viernes, 8 de julio de 2005

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La funcionaria del Registro Civil

2 comentarios
Gabriela Mistral en Punta Arenas.
Puerto Natales es una ciudad chica o un pueblo grande, eso depende del cristal con que se la mire. Desde Porvenir (Tierra del Fuego) es una ciudad chica. Desde Punta Arenas, es un pueblo grande. Desde el extranjero, es el pintoresco poblado que está cerca de las Torres del Paine. El caso es que en Puerto Natales nos conocemos todos, o casi todos. Por años y años hemos frecuentado las mismas calles, los mismos colegios, los mismos restaurantes, la misma plaza, las mismas fiestas, los mismos negocios y las mismas oficinas públicas. De esto último quisiera hablar. Siempre que llego a una de ellas pareciera que me va a faltar un papel, que me dirán que vuelva al otro día, que me confundirán con el delincuente que busca la policía, que me retarán por tener los zapatos sin lustrar, que me meterán preso por portación de cara, que deberé esperar un año o dos para sacar el bendito, ¿bendito?, el maldito timbre que autorizará en definitiva el trámite que fui a buscar.
Eso me ocurrió el año pasado, en invierno, necesitaba obtener un certificado de antecedentes de mi abuela para renovar la patente de alcoholes, me apersono al mostrador en donde atendía una mujer con mil años de funcionaria pública pero que milagrosamente tenía casi mi misma edad y le digo:
- necesito un certificado de antecedentes.
- si, como no, dígame su nombre.
- no es para mí, es para mi abuela.
- si es para su abuela, tiene que venir ella.
- ella no puede, porque tiene 94 años y está enferma.
- lo siento, tiene que venir ella.
- aparte de estar enferma, es invierno, no la puedo sacar de casa, no podrá caminar con tanta nieve y ella no tiene malos antecedentes.
- yo no puedo hacer nada, tiene que venir ella.
- no existe ninguna otra solución.
- no, señor, no existe.
- hasta luego.
- hasta luego.
Eso me pasó con aquella funcionaria del registro civil que por años y años hemos frecuentado las mismas calles, los mismos colegios, los mismos restaurantes, la misma plaza, las mismas fiestas, los mismos negocios. Debí meter a mi abuela en un destartalado taxi, con muchas precauciones, subirla a un segundo piso y entregársela en bandeja a la milenaria funcionaria, que con gesto adusto y plenipotenciario extendió el bendito ¿bendito?, maldito certificado de buena conducta.
Este año, directamente llevé a mi abuela y la vieja funcionaria, que no tiene la misma edad que yo; no opuso ningún reparo.
Es posible que muchas veces este mismo trámite sea realizado por algún personajillo vip, (persona muy importante) de la ciudad, pueblo o poblado, y no requerirá su asistencia, lo hará seguramente por teléfono, la misma funcionaria acudirá al domicilio del vip, le entregará el certificado y le preguntará por la salud de los suyos.
Por cosas como esta es que Gabriela Mistral dijo que: en el cielo debiera existir una Oficina Chilena de Tramitaciones, y quizás por esto la divina no murió en Chile, por esto, y por el temor a que la llamaran Gaby.

Nano.

Comments

2 comments to "La funcionaria del Registro Civil "

Anónimo dijo...
10:54

¡¡¡Nano!!! Tanto tiempo. Tenías razón!!!
Lo único que cambia en Natales, es el paisaje.

Tu abuela sigue siendo una diosa de las huertas de la fertilidad y una espantaterrores que espero te acompañe por muchas décadas más.

hugo dijo...
15:05

Gracias amigo; Es verdad lo único que cambia en Natales es el paisaje.
Saludos

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