sábado, 24 de julio de 2004

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Aristóteles España: Lafourcade, testigo de su tiempo

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Los homenajes y recuerdos deben realizarse en vida de los autores y no después. Vamos a dedicar estas líneas para saludar a Enrique Lafourcade. Conocimos al autor de "Palomita Blanca", "Mano Bendita", a comienzos de los años 80 en la Feria del Libro del Parque Forestal. Estaban Rolando Cárdenas, Claudio Orrego, Jorge Teillier, Eduardo Molina Ventura (el famoso Chico Molina) , Iván Teillier, Fernando de la Lastra. Lafourcade quería crear una colección de poesía cuyo título era El Deshielo e hicimos planes para incluir autores jóvenes. Gran lector de poesía, pocos saben que es un excelente sonetista. Aún guardamos algunas de sus creaciones. Nos encargamos de conseguir manuscritos que revisamos en varias oportunidades pero la idea no prosperó porque el dueño de la editorial tenía ciertas discrepancias con las ideas de los vates. Sin embargo, Enrique siguió difundiendo a los poetas en las páginas de los diarios y en revistas desconocidas.
Habíamos leído durante ese verano "La Fiesta del Rey Acab", una de sus mejores novelas, magistral sátira a la dictadura de Rafael Leonidas Trujillo en Santo Domingo. Ese libro clásico, del mismo nivel de "Yo, El Supremo", de Roa Bastos y "El Señor Presidente", de Asturias es un trabajo meticuloso sobre la sicología de los dictadores de cualquier lugar del mundo y de cualquier ideología. Por sus páginas se respira la asfixia, el miedo, el olor de la persecución, los sonidos de los barrotes, la neblina verde del autoritarismo. En un lenguaje sencillo, el escritor chileno da cuenta de la vida de un pueblo lleno de melancolía y miedo. Algo difícil de realizar si no se tiene el talento. Lafourcade, cronista de su tiempo, fue el inventor de la denominada Generación del 50, publicó libros de esos artistas cuando aún eran desconocidos, los promocionó como sólo saberlo Lafourcade, e inventó polémicas para acercar a la gente al mundo del libro. Su estilo desenfadado es único y pocos le perdonan que sea un francotirador que ataca a la izquierda, a la derecha, a los empresarios. Se ha granjeado enemigos y construyó un personaje para sobrevivir. El hombre tímido que es, no habría estado en las ligas mayores si no golpeara de pronto con un uppercaut a sus adversarios, e incluso a sus amigos. Aún la izquierda chilena no le perdona su duro ataque a Salvador Allende a los pocos días de morir en La Moneda y Pinochet jamás va a olvidar su retrato literario en "El Gran Taimado", que le significó asilarse por unos días en Argentina.
Por nuestra parte diremos que no tuvo dudas en ofrecer su librería para lanzar nuestro libro "Dawson", editado por Bruguera y que presentaron en el invierno de 1985 Osvaldo Puccio, Martín Cerda y el propio novelista en una memorable noche llena de agentes de la CNI que posteriormente robaron y asaltaron su librería en la Plaza del Mulato Gil de Castro en Santiago.
Hace un par de meses nos reencontramos en la capital y caminamos como viejos amigos por librerías del centro de la urbe, bebimos un café cortado, recordamos a nuestros hermanos muertos y nos sacamos una fotografía junto a libros policiales y poemas de amor. Debemos ir juntos al sur, nos dijo y quedó hecha la promesa para viajar por los canales, comer mariscos como una vez lo hicimos en Chiloé y reeditar tal vez la colección de poetas, ahora con otro nombre.




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