lunes, 9 de marzo de 2015

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Penta: entre tornillos, pernos y balatas

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Por Pepito El Breve
Bienvenido a la máquina”, junto con ser un tema de Pink Floyd fue, a lo mejor, el recibimiento que tuvieron los controladores del grupo Penta Carlos Délano y Carlos Eugenio Lavín, al ingresar al anexo cárcel Capitán Yáber.

La resolución judicial que les aplicó la prisión preventiva de seguro fue vista por los abogados de los imputados más para la galucha que para sentar jurisprudencia, es que por ese principio de transparencia y publicidad del sistema procesal penal chileno el segundo piso de la sala de audiencia estaba repleto de operadores de la justicia mediática, un fallo en contrario al sentido común y el clamor popular resultaría lapidario para la imagen del poder judicial y se hace necesario a veces acercar la justicia a la calle.

Aparte de la cárcel impuesta a seis de los imputados, reclusión domiciliaria, firma y arraigo nacional para otros, una de las cosas que dejó la audiencia de formalización fue la holística litigación de que hacen gala tanto fiscales, querellantes, como abogados defensores con esa habilidad para relacionar distintas ramas del saber humano al momento de fundamentar sus peticiones, lo anterior quedó claro con la discusión semántica que se dio en estrado sobre el concepto de máquina.

Mientras para fiscales y querellantes Penta era una máquina cuyos engranajes estaban debidamente aceitados para defraudar el fisco, para los defensores lo era para generar trabajo, empleo y riqueza, faltó que alguien dijera para generar billetes pero sonaría mal, o que solo era una inofensiva maquinita para sacar votos UDI.

Como la discusión se tornó excluyente, más propia de ingenieros, técnicos o para artículo de mecánica popular, no creo divagar si digo que Claudio, un abogado defensor y melómano confeso, de haber sido interviniente, habría argumentado que Penta era una “Máquina de Hacer Pájaros”, como esa agrupación rockera de Charly.

Si de algo pueden estar tranquilos los hoy encarcelados, es que no serán maquineados, esa horrenda práctica del tiempo de Pinochet. Para no ser discriminados, ser vistos como fenómenos por los otros presos y corra riesgo su integridad personal fueron trasladados a Capitán Yáber donde están los imputados por delitos económicos, pero cárcel igual. Y la cárcel es también una máquina, pero de moler carne, aunque diseñada para cruda, picante, atorrante y flaite, nunca de gente pudiente y elegante.

Por estas horas quizás si a los Carlos, les gustaría tener una máquina del tiempo, pero no para fugarse sino para trasladarse al pasado a revisar su aparato a lo mejor entre tantos tornillos, pernos y balatas había alguno suelto o rodado, pensar que para arreglarlo sola era cosa de contratar al Profesor Roscalata, ahorraban plata y se evitaban todo el resto.

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