sábado, 18 de enero de 2014

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Casale y La Haya

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Por Pepito El Breve



Cierto desánimo inundó el alma nacional ayer viernes, casi tan profundo como el que recorrió a los aliancistas tras la debacle de las elecciones pasadas, eso sí a nadie se le pasó por la mente cambiar de nacionalidad, a diferencia del espectáculo que brinda últimamente esa derechista muchachada liberal y progre. Es que a pesar del desaliento exógeno que de tanto en tanto suele abordarnos, no nos cambiamos de puesto, ni de bancada, menos de camiseta ¿será porque, en la adversidad nos volvemos más patriotas? ¿O que de tanto ser maltratados, el estar desmoralizado se ha vuelto endógeno?

Es que cuando el corredor polaco denunció –falaz y de mala leche- que Casale había recibido ayuda para cambiar una llanta en el Rally Dakar, y lo que es peor aún tenía fotos para probarlo, un frío recorrió nuestro cuerpo, ya que como otras veces causas externas torpedeaban el triunfo, los más sesudos, esos que gustan de buscar analogías y semejanzas en todos lados recordaron a Aníbal Pinto y su libro: “Chile un caso de desarrollo frustrado”.

Y con ello llegaron los fantasmas de las peores pesadillas que registra nuestra historia deportiva como que alguien -deber haber sido un holandés porque los juegos olímpicos de 1928 fueron en ese país- a propósito le señaló mal el camino al fondista Manuel Plaza que lo llevó a perder la medalla de oro de esos juegos.

O la supuesta caída de julio de 1970 del chileno Godfrey Stevens ante el japonés Syozo Saijo, que finalmente le llevó a perder por puntos el combate por la corona mundial peso pluma. No hay que olvidar que el púgil chileno al terminar el combate dijo que no cayó a la lona por un golpe sino que resbaló porque el suelo del ring estaba mojado.

Quién no recuerda con tristeza el ilícito gol de Independiente ante Colo Colo en Buenos Aires, en la final de la Copa Libertadores de 1973, que validó el arbitro uruguayo, sin cobrar la falta cometida por el jugador de los diablos rojos que empujó al portero albo Adolfo Nef en el área chica.

¿Alguien duda de que el 1 de junio de 1980 a Martín Vargas lo drogaron antes del combate lo que facilitó la pateadura que le dio Yoko Gushiken en la pelea por el campeonato mundial minimosca? ¿O que, aunque pocos lo saben, a Caszely le pasaran una pelota desinflada, que lo llevó a errar el penal en el mundial del ’82?

Porque si bien es cierto lo de bengala en el Maracaná fue un montaje, pero no del Cóndor Rojas sino de la FIFA ya que Havelange, “doutor João” o el Rey Sol como se le conocía estaba preocupado de que Brasil pierda su chance de ir al mundial.

Con vergüenza recordamos los combos que Nelson Piquet, sin justa razón le daba a Salazar que estoicamente, como caballero, resistía, ya que no estaban en un cuadrilátero sino en un circuito automovilístico.

Cómo no acordarse entonces de la denuncia de Sebastián Rosenthal de que en el mundial de series menores los africanos contra quienes jugaban ya estaban bastante grandecitos y olororcitos. O del penal cobrado por el arbitro nigeriano Lucien Bouchardeau a Fuentes en el partido contra Italia, en el mundial de Francia 98.

O cómo explicarnos que en los mundiales aunque ganemos el paso a segunda ronda siempre nos toquen brasileños que, obviamente, aun jugando como Maradona, es decir como los dioses, nunca la señora FIFA nos dejará ganarles.

Y si de cargar de historicidad se trata recordemos la cesión de parte de la Patagonia a sugerencia del erudito chileno de madre argentina, Diego Barros Arana, quien decía que esa tierra era infértil y gastaría inútilmente las energías chilenas. O la inédita vía chilena al socialismo abortada por el imperialismo yanki. O el frustrado viaje de Pinochet a Filipinas en marzo del 80, en pleno vuelo le informan que no estaba invitado. O la denuncia falsa en USA, de que las uvas chilenas estaban envenenadas con cianuro. O el fallo adverso en Laguna del Desierto. O la detención del exdictador en Londres, sin respetar que aquí en Chile nuestra ejemplar democracia lo tenía de senador vitalicio.

O de que a Nicanor Parra no le otorguen el Nobel porque una sueca ex mina del vate lo anduvo pelando en la academia; la Comisión del Nobel suele “hacerse la sueca”, ante la postulación del Poeta.

¿Será que a los otros no les gusta nuestra raza? O debe haber algo en nuestra forma de ser que provoca que nos quieran cagar, quizás si destilamos algún aroma arrogante, o una energía negativa que emana de nuestro soberbio biotipo, porque no se justifica entonces que acabemos siendo los perjudicados de siempre.

Afortunadamente la comisión del Dakar por fuera de plazo, cuestión de forma y no de fondo dirían los juristas, desestimó la denuncia del polaco y el chileno Ignacio Casale puso por primera vez a Chile en el podio más alto de la mítica carrera. La felicidad nos durará una semana y el próximo viernes 25, previo al fallo de La Haya, volveremos a lo de siempre.

Cómo amaneceremos el lunes es la gran incógnita, ojalá tarareando a Los Jaivas, que por cierto son muy queridos en el Perú, “Si este mundo es uno y para todos. Todos juntos vamos a vivir…” ¡Por favor, nunca tan hippie!

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