Farkas

El tipo se llama Leonardo Farkas. Hago esta aclaración ya que mucha gente que entra al blog no es de Chile. Posee una melena rizada rubia antinatural que combina con trajes de Ermenegildo Zegna a la medida. Trabaja de excéntrico millonario al cual nada le combina. Todo lo que usa es caro y feo, caro y feo en él. La joya más preciada le queda horrible. Arriba de su Rolls Royce nadie pensaría que es su dueño, sino que su chofer. La pulsera de diamante sudafricano, en su mano luce como vulgar hojalata de cuarta. Los zapatos de cocodrilo de 750 dólares hacen juego con su sonrisa ídem. Sus voluminosos anillos y sus ostentosos relojes invitan a delinquir. En su cuarenta cumpleaños echó la casa por la ventana, tiró el Sheraton de Santiago por la ventana. Los invitados cumplieron una regla estricta: "Deja tus tarjetas de negocios en la casa, trae tus zapatos de baile". La otra regla fue no aceptar regalos, lo cual los chilenos que asistieron, pocos dados a las dádivas les lleno de placer. Hace gala de dar importantes propinas a la gente que en determinado momento le sirve una copa de champán o al chico que le abre la puerta de su Hammer. En la última Teletón chilena, un programa de televisión que recauda fondos para niños discapacitados, donó 1000 millones de pesos, algo así como 450.000 dólares. De eso se distingue de tipos como un tal Piñera, que debe tener más de veinte veces lo de Farkas. Tipo que nunca ha donado un puto peso en su vida a nadie. Hace tiempo atrás participó en una charla en la Universidad de Harvard cuyo tema era vislumbrar visiones creativas para superar la crisis financiera internacional, como buen político en ciernes, dice que más importantes son las personas que los dueños de las empresas. De repente a Farkas le agarra un ocio creativo que no posee el resto de los mortales. Estudió Ciencias Económicas, pero su fortuna no lo hizo, por ejemplo, trabajando para una empresa del estado, cobrando coimas cuantiosas, sino que como músico en bares de Estados Unidos, en contactos con la gente rica de cruceros intercontinentales en donde tocaba María Bonita. Tocando para jeques árabes que morían de hastío al lado de veinte esplendorosas mujeres que también morían de hastío. Ya sabemos que el hastío es peor que la humedad. Y a los veintisiete años se ganó un premio inesperado para la vida de cualquier mortal. Se casó. Pero no se casó como usted o yo con la chica linda del barrio. Sino que con Tina Friedman, la heredera estadounidense de la cadena de hoteles Concord. Luego volvió a Chile, invirtió en minas, comercializó hierro y se dedicó a dar propinas. Muestra poco nivel de inteligencia, no más que la de cualquier ministro, no se necesita ser inteligente para tener dinero, o para ser ministro, sino que ser hábil. El tipo de la melena rizada rubia antinatural es hábil. La mayoría de los políticos y clase gobernante de Chile lo es. Y ahora confieso públicamente que soy un tipo lamentable. Pensaba escribir un post contra Farkas, pero a medida que escribía, Farkas me parecía mejor, mejos que cualquier ministro de turno. Lo que pasa es que uno nunca pierde la esperanza de que un día se atraviese en tu vida Tina Friedman. Vestir un traje hecho a medida por Ermenegildo Zegna. En definitiva, somos todos unos payasos lamentables. Cada chileno es un Farkas en potencia. A veces también en acto. Que pase el siguiente.