lunes, 17 de febrero de 2014

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Peñiplás

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Por Pepito El Breve
Entrevistado por El Austral de Temuco, el día domingo recién pasado el abogado Luis Hermosilla querellante en la causa por la muerte del matrimonio Luchsinger Mackay, expresó críticas al tratamiento judicial que recibe el machi Celestino Córdoba en su calidad de autoridad tradicional del Pueblo Mapuche, dice que tiene ciertas garantías que otros imputados no tienen, como poder beber agua durante el juicio en un cántaro de greda mientras todos los demás lo hacen en vasos de plástico, lo que es verdad y, confieso, que a mí también me llamó la atención.

Agrega que mientras a este se le permite usar sus vestimentas típicas, el resto de los imputados comparecen en estrados del país incluso hasta esposados (también es cierto).

A su juicio Celestino no es Machi, porque se deja fotografiar cuestión que no permiten las machi (no deja de tener razón en ello). Además usa plumas de choique en su cabeza, comportamiento que no tienen los mapuche porque en la Araucanía no hay cigüeñas, el choique es un ñandú. Olvida el penalista, en su disertación de antropología cultural, que existe un baile tradicional mapuche que se llama “El Choique Purrum”, que se enseña incluso en las escuelas, por ende aquí el jurista se equivoca: ¿De donde nacería esa tradición si nunca hubo cigüeñas? ¿Los puelche que son mapuche-argentinos no son por ello también miembros de dicha etnia? ¿Y los cordilleranos pehuenche no limitan geográficamente con los puelche? ¿No es acaso toda la Araucanía zona de fronteras culturales? ¿Está equivocada la enseñanza del folklore mapuche? ¿Quiénes, porqué y cómo se exterminaron a los choique no es algo que deban dilucidar los jueces?

Comparto eso sí con el letrado que hay un trato diferente para los mapuche, culpa de esos tratados de derechos humanos y ese etnográfico concepto -fatal para la aculturación- de la discriminación positiva, amable por cierto, pero discriminación al fin.

 Lo único que falta es que diga que Córdoba es un peñiplás (peñi de plástico), término con que solía burlarse de mí el frutilinares, ese estudiante de Antropología de la UCT, en aquellos tiempos de fines de los 90 cuando colaboraba en mi calidad de estudiante de periodismo en el periódico Aukiñ con el Aucán, cuando ya viejo, pero todavía ingenuo, me creía a concho eso de que era posible derribar el muro invisible y se acabaría el desierto verde pero, como buen huinca, desperté de ese sueño a tiempo.

Extractado de Diálogo Sur.

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