de la Relación que hace al Señor Presidente de Chile Don Agustín de
Xauregui, el Capitán de Infantería de la guarnición de Valdivia, Intérprete
General de aqulla plaza Don Ignacio Piner, sobre una Ciudad grande de
Españoles situada entre los Indios, fecha en Valdivia á 2 de Febrero de 1774.
Xauregui, el Capitán de Infantería de la guarnición de Valdivia, Intérprete
General de aqulla plaza Don Ignacio Piner, sobre una Ciudad grande de
Españoles situada entre los Indios, fecha en Valdivia á 2 de Febrero de 1774.
En el año de 1599 el Miércoles 24 de Noviembre hubo una sublevación general de los Indios en el reyno de Chile, en que destruyeron siete Ciudades de las quales solo Chilan y la Concepcion se restauraron.
Entre estas estaba muy internada al Sur, la de Osorno, de la que se hizo juicio que no hubiese quedado viviente alguno, como les sucedió á las otras; y como desde entonces han estado poseidos aquellos territorios por los Indios bárbaros, que aunque han venido á los Parlamentos, jamás quisieron dar noticia alguna; (cosa tan regular en su carácter reservado y desconfiado con los Españoles) ha side necesario para averiguar las noticias siguientes, así la inteligencia en el idióma, como la grande aamistad, que por haber practicado con ellos el comercio en sus primeros años adquirió, y aún con todo esto no lo hubiera averiguado á no ser por las astucias de que se valió, y la constancia de mas de veinte y ocho años.
Osorno, que fue acometida la msima noche que las demás Ciudades, jamás fue rendida por los Indios, que eran innumerables, y fueron rechazados con grandísima pérdida, por lo que resolvieron sitiarla; pues por sorpresa no la habian podido tomar, y continuaron varios asaltos llevando siempre lo peor. Duraba ya seis meses el sitio, y como no tinian socorro los Españoles, se vieron en la mayor miseria llegando á comer unos á otros. Estando en este estado unidos los sitiadoress, con los Indios que habian tomado á Valdivia, y habian llegado á auxiliarles, hicieron de dia el mayor esfuerzo; pero fue tanto el de los sitiados, que mataron á quantos se atrevieron á dar asalto, escapando muy pocos, porque así hombres como mugeres se defendian desesperadamente. Viéndose vencidos los Indios se retiraron, pero siempre á la vista, esperando que el hambre acabase con los Españoles; pero estos reforzados con la abundancia de carne que les franquió la gran matanza de Indios, no hallando mas recurso resolvieron abandonar la Ciudad, y pasarse á una peninsula fuerte por naturaleza, donde tenían sus haciendas varios vecinos, y habia muchos ganados, granos y muchos piñones. Para esto salieron armados llevando sus hijos, y quanto pudieron de caudales &c. escarmentando á los Indios que les inquietaban en su marcha. Reformados en la peninsula despues de algunos dias determinaron hacer salida á los Indios, que aunque se defendian valerosamente, no solo fueron derrotados con grandísima pérdida, sino que tambien les quitaron sus ganados, y los Españoles vueltos á su peninsula solo cuidaron de conservarse.
La situacion de ésta, es una hermosa y profunda laguna, madre del rio Bueno, á teres ó quatro leguas de Osorno, al pie de la cordillera al Sur, á siete ó ocho del Dolian: es profunda, y baunda de pesca, y así para ésta, como para comunciacion con tres islillas, tienen muchas embarcaciones. Esta laguna ciercula la mayor parte de la peninsula, y por la menor un profundo y pegajoso lodazar, que hace impracticable el tránsito á un perro. El Istmo tendrá de 28 á 30 quadras, y ene stas la entrada de la gran Ciudad, fortificada con muralla de piedra muy grande y fuerte, pero baxa, un revellin foso de auga, y su puente lavadizo, que todas las noches se levanta, y las puertas son fuertes.
Los Indios llaman á estos Españoles Alcahuncas.
Las armas que usan son lanzas, espadas y puñales, aunque no he podido saber si son de fierro, y para defensa de la Ciudad tiene artillería; cosa constante á los Indios, porque en ciertos tiempos del año la disparan; fusiles no tienen, y para defensa de sus personas usan de coletos: son diestrisimos en el uso del laque (arma arrojadiza que se compone de un pedazo de correa de cuero sin curtir, y una piedra redonda atada á cada extremo) por lo que les temen muchos los Indios.
Nada he podido saber do la interior de la Ciudad, porque á nadie permiten entrar; pero como las casas son altas, se ven sus paredes y tejados.
Comercian con los Indios con plata, de que tienen abundancia, y en las estancias (que son dehesas) tienen mucho ganado. En lo antiguo no solo compraban sal (de que carecían) á los Pohuenches, sino también a los Indios de nuestra jurisdicción, y estos nos la tomaban dando una baca por piedra; pero de pocos años á esta parte la han hallado en tanta abundancia, que les sobra y proveen a los Indios de su jurisdicción; por lo que los nuestros, ni nos compran tanta, ni la pagan á tanto precio.
Su vestuario es de color muzgo á la antigua Española (según lo explican los Indios); usan de sombrero, camisa, chupa larga, con calzones de bucho, y zapatos muy grandes. Los que andan en tráficos con los Indios, llevan coletos, y siempre van á caballo, y con las armas en las manos: son muy blancos, cerrados de barba, y de estatura mas que regular por lo comun.
El número de estos habitantes es tanto, que preguntándoles por él a los Indios me dixeron, que sonsiderase quán grande sería, pues en aquella tierra no morian los Españoles. Con este motivo me informaron que no cabiendo en la peninsula, habian pasado muchas familias al otro lado de la laguna, y fundado otra gran Ciudad, aunque inferior á la primera, situada en frente de ésta á la orilla del agua, y circuida por la parte de tierra de un gran foso, ignorando si es de agua, y si tiene algun muro, ú otro reparo de la Ciudad, comunicándose entre sí por el agua, por lo que hay muchas embarcaciones allí: tambien tiene artillería, y el que manda en ella está subordinado al Gefe de la Ciudad prinpicpal, á quien denominan Rey, que según la voz comun entre los Indios, es muy tirano, lo que confirma la noticia siguiente.
Habiendo en el año apasdo de 1773 salido uno de Chiloe en el mes de Octubre aá no sé que destino (aunque dixo iba perdido), llegó cerca de las oraciones á la Ciudad principal, antes que hubiesen levantado el puente, por lo que golpeó á la puerta, y asomándose un soldado de la guardia, é informado de su trabajo, le dixo que se retirase luego antes que otro lo viese, ó él se hallase precisado á dar parte, porque á nadie se permitia llegar allí, y que se admiraba como los Indios le habian permitido el paso, y no lo habian muerto, y que si el avisase el Rey le mandaria buscar, y le haria matar, porque era un h ombre tirano que de deleitaba en hacer muertes que á los pobres los tenía en la mayor opresión por su codicia y ambición (este Rey según informes de varios que lo han visto en los Parlamentos es de poca edad, estatura regular, blanco y rubio); escapose el Chilote, y contando el suceso a Indios, le aconsejaron se volviese ofreciéndose á encaminarle, pero en el primer monte lo mataron. Esta noticia es muy cierta, como tambien el grande pavor que tiene sobrecojidos á los Indios por ciertas señales que cada dia ven, asi en el cielo como en la tierra, las que sus adivinos dicen denotan su total desolación, y que nosotros hemos de entrar nuevamente á reynar entre ellos, por cuya razon se disponen en sus juntas para hacer el ultimo esfuerzo en defensa de los caminos, en caso qu elos Españoles intenten sacar á aquelles sublevados (como ellos los llaman)
El suceso del Chilote ha motivado entre aquellos Españoles (creo sea la plebe) á continuar con mayor empreño en poner señales en el cerro llamado Chuquique, ó Llollelque, que es el mas imediato y único para llegar á aquella tierra. En este sitio sucede que los Españoles suelen poner una cruz, y los Indios la quitan, y en su lugar ponen una lanza: ponen los primeros una Espada, y los segundos la quitan, poniendo en su lugar un macheton (arma que vean, y entnediéndose que todo esto es de madera): quitan los Españoles el macheton, y en su lugar ponen unas piedras de rio como balas; y en esta continuacion alternativa de señales ó amenazas, están unos y otros, yd esde el mes de Octubre hallan los Indios en aquel porpio paraje varios papeles ó cartas clavados en una estaca. Están sorprendidos los Indios, que ya no se mueven de allí, haciendo centinela al paraje, recelosos de que alguno de estos papeles llegue á manos de nosotros, por lo que recogieron con cuidado los que antes se habían puesto.
Para vivir mas seguros de nosotros aquel Rey, tienen anualmente sus Parlamentos con los Indios de su jurisdicción, que son muchos, y con los Pehuenches: á los suyos tiene tan gustosos como que están a su disposicion y órdenes. Uno de los puntos que mas se encargan en los Parlamentos es, que no permitan pasar á alguno, ó salir de aquella Ciudad para acá, encargando, que si algun Español intentase pasar lo maten sin conmiseración en donde le hallen. Esto persuade que están bien hallados los poderosos, y que aquellos papeles serán de la plebe, que deseará salir de su opresion.
Aunque he practicado exquisitas diligencias para tener alguna de aquellas señales ó cartas, no lo he podido conseguir; porque dicen no podrán practicarlo sin que los descubran los adivinos, y que aún quando escapasen de setos no podrían librarse de la vigilancia de lso Españoles, y que los mataria.
Tambien supe por varios Indios de suposición (y fue entonces voz comun en esta plaza), que en el año en que por orden del Señor Virrey del Perú Don Manuel de Amar, á la sazon Presidente de este reyno, en la entrada que de su órden se hizo por los llanos, habíendose antes divulgado entre los Indios la noticia de los preparativos, llegó éste á aquellos Españoles, quienes se dispusieron á otra salida para encontarse con los nuestros; en esta disposicion llegó nuestra torpa á las orillas del rio Bueno, donde como todos saben, tuvieron aquel furioso ataque de los Indios, y habiéndose defendido con el mayor valor se retiraron despues, por no ser aquel camino el que debían llevar para el fin de su comision. Habiéndose oido en la Ciudad (que no dista muchas leguas del paraje) salió á los dos ó tres días de la Ciudad un cuerpo de hasta rescientos hombres, y tomando via recta hasta el mismo rio Bueno, al segundo dia de marcha tuvieron noticia de que se habían retirado los nuestros; y viendo los Insidos que sin embargo xontinuaban su itnento, temiendo las resultas tuvieron una gran junta, de cuayas resultas los atacaron el dia siguiente, lo que executaron manifestándose gran valor por ambas partes; pero que el campo quedo por los Españoles, quienes mataron innumerables Indios, y entre los Españoles muertos, se distinguió mucho el Capitan, que era mozo, el que despues de muerto su caballo peló á pie con igual esfuerzo, hasta que habiéndose metido una lanza por debaxo del brazo ácia donde hace costura el coleto, murió. Este coleto me aseguraron que lo conserva un Indio principal. Esta noticia procuraron obscurecerla los Indios para que no hicieramos otra entrada, y prohibieron pena de la vida el comunicarnosla.
Entre estas estaba muy internada al Sur, la de Osorno, de la que se hizo juicio que no hubiese quedado viviente alguno, como les sucedió á las otras; y como desde entonces han estado poseidos aquellos territorios por los Indios bárbaros, que aunque han venido á los Parlamentos, jamás quisieron dar noticia alguna; (cosa tan regular en su carácter reservado y desconfiado con los Españoles) ha side necesario para averiguar las noticias siguientes, así la inteligencia en el idióma, como la grande aamistad, que por haber practicado con ellos el comercio en sus primeros años adquirió, y aún con todo esto no lo hubiera averiguado á no ser por las astucias de que se valió, y la constancia de mas de veinte y ocho años.
Osorno, que fue acometida la msima noche que las demás Ciudades, jamás fue rendida por los Indios, que eran innumerables, y fueron rechazados con grandísima pérdida, por lo que resolvieron sitiarla; pues por sorpresa no la habian podido tomar, y continuaron varios asaltos llevando siempre lo peor. Duraba ya seis meses el sitio, y como no tinian socorro los Españoles, se vieron en la mayor miseria llegando á comer unos á otros. Estando en este estado unidos los sitiadoress, con los Indios que habian tomado á Valdivia, y habian llegado á auxiliarles, hicieron de dia el mayor esfuerzo; pero fue tanto el de los sitiados, que mataron á quantos se atrevieron á dar asalto, escapando muy pocos, porque así hombres como mugeres se defendian desesperadamente. Viéndose vencidos los Indios se retiraron, pero siempre á la vista, esperando que el hambre acabase con los Españoles; pero estos reforzados con la abundancia de carne que les franquió la gran matanza de Indios, no hallando mas recurso resolvieron abandonar la Ciudad, y pasarse á una peninsula fuerte por naturaleza, donde tenían sus haciendas varios vecinos, y habia muchos ganados, granos y muchos piñones. Para esto salieron armados llevando sus hijos, y quanto pudieron de caudales &c. escarmentando á los Indios que les inquietaban en su marcha. Reformados en la peninsula despues de algunos dias determinaron hacer salida á los Indios, que aunque se defendian valerosamente, no solo fueron derrotados con grandísima pérdida, sino que tambien les quitaron sus ganados, y los Españoles vueltos á su peninsula solo cuidaron de conservarse.
La situacion de ésta, es una hermosa y profunda laguna, madre del rio Bueno, á teres ó quatro leguas de Osorno, al pie de la cordillera al Sur, á siete ó ocho del Dolian: es profunda, y baunda de pesca, y así para ésta, como para comunciacion con tres islillas, tienen muchas embarcaciones. Esta laguna ciercula la mayor parte de la peninsula, y por la menor un profundo y pegajoso lodazar, que hace impracticable el tránsito á un perro. El Istmo tendrá de 28 á 30 quadras, y ene stas la entrada de la gran Ciudad, fortificada con muralla de piedra muy grande y fuerte, pero baxa, un revellin foso de auga, y su puente lavadizo, que todas las noches se levanta, y las puertas son fuertes.
Los Indios llaman á estos Españoles Alcahuncas.
Las armas que usan son lanzas, espadas y puñales, aunque no he podido saber si son de fierro, y para defensa de la Ciudad tiene artillería; cosa constante á los Indios, porque en ciertos tiempos del año la disparan; fusiles no tienen, y para defensa de sus personas usan de coletos: son diestrisimos en el uso del laque (arma arrojadiza que se compone de un pedazo de correa de cuero sin curtir, y una piedra redonda atada á cada extremo) por lo que les temen muchos los Indios.
Nada he podido saber do la interior de la Ciudad, porque á nadie permiten entrar; pero como las casas son altas, se ven sus paredes y tejados.
Comercian con los Indios con plata, de que tienen abundancia, y en las estancias (que son dehesas) tienen mucho ganado. En lo antiguo no solo compraban sal (de que carecían) á los Pohuenches, sino también a los Indios de nuestra jurisdicción, y estos nos la tomaban dando una baca por piedra; pero de pocos años á esta parte la han hallado en tanta abundancia, que les sobra y proveen a los Indios de su jurisdicción; por lo que los nuestros, ni nos compran tanta, ni la pagan á tanto precio.
Su vestuario es de color muzgo á la antigua Española (según lo explican los Indios); usan de sombrero, camisa, chupa larga, con calzones de bucho, y zapatos muy grandes. Los que andan en tráficos con los Indios, llevan coletos, y siempre van á caballo, y con las armas en las manos: son muy blancos, cerrados de barba, y de estatura mas que regular por lo comun.
El número de estos habitantes es tanto, que preguntándoles por él a los Indios me dixeron, que sonsiderase quán grande sería, pues en aquella tierra no morian los Españoles. Con este motivo me informaron que no cabiendo en la peninsula, habian pasado muchas familias al otro lado de la laguna, y fundado otra gran Ciudad, aunque inferior á la primera, situada en frente de ésta á la orilla del agua, y circuida por la parte de tierra de un gran foso, ignorando si es de agua, y si tiene algun muro, ú otro reparo de la Ciudad, comunicándose entre sí por el agua, por lo que hay muchas embarcaciones allí: tambien tiene artillería, y el que manda en ella está subordinado al Gefe de la Ciudad prinpicpal, á quien denominan Rey, que según la voz comun entre los Indios, es muy tirano, lo que confirma la noticia siguiente.
Habiendo en el año apasdo de 1773 salido uno de Chiloe en el mes de Octubre aá no sé que destino (aunque dixo iba perdido), llegó cerca de las oraciones á la Ciudad principal, antes que hubiesen levantado el puente, por lo que golpeó á la puerta, y asomándose un soldado de la guardia, é informado de su trabajo, le dixo que se retirase luego antes que otro lo viese, ó él se hallase precisado á dar parte, porque á nadie se permitia llegar allí, y que se admiraba como los Indios le habian permitido el paso, y no lo habian muerto, y que si el avisase el Rey le mandaria buscar, y le haria matar, porque era un h ombre tirano que de deleitaba en hacer muertes que á los pobres los tenía en la mayor opresión por su codicia y ambición (este Rey según informes de varios que lo han visto en los Parlamentos es de poca edad, estatura regular, blanco y rubio); escapose el Chilote, y contando el suceso a Indios, le aconsejaron se volviese ofreciéndose á encaminarle, pero en el primer monte lo mataron. Esta noticia es muy cierta, como tambien el grande pavor que tiene sobrecojidos á los Indios por ciertas señales que cada dia ven, asi en el cielo como en la tierra, las que sus adivinos dicen denotan su total desolación, y que nosotros hemos de entrar nuevamente á reynar entre ellos, por cuya razon se disponen en sus juntas para hacer el ultimo esfuerzo en defensa de los caminos, en caso qu elos Españoles intenten sacar á aquelles sublevados (como ellos los llaman)
El suceso del Chilote ha motivado entre aquellos Españoles (creo sea la plebe) á continuar con mayor empreño en poner señales en el cerro llamado Chuquique, ó Llollelque, que es el mas imediato y único para llegar á aquella tierra. En este sitio sucede que los Españoles suelen poner una cruz, y los Indios la quitan, y en su lugar ponen una lanza: ponen los primeros una Espada, y los segundos la quitan, poniendo en su lugar un macheton (arma que vean, y entnediéndose que todo esto es de madera): quitan los Españoles el macheton, y en su lugar ponen unas piedras de rio como balas; y en esta continuacion alternativa de señales ó amenazas, están unos y otros, yd esde el mes de Octubre hallan los Indios en aquel porpio paraje varios papeles ó cartas clavados en una estaca. Están sorprendidos los Indios, que ya no se mueven de allí, haciendo centinela al paraje, recelosos de que alguno de estos papeles llegue á manos de nosotros, por lo que recogieron con cuidado los que antes se habían puesto.
Para vivir mas seguros de nosotros aquel Rey, tienen anualmente sus Parlamentos con los Indios de su jurisdicción, que son muchos, y con los Pehuenches: á los suyos tiene tan gustosos como que están a su disposicion y órdenes. Uno de los puntos que mas se encargan en los Parlamentos es, que no permitan pasar á alguno, ó salir de aquella Ciudad para acá, encargando, que si algun Español intentase pasar lo maten sin conmiseración en donde le hallen. Esto persuade que están bien hallados los poderosos, y que aquellos papeles serán de la plebe, que deseará salir de su opresion.
Aunque he practicado exquisitas diligencias para tener alguna de aquellas señales ó cartas, no lo he podido conseguir; porque dicen no podrán practicarlo sin que los descubran los adivinos, y que aún quando escapasen de setos no podrían librarse de la vigilancia de lso Españoles, y que los mataria.
Tambien supe por varios Indios de suposición (y fue entonces voz comun en esta plaza), que en el año en que por orden del Señor Virrey del Perú Don Manuel de Amar, á la sazon Presidente de este reyno, en la entrada que de su órden se hizo por los llanos, habíendose antes divulgado entre los Indios la noticia de los preparativos, llegó éste á aquellos Españoles, quienes se dispusieron á otra salida para encontarse con los nuestros; en esta disposicion llegó nuestra torpa á las orillas del rio Bueno, donde como todos saben, tuvieron aquel furioso ataque de los Indios, y habiéndose defendido con el mayor valor se retiraron despues, por no ser aquel camino el que debían llevar para el fin de su comision. Habiéndose oido en la Ciudad (que no dista muchas leguas del paraje) salió á los dos ó tres días de la Ciudad un cuerpo de hasta rescientos hombres, y tomando via recta hasta el mismo rio Bueno, al segundo dia de marcha tuvieron noticia de que se habían retirado los nuestros; y viendo los Insidos que sin embargo xontinuaban su itnento, temiendo las resultas tuvieron una gran junta, de cuayas resultas los atacaron el dia siguiente, lo que executaron manifestándose gran valor por ambas partes; pero que el campo quedo por los Españoles, quienes mataron innumerables Indios, y entre los Españoles muertos, se distinguió mucho el Capitan, que era mozo, el que despues de muerto su caballo peló á pie con igual esfuerzo, hasta que habiéndose metido una lanza por debaxo del brazo ácia donde hace costura el coleto, murió. Este coleto me aseguraron que lo conserva un Indio principal. Esta noticia procuraron obscurecerla los Indios para que no hicieramos otra entrada, y prohibieron pena de la vida el comunicarnosla.
Extractado del Semanario Erudito, tomo XX. Se publicó en el siglo XVII
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