauts en los cuadriláteros de su pueblo, todos de la mano de un golpe casi secreto, un derechazo de arriba hacia abajo, de preferencia aplicado sobre la sien del oponente y conocido en los corrillos locales, bares, clubes deportivos y chincheles varios como "gualetazo". Golpe que a la larga haría conocido a Andrade con el adormecedor apodo de "Cloroformo".

(Aunque "Cloroformo", antes de ser "Cloroformo", había portado otros apodos: "Pepille" en su tierna infancia y "Ministro" después, cuando se vino más grandecito. Había en el pueblo entonces toda una dinastía de "Ministros" y aunque nunca tuve una versión cabal del origen del apodo me imagino que habrá sido porque el "Ministro" originario, el padre de "Pepille", más conocido como "Ministro Viejo", peón en el frigorífico "Bories", tenía la inveterada y extraña costumbre de vestirse bien, hasta con elegancia podríamos decir. Entonces, mientras sus compañeros de trabajo en el frigorífico, con toda lógica y buen criterio, se ponían ropa de batalla para moverse en un medio pletórico de sangre, grasa y caca de oveja, nuestro buen Andrade se aparecía en el trabajo con ropa de vestir, un infaltable sobretodo en invierno y verano, sombrero, camisa y corbata. El extraño proceder ameritaba un apodo. Y en el pueblo donde están los campeones mundiales del sobrenombre no faltó el chusco que asoció la pretendida elegancia de Andrade con la vestimenta de los funcionarios que acompañan al presidente de la nación y así nació, creo yo, la familia de los "Ministros", todos tipos macanudos, buenas personas, amigos de los amigos).

"Pepille", entonces, era el "Ministro Chico". Petiso, rechoncho, piernas cortas y firmes, abundante tórax, tendría que rebuscárselas en el Nacional en una categoría difícil, los medianos, categoría casi universal para el tipo chileno donde se hacía evidente, como en ninguna otra, la diferencia entre los elegantes "boxeadores" y los temibles "pegadores".

Pero dejemos a Renato González, "Míster Huifa", maestro del periodismo deportivo de Chile, que nos presente la pelea: "Y a continuación tenemos, estimados oyentes, uno de los combates estelares de la noche. Se presenta una de las figuras más prometedoras del boxeo de nuestro país. Julio Medina, de Arica, preseleccionado nacional para los Juegos Olímpicos, un mediano perfecto, buena estatura, pura fibra morena, excelente alcance de brazos, camina bien el ring, un boxeador con todas las letras que seguramente aprovechará este Campeonato Nacional para ponerse a punto. Su rival, que ya está en el cuadrilátero, un muchachito... Andrade... ¿de dónde es este muchacho, Parmisari? ¡Ah!, de Puerto Natales, me dice el relator. Si ustedes me permiten la figura, diría que se trata de un antiboxeador, y esto lo digo con todo respeto, un antiatleta, un muchacho muy joven, con un físico extraño, piernas cortas y fuertes, un tórax demasiado abultado, brazos cortos... Bueno, estas son las cosas que pasan en estos campeonatos nacionales, yo siempre he sido partidario de una preselección, realizar campeonatos regionales para que el nacional sea lo que verdaderamente debe ser, una competencia de alto nivel... (Se escucha la campana y el "segundos afuera" que anuncia el primer round). Estimados amigos, lo dejo Parmisari con el relato".

¡Ay! ¡Carajo! Esos tres minutos del primer round fueron terribles para mi amigo "Cloroformo". Medina lo cagó a trompadas, entraba y salía el hijo de puta con la derecha como un estilete mientras con la izquierda lo acomodaba y otro derechazo y otro... Y Medina bailaba y giraba (como Cassius Clay decía Parmisari) y entraba, salía, pegaba, bailaba y "Cloroformo" recibía y recibía hasta que milagrosamente sonó la campana que daba por terminado el primer round. Me lo imaginaba a "Pepille" con los ojos hinchados, la nariz sangrante, boqueando, sentado en el banquito en el rincón, esperando que de una buena vez se terminara la puta pelea.

"Bueno ("Míster Huifa" comenta la primera vuelta) ocurrió exactamente lo que yo había adelantado. Un Medina perfecto, dictando cátedra, desarrollando todo un repertorio de golpes, un desplazamiento perfecto por el cuadrilátero, entrando y saliendo como lo hacen los que saben, sin dar nunca la distancia para un golpe feliz del oponente. Sinceramente no sé como este muchachito ¿Andrade? todavía sigue en pie. Lo vemos en el rincón, el rostro acusa los impactos de los golpes de Medina, este muchacho de piel muy blanca muestra la huella de los golpes de la cintura para arriba, en los brazos... Vuelvo a repetir, con una buena preselección regional estos muchachitos no llegarían nunca a disputar un campeonato que debería ser serio como éste, la máxima expresión del box nacional..."

(Se escucha la orden de siempre: "Segundos afuera" y suena la campana que anuncia el próximo round). "Cayó Medina" -interrumpe Parmisari. "Cayó Medina, don Renato" -repite Parmisari. "Es nocaut" -otra vez Parmisari. "Y Medina no se levanta, lo están reanimando don Renato". ("Y nos dieron las diez, y las once y las doce y la una y las dos" cantaría muchos años después Joaquín Sabina. Y Medina no reaccionaba). "Cloroformo" sabía que tenía una única oportunidad de meter su temido golpe y terminar con la paliza que le estaban dando. En el momento del saludo, al comenzar la pelea y en cada round, los rivales se saludan chocando los guantes, una gentileza que resultó fatal para el mediano de Arica. Allí "Cloroformo" le puso el derechazo, el temido "gualetazo", de arriba hacia abajo, a la altura de la sien derecha y así terminó el Campeonato Nacional para el promisorio mediano Julio Medina, de Arica, preseleccionado chileno para los Juegos Olímpicos.

Comentario final de "Míster Huifa": "¿Qué puedo decirles estimados oyentes? Estas cosas pasan en este tipo de campeonatos. No tengo ninguna duda que Medina es mucho mejor boxeador que este muchachito... ¿Andrade? Pero el box, como otros deportes, tiene la magia de la sorpresa, un minuto de suerte, un golpe bien aplicado y la historia se da vuelta como un guante... Le deseo la mejor de las suertes a este muchachito aunque no creo que llegue muy lejos, carece de fundamentos boxísticos... Bueno, ya están sobre el ring los protagonistas del próximo combate..."

Y a punta de gualetazos y tortazos "Cloroformo" llegó a disputar la final del Campeonato de Box de Chile en la categoría mediano en el año 1972. Nunca estuvimos tan cerca los natalinos de tener un campeón nacional. En la final perdió con un mediano de Punta Arenas que lo conocía como si lo hubiera parido. Nunca se acercó a "Cloroformo", ni siquiera para saludar, metió un par de buenas manos por asalto y así ganó la pelea.

En ese largo viaje entre Concepción y Santiago, una fría y lluviosa noche de invierno de 1972, una sonrisa se dibujaba en mi rostro. Mi amigo "Pepille", "Ministro", "Cloroformo" Andrade, natalino de ley, había derrotado a una promesa del box nacional, el mediano Julio Medina de Arica, preseleccionado para los Juegos Olímpicos.

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