La virtud de Inocencio XIV

Por Pepito El Breve

El reverendo... John O`Reilly.

Cuando Inocencio XIV estaba en el Purgatorio, el día de su muerte se le apareció San Maciel a quien le dijo: “Yo soy el Papa Inocencio XIV, el que no tiene mancha ni culpa y estoy acá, al igual que tú por faltas que no cometí, reza por mí”.

Más que por San Malaquías de Irlanda desde niño John O’Reilly debe haber sentido fascinación por la vida y obra del Papa Inocencio III, tanto que a lo mejor se propuso llegar a emular las acciones de quien es considerado uno de los sumos pontífices más importantes y poderosos en la historia de la Iglesia Católica.

Quizás si fue, también, el estudio y admiración por el movimiento cristero esos católicos que a punta de fusil y metralla lucharon contra el laicismo del estado mexicano lo que llevó a O´Reilly a tierras aztecas para abrazar a Marcial Maciel y los Legionarios de Cristo, porque eso de soldados de legión cristiana al joven cura a lo mejor le impresionaron a nuevos cristeros. Es que como buen irlandés, O’Reilly pacífico no debió ser. Pero su objetivo final siempre fue reunir tanto poder económico y político como pudiera, porque de allí saltar al Vaticano sería mera cuestión de tiempo.

Pero si son intrincados los caminos del señor, más aún los de la justicia de los hombres, hoy el cura O’Reilly está condenado en Chile con sentencia a firme por un delito reiterado de abusos sexuales de una menor de edad, a la pena de 4 años de libertad vigilada, es decir no se irá preso sino que caminará libre por las calles.

Hay quienes señalan que el cura pudo haber recurrido de nulidad e ir a un nuevo juicio para demostrar su inocencia ¡sólo Dios – y su abogado-saben por qué no lo hizo! Otros, cuestionan que nunca declaró en estrado, pero como cualquier mortal optó por su derecho a guardar silencio, que debe sentirlo como el silencio de los inocentes, no de los corderos porque O’Reilly es pastor de ovejas.

Pero lo que no dijo en estrado sí lo manifestó por carta enviada por email a sus cercanos seguidores que, valga el dato, no son pocos y muy poderosos, les reiteró su más absoluta inocencia y las emprendió contra la justicia civil dijo de esta que no existe y que la sentencia que lo condenó fue injusta y arbitraria, como si prefiriera la divina y no porque tenga santos en la corte.

Señaló en la misiva que era casi inútil recurrir de nulidad e ir a un nuevo juicio porque no tendría garantías de un debido proceso, dejando al sistema acusatorio chileno casi al nivel del antiguo inquisitorial, como si hubiera sido culpable no por pruebas sino por diffamatio y suspicia (la difamación y la sospecha) y en los jueces hubiera primado la opinio malis (presunción de culpabilidad). Evitó referirse eso sí que, a lo mejor para el tribunal, más que su virtuosa inocencia primó la interrumpida inocencia de una niña pequeña.

El Padre O’Reilly ha decidido aceptar estoicamente su martirio, su abogado defensor Luis Hermosilla, lo acompañará a cargar su cruz en las primeras estaciones, el penalista quizás buscará que su caso sea incorporado en el Proyecto Inocentes de la Defensoría Penal Pública, el objeto es limpiar su honra y, en lo posible, que sea el rostro de la portada. Porque para el cura lo que le acontece no son más que señales y duras pruebas que le envía Dios para ser digno de llevar la mitra papal ¿por qué no? en un futuro lejano.

Como cuando llegue al trono de Pedro, deberá cambiarse el nombre, para ahorrar tiempo ya lo tiene escogido se llamará Inocencio XIV y también su lema pontificio: “Satius enim esse impunitum relinqui facinus nocetis quam innocentem damnari" (es mejor dejar libre a un culpable que castigar a un inocente). Porque ha dicho que los jueces, como sabían que él era inocente, si bien lo condenaron no quisieron encerrarlo, aunque algunos le han señalado que quizás es mejor que lo cambié porque suena un tanto confuso y con esa cultura inquisitiva que se impone a nivel mundial, el vulgo ignorante no entiende mucho que para los jueces en Chile sea mejor dejar libre a un culpable.