Por Héctor Martínez Díaz
Siempre me gustó la escena de la
Guerra de las Galaxias, en que Darth Vader le informa de su paternidad
responsable a Luke Skywalker.
Tuve que viajar desde Punta Arenas a
Santiago este domingo y aproveché de ir a ver a mi padre, está enfermo en un
hospital y deben amputarle una pierna, tiene 82 años, nos abandonó cuando yo
tenía meses y ahora tengo 50.
Ninguna carta, ni foto, ni saludo de
navidad, menos una llamada, o email en estos tiempos, de girar dinero qué
decir, mi madre nunca habló mal de él, sencillamente no existía y para figura
paterna estaban los primos mayores y los tíos.
El año 97 se me ocurrió
viajar desde Temuco doce horas para verlo, estaba internado en una clínica lo
vi desde la puerta de la sala, mi abuela le habló algo al oído desvió la vista
hacía donde yo estaba y de inmediato la volvió a su lugar, fueron casi dos
segundos eternos. Me maldije a mí mismo, más que por el poco tiempo para un
viaje tan largo, por eso arrebatos que le dan uno sin medir las consecuencias y
más aún, viajar en bus de noche por la
Ruta 5 Sur es peligroso.
Pero si he de ser sincero debo
reconocer eso sí que el año pasado, hablamos por teléfono, culpa de mi difunta
madre, su deseo era que la cremaran y
necesitaba la autorización del esposo y otros trámites notariales, él envió los
papeles oficiales.
-¿Cómo está? Héctor Martínez- le dije
-Yo también soy Héctor Martínez- contestó.
Hablamos poco, de su salud y que se
mejore. Le di la mano y esperé que me la soltara fue rápido ni frio ni calor,
como se saludan dos extraños.
No vas a saludarlo, dijo una nueva
hermana, ya lo hice le contesté.
Traté de ser cortés y me acerque otro
momento a la cama.
Hasta que nos conocimos –dijo- qué lástima
que sea en estas circunstancias.
Todo bien-le señale- cada día tiene su
afán, cuídese.
-Bueno, chao cabro-
Adiós le dije, me alejé de su cama, mientras
yo conversaba con su familia sentía su mirada furtiva, jugué a buscarla, cuando la encontraba él la
desviaba.
Cosa curiosa no sentí alegría ni
tristeza, ni odio ni amor y aunque un amigo me dice que soy un católico
encubierto, tal vez eso de “honraras a tu padre” no vaya nunca conmigo.
Yislen, mi mujer, me cuestiona que en casa soy
distante, casi insensible, a lo mejor tenga razón, sepa dios de quién lo habré heredado.
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