sábado, 22 de febrero de 2014

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Edgardo Cea Oyarzún: Rescatando del olvido a Santiago Marinovic

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Esa memoria nuestra de cada día


Hugo Marinelic

El tiempo todo lo borra reza un viejo refrán y al parecer, lamentablemente, esta premisa suele manifestarse con frecuencia entre los natalinos al momento de valorar, evaluar y reconocer a quienes en rigor han dejado un legado de servicio como ejemplo de su fructífera labor realizada en bien de su comunidad.

Sin ser admirador o aficionado del automovilismo como deporte en ninguna de sus manifestaciones, siento un deber recordar la enorme figura de un hombre ligado a los fierros y que trascendió la época que le tocó vivir. Me refiero a don Santiago Marinovic Vlahovic, puntarenense de nacimiento pero natalino por adopción, alma y corazón. Ingeniero de profesión trabajó durante muchos años en el Frigorífico Natales. Hombre inteligente, brillante y creativo, el más importante diseñador, constructor y preparador mecánico de autos que tuvo la región de Magallanes. En 1952 corrió en la primera carrera de Ford – T que se realizó en Natales y la ganó holgadamente con un auto construido por él.

Hombre de carácter firme y decidido, vinculado a diversas actividades del quehacer social y deportivo en Puerto Natales, su obra es abrumadora y no tiene parangón en cuanto a realizaciones. De acuerdo con registros históricos, se puede afirmar con propiedad que durante la década de 1950, gracias al talento y dedicación de Marinovic, Natales disponía de una fábrica de autos de carreras. Este notable hacedor diseñó y construyó casi íntegramente autos para reconocidas figuras del volante magallánico como Tommy Dick, Simón Yadrijevic, Hugo Marinelic, Elías Pablovic, Godfrey Finlayson y para él mismo. Aquellos vistosos Ford – T que en condiciones normales estaban diseñados para alcanzar una velocidad de 70 kilómetros, bajo la preparación de Marinovic alcanzaban velocidades de hasta 130 kilómetros.

Sin horario límite para trabajar, muchas veces amanecía en su taller mecánico. Los natalinos acostumbraban ir a observarlo en su labor aportando numerosas y dudosas indicaciones de cómo solucionar esto o el otro, era el momento en que don Santiago hablaba fuerte y claro: “bueno – decía – el que está demás…fuera”.

En el periódico “El Esfuerzo”, órgano oficial del Sindicato de Campo y Frigoríficos, del mes de mayo de 1952, se lee: “Un hombre que se ha individualizado con el deporte natalino, un hombre que lo ha dado todo de sí, sin esperar ni aceptar retribución alguna, y este hombre, caballero del deporte, es Santiago Marinovic”. Otro diario de Punta Arenas de la misma época escribió: “No hay institución que no haya recibido el aporte de Marinovic. Pero el deporte mecánico es el que más le debe. Cerca de cien mil pesos gastados sólo para reparar máquinas para entregar la emoción a quienes la buscan”.

La creatividad de este hombre no se terminaba solamente con el automovilismo. La dirección, obra y construcción del Gimnasio del Club Natales fue otro de sus logros. El plano que presentó el 18 de enero de 1951, motivó diversos comentarios entre la directiva del Club Natales. Se tendría que utilizar tijerales de 25 metros de largo y en donde, las típicas amarras que llevaban los tijerales comunes de madera no irían. La obra se realizó finalmente tal cual lo planificó Marinovic y el 28 de junio de 1951 el gimnasio fue inaugurado. Algo más que una placa le debe el Club Deportivo Natales al constructor de su gimnasio que, inexplicablemente, hoy lleva otro nombre.

Otra de sus realizaciones, fue la construcción de un cutter al cuál bautizó “Iván”.

El 17 de mayo de 1982 falleció este hombre notable que entregó lo mejor de sus capacidades en pos del deporte natalino. No está demás refrescar la memoria de los natalinos y particularmente de quienes más le deben gratitud. 

EL “ÚLTIMA ESPERANZA” Y LA COMPLICIDAD MARINOVIC – MARINELIC 

Era el mes de diciembre de 1950, muy de mañana el agudo y característico pito del tren a Bories se escuchaba en casas, calles y barrios del pueblo. Era la hora de partir a la jornada de trabajo hacia el gran complejo frigorífico ganadero ubicado a 4 kilómetros al norte de Natales. En el diario “El Austral”, doña Blanca Barría propietaria del boliche “El Verdejo”, ofertaba su mercadería surtida recibida en el último vapor. El teatro “Palace” en funciones de vermouth y noche, exhibía el western “A la hora señalada”. El dentista Eduardo Youssuff, anunciaba su retorno a nuestra localidad. El Comité de Navidad organizaba una velada artística en el teatro “Libertad” con fines benéficos. Se presentaría la obra “El cancionero del niño”.

Eran tiempo en que aparecían varios periódicos simultáneamente editados en el mismo pueblo. La ganadería era la principal fuente laboral y económica. En este ambiente bullente de sindicatos, grupos artísticos teatrales y prolifera actividad periodística, se inscribe la Carrera Automovilística Internacional que acaparó la atención de un pueblo entero y de toda la comunidad tuerca de Magallanes. Esta gran prueba se correría por primera vez. El tramo a recorrer sería nada más ni nada menos que Punta Arenas – Natales – Punta Arenas, 452kilómetros de azarosa travesía por una ruta de tierra, dispareja a veces, tortuosa y polvorienta.

El gobernador del departamento, don Carlos Foncea Aedo, hincha número uno del deporte tuerca estaba a cargo de la organización de dicha prueba en Natales, mientras que a nivel regional los gestores eran la Radio Polar y el Touring Club de Punta Arenas. Presagiando lo que sería el desenlace de la carrera, la primera autoridad departamental declaró al periódico “EL Austral”: “…Por otra parte existe el natural y justificado orgullo deportivo, por presenciar el triunfo de nuestro joven y querido volante HUGO MARINELIC que representará nuestros colores”.

A.Wegmann y H. Marinelic

El auto que conduciría Marilenic y su copiloto Elías Pavlovic, se llamaba “Última Esperanza”. La máquina fue preparada convenientemente por la mano sabia y experta del gran SANTIAGO MARINOVIC en su taller ubicado en dependencias del Frigorífico Natales. El móvil ya había ganado una competencia de 100 kilómetros que se disputó en Punta Arenas, por eso esta vez el ingeniero trabajó con mayor esmero. Reacondicionó cuidadosamente el motor, el mínimo detalle fue observado escrupulosamente; se le agregó guardabarros traseros que lo protegerían de una posible lluvia y se lo equipó con amortiguadores que era un gran adelanto en su época.

Y llegó la hora de la verdad, el 9 de diciembre de 1950 en la ciudad capital regional diecisiete pilotos de Río Gallegos, Punta Arenas y el natalino Hugo Marinelic, esperaban en la línea de partida junto a sus máquinas. Por sorteo el auto “Última Esperanza” le correspondió partir en el lugar 12, el intervalo de partida entre un auto y otro era de 1 minuto.

Corrida la primera manga, no exenta de dificultades, los natalinos llegaron a Puerto Natales en tercer lugar. El punto de meta estuvo ubicado frente a la “Estancia Nueva” (hoy Regimiento “Lanceros”). Grande fue la recepción a los pilotos y especialmente a la dupla Marinelic – Pablovic. Un gran banquete se les brindó a todos los competidores en los comedores del Club Natales.

El domingo 10 de diciembre a las 11 hrs. se dio comienzo a la segunda etapa de la carrera Puerto Natales – Punta Arenas. Esta vez los natalinos salieron decididos a buscar el triunfo y a la altura del Cordón Arauco, el “Última Esperanza” pasó a liderar la carrera y así se mantuvo hasta alcanzar la meta. La llegada de los triunfadores a Punta Arenas fue apoteósica, miles de personas bajo una tenue lluvia esperaban expectantes. El primer bólido en entrar a la ciudad fue el “Última Esperanza”, ¡MARINELIC CAMPEÓN! fue el grito que se escuchó en todo la región.

El resultado general de la prueba fue el siguiente; Primer lugar: Hugo Marinelic, segundo lugar: Héctor Fadul, tercer lugar: José Salgado. A continuación se ubicaron Carlos Serrano, Roy Aldridge y Manuel García en las primeras posiciones.

Cuando los pilotos campeones retornaron a Natales, no existen precedentes históricos de la gran recepción de que fueron objeto. El comercio cerró sus puertas y el pueblo se volcó a las calles. Las mujeres a su paso le arrojaban flores. Repicaron las campanas de la iglesia. Se abrieron los balcones de la Municipalidad ante el júbilo desbordante de la gente. El alcalde de entonces, profesor Octavio Castro dio la bienvenida a los triunfadores. Hubo banquetes y bailes, brindis por doquier, los festejos se prolongaron por varios días. Fue un momento de gran regocijo para los natalinos. Tiempo después el propio Hugo Marinelic declaró en un diario regional: “Fue algo increíble, tuve que escapar de Natales, las demasiadas muestras de gratitud del pueblo y el brindis obsequioso de los amigos, ponía en riesgo mi integridad física”.

Y así fue, cumplo con traerles el recuerdo de un gran ingeniero y un hábil piloto de autos de carrera, que dieron gloria y victoria al deporte natalino, así como otros tantos insignes nombres que se han destacado en las distintas disciplinas de la actividad física y que hoy descansan en el letargo de la memoria muda y expectante de una sociedad frágil que atisba el simplismo, el desconocimiento, la envidia, el plagio, la vulgaridad, el desmérito y el disvalor. Pareciera que transitamos en un tiempo de prohombres y gusanos como dice Serrat en su canción, seudos hacedores dispuestos incluso hacer el ridículo con tal de figurar creyéndose dueños de la verdad histórica.

Fuentes consultadas: Periódicos, diarios y revistas (archivos del autor).

Comments

1 comments to "Edgardo Cea Oyarzún: Rescatando del olvido a Santiago Marinovic"

Maruja dijo...
11:14


Lamentablemente eso nunca pasará creo yo. Como dice el artículo hoy los ignorantes están en todas partes, es su tiempo.

Muy buen artículo.

Atte.

Maru

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