Remeros del Club Deportivo Natales. Silvio Díaz Barrientos, Dagoberto Díaz B. Juan Díaz B. Luis Díaz B. Feliz Veliz y de timonel Eloy Veliz Morales. |
Antiguamente, cuando Puerto Natales era un
pueblecito pequeño; de cinco mil habitantes, tenía una juventud entusiasta y
deportiva que se dedicaba a todas las actividades del desarrollo físico: el
fútbol, el box, el atletismo, la navegación y la boga. Había gran entusiasmo
por los deportes náuticos.
La
vieja y querida piscina de Puerto Bories fue escenario de partidos emocionantes
de water-polo y se destacaron en aquellos tiempos nadadores de la calidad del
Dr. Retamal, Hanriot, Scholer, Mauret y otros.
Los
niños y las niñas formaban equipos que, año tras año, se disputaban el triunfo.
Recuerdo personalmente a las hermanas Viola, Lily y Nana Mc Leod, Edita Adema,
a las chicas Dick, a las hermana Pérez Fanjul, y a otras niñas con quienes
compartimos emociones en la infancia.
En la
misma forma disputaban triunfos los equipos de segunda serie, los azules y los
rojos. No me acuerdo a qué equipo pertenecían, pero los veo en el agua: José
Andrade, mi hermano Erico, el Chino Pérez, Luis Mella, Teodoro Nissen, Jorge
Beros, y otros nadadores de catgoría secundaria, llamados “los macetas”, porque
eran igual o un poco mejor que los niños. En el equipo infantil me encontraba
yo, durante un tiempo.
El
deporte náutico que hizo furor en su época fue la boga. Las regatas eran
espectáculo atrayente. Y los admiradores tenían sus ídolos, como Leño,
Panicucci, Corbett, Arteaga, los Mac Lean, el “padecido” Mansilla y otros, que
en distintas generaciones destacaron en el varonil deporte del remo.
Hubo
también una chalupa famosa, la “Melba”, del Club Deportivo “Natales”, que
durante largos años dio triunfos a la decana del deporte. Terminó vieja y
carcomida en un rincón del puerto, y entonces los bogadores la llevaron en
andas al club y en un rincón del patio la quemaron en una ceremonia pagana,
ritual deportivo y cariñoso, como quien incinera a un ser querido.
Las
regatas no son deporte frecuente ni preferido en Natales. Quizás se realicen
más que en Punta Arenas, pero no con el entusisamo y cariño de antaño.
Recordamos que antes cada club deportivo poseía su chalupa especial, tipo
guille y era seis o siete en total que participaban en una regata, hasta el
Club del Frigorífico “Natales”, con una embarcación fabricada en el
establecimiento, por ese gran carpintero que fue Juan Petrovich. Después salían
los pescadores a regatas en sus chalupas profesionales.
Hubo
oportunidades en que se realizaron regatas a vela, con los chalupónes al mando
de los patrones Tomás Pérez, Amadeo González, Manuel Panicucci y otros lobos de
mar, que brindaron al público momentos de emoción, cuando escorados por la
racha, viento a un largo, pasaban frente al muelle, que era meta, ovacionados
por la muchedumbre entusiasmada y fanática por los deportes náuticos.
La
afición deportiva de Natales debe retornar a lo marítimo. Descartamos la
natación, por el mar helado y porque ya no hay piscina. Pero hay esperanzas de
que una vez más vuelvan a surcar la bahía blancas velas de faluchos como alas
de gaviota y las chalupas ágiles y livianas salten sobre las olas a impulsos de
los golpes isócronos del remo. Entonces podremos decir que Puerto Natales ha
logrado recobrar su fama de puerto marítimo, porque la juventud ha despertado
de un letargo, para practicar los deportes náuticos, con más entusiasmo que
antaño.
La Prensa
austral jueves 21 de mayo de 1981.
Recopilación Jorge Díaz Bustamante.
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