sábado, 19 de mayo de 2012

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La Isla Grande de Chiloé

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Por Silvestre Fugellie



El escritor Benjamín Subercasaux tuvo muy gratos recuerdos de su primera visita a Chiloé. Dijo: “En las caletas tranquilas iluminadas por la luna, llega silencioso (el Caleuche) y como suspendido sobre las aguas. Los pescadores huyen y se refugian en sus casas. Si alguno se ha dormido en la ribera o en los botes, ya pueden buscarlo a la mañana siguiente, que no lo hallarán jamás. El Caleuche recluta sus tripulantes entre los hombres que se entregan al sueño o al ensueño. Cada botella de alcohol puede contener, junto con una promesa de olvido, un pasaje para el barco de la muerte.
El chilote es activo, sonriente, buen marino y amigo de la paz. ¡Qué agradable país sería el Chile central si estuviera poblado solamente por chilotes!
Los bosques de Chiloé empapados por las contínuas lluvias, reisten al fuego y no hay manera de incendiarlos. Los inmensos alerces (algunos alcanzan 50 metros de altura y hasta ocho metros de circunferencia), los ulmos – que los chilotes llaman muermo-, los cipreses robles y avellanos, deben ser trabajados penosamente a golpes de hacha.
Estas líneas fueron escritas partiendo de viejos recuerdos. En la actualidad, Castro es una ciudad moderna, con excelentes edificios en concreto. Hay que ir a Chonchi, ahora para encontrar poesía”.
Así fue su impresión principal. De vuelta, después de 16 años, en 1946, también se topó con algunas novedades. Sintió cierta tristeza. Si Subercaseaux recorriera en la actualidad la isla grande de Chiloé y visitara su numeroso islario, la sorpresa sería aún mayor que aquella que le impactara en la década cuarenta de 1900. Está, por ejemplo, su toponimia autóctona, ya que la mayoría de los nombres de la topografía chilota son de origen primitivo. Veamos algunos topónimos y sus significados: Chonchi: gente flaca-torcido-tierra roja. Cucao: agua de gaviotas. Huillinco: agua de nutria. Agoni: cara de amigo. Lin lin: paja ratonera. Queilen: estar ladeado, zozobrar. Curahue: lugar de piedras. Quincaví: reunión para aprender a consultar. Tenaún: puñado con ambas manos. Quilquico: río. Yutuy: perdiz de los andes. Railán: zanjon, corriente. Llau-Llao: hongo de roble o de coihue. Rauco: agua gredosa. Meulín: remolino. Achao: gallina. Curaco: agua de piedra. Quenac: ladeado. Quinchao: isla mancornada. Caguach: hombres remadores.
El nombre de Castro fue dado a la ciudad en honor del virrey del Perú, López García de Castro. La ciudad fue fundada por Martín Ruíz de Gamboa en febrero de 1567 con el nombre de San Antonio de Castro. En cuanto a Ancud, pueblo chilote que dio origen a la hazaña de Juan Williams y su gente con la toma de posesión del estrecho de Magallanes, fue fundada el 20 de agosto de 1768 por el gobernador de Castro don Carlos Berenguer. El lugar llevó por nombre Villa de San carlos de Chiloé. Más tarde, el 4 de julio de 1834, se le confirió el título de ciudad de Ancud. Un tiempo fue capital de provincia.
En 1992 el poeta e investigador Roberto Barría Vargas cuyo seudónimo es Esteban Barruel, publicó un libro centrado en Calbuco. Contiene significados de muchos apellidos originarios del archipiélago.

La Prensa Austral, 30 de mayo 2001.

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