uno
El otro, nuestro igual pero distinto, nos devuelve la imagen que proyectamos, aquello sucede a cada instante. Muchas veces necesitamos la aprobación de aquel otro. Intuimos la desaprobación del otro al ver cómo nos mira, como nos atiende o desatiende. Vamos premunidos de aquello que solamente el otro puede avizorar. Mal o bien. Proyectamos y nos proyectan. Generalmente no somos personas continuas durante todo el día. A veces somos pacientes, delincuentes, amables, generosos, bestiales o magnánimos, y aquello lo proyectamos. Pasa lo mismo con el otro y con el otro y con el otro.
dos
Fui la noche del sábado a arrendar una película con mi hijo, nada más al entrar me topo con fulanito de tal, un tipo que una vez le fue bien, otra vez le fue mal y ahora le va muy bien. Cuando le fue mal y tenía un bar, yo era asiduo en su bar de mala muerte de la calle Eberhard, era atento, servicial y discreto, aunque para mi gusto poseía una acendrada incontinencia palabreril. La cosa es que entro al lugar de arriendo de películas y él estaba allí. El tipo que posee dos locales en la calle Bulnes. Fulanito de tal que cuando es el Día del Niño pasea gratis a los chicos carenciados del pueblo y reparte golosinas.
tres
Fulanito de tal apenas me saluda –tengo que haber gastado un millón en su bar de mala muerte- se detiene inquisidoramente en mis zapatos, viejos, chuecos, con cordones de distinto color, sin lustrar. Me lanza un hola mustio y una mirada de “putas compadre que estai mal cachai”. Habla con el dueño, con su mujer y con su hija diciendo frasesitas cortas de buena o mala crianza, se despide del dueño y no de mí y se va en un acorazado que lo espera en la puerta.
cuatro
Arrendó tres películas de terror.
El otro, nuestro igual pero distinto, nos devuelve la imagen que proyectamos, aquello sucede a cada instante. Muchas veces necesitamos la aprobación de aquel otro. Intuimos la desaprobación del otro al ver cómo nos mira, como nos atiende o desatiende. Vamos premunidos de aquello que solamente el otro puede avizorar. Mal o bien. Proyectamos y nos proyectan. Generalmente no somos personas continuas durante todo el día. A veces somos pacientes, delincuentes, amables, generosos, bestiales o magnánimos, y aquello lo proyectamos. Pasa lo mismo con el otro y con el otro y con el otro.
dos
Fui la noche del sábado a arrendar una película con mi hijo, nada más al entrar me topo con fulanito de tal, un tipo que una vez le fue bien, otra vez le fue mal y ahora le va muy bien. Cuando le fue mal y tenía un bar, yo era asiduo en su bar de mala muerte de la calle Eberhard, era atento, servicial y discreto, aunque para mi gusto poseía una acendrada incontinencia palabreril. La cosa es que entro al lugar de arriendo de películas y él estaba allí. El tipo que posee dos locales en la calle Bulnes. Fulanito de tal que cuando es el Día del Niño pasea gratis a los chicos carenciados del pueblo y reparte golosinas.
tres
Fulanito de tal apenas me saluda –tengo que haber gastado un millón en su bar de mala muerte- se detiene inquisidoramente en mis zapatos, viejos, chuecos, con cordones de distinto color, sin lustrar. Me lanza un hola mustio y una mirada de “putas compadre que estai mal cachai”. Habla con el dueño, con su mujer y con su hija diciendo frasesitas cortas de buena o mala crianza, se despide del dueño y no de mí y se va en un acorazado que lo espera en la puerta.
cuatro
Arrendó tres películas de terror.
Comments
3 comments to "El benefactor y mis zapatos"
02:58
Esto me trae a la cabeza esa canción de Serrat...
"Bienaventurados los dueños del poder y la gloria
porque pueden informarnos de que va la cosa.
Bienaventurados los que alcancen la cima
porque ser cuesta abajo el resto del camino.
Bienaventurados los que lo tienen claro
porque de ellos es el reino de los ciegos."
11:06
es de terror el tipo y eso que no te conocio en la epoca de las camisas mao... que epoca mas magica
02:39
estoy seguro que es el hermano de lengua. Un gallo que tiene una tienda en Natales que se llama la Maddera
Publicar un comentario