Carretas de lana de la estancia Cerro Castillo. |
La agricultura resolverá el gran problema de Natales
Lo demuestran los colonos del valle “Nueva Esperanza”
La decisión del Gobierno de enviar al Congreso un proyecto de expropiación de 100 mil hectáreas de terrenos en los alrededores de Puerto Natales, ha causado sensación de alivio entre los habitantes de la vecina ciudad, que desde hace muchos años se encuentra cercada y oprimida por el latifundio.
Esa sensación se traduce en la esperanza de mejores días. Porque Natales es una población que está condenada al retroceso progresivo, si no se aumentan sus industrias, o si no se conceden los medios de establecer nuevas, a los hombres que laboran en esa zona, completamente desvinculada del resto del país, cuya misma situación geográfica constituye un obstáculo para su comunicación con otros centros.
Existen en la vecina localidad diversas instituciones que han luchado hace años por la subdivisión de tierras, y nombraremos entre ellas a la Asociación de Aspirantes a Colonos, que se declaró posteriormente en receso, en vista de la inutilidad de su campaña, pues se hacían oídos sordos a sus peticiones. La Asociación de Hijueleros también gestionó la solución del problema de la tierra, sin resultado.
Ahora la decisión del Gobierno del Exmo. Señor Duhalde de expropiar 100 mil hectáreas a la Sociedad Explotadora, para compensarla con igual cantidad en Tierra del Fuego, ha traído grandes esperanzas a la gente laboriosa de Ultima Esperanza.
Esta tierra, bien distribuida, a personas que la trabajen personalmente y la hagan producir, permitiría dedicarla a la agricultura, que daría al pueblo sus principales artículos de consumo, y a la ganadería, que permitiría solucionar un problema industrial, en el sentido de poder proveer de animales al frigorífico Natales, que no tiene campos propios y debe recurrir a la importación desde las estancias argentinas con las consiguientes trabas y gabelas.
Los terrenos que serán subdivididos son aptos para la agricultura, y en ellos se podrán cultivar en gran escala, papas, zanahorias, repollos, nabos, etc. que servirán para abastecer completamente al pueblo y a precios módicos.
El Gobernador de Ultima Esperanza, don Humberto Jara, fue uno de los iniciadores de esta obra de parcelación de terrenos, para explotar la agricultura en los alrededores de Natales, entregándolos directamente a los agricultores, sin la ingerencia de las firmas capitalistas, propietarias o arrendatarias.
A fines de 1944 más o menos, había al Este de la población, unas hijuelas que arrendaba al Fisco la Compañía frigorífica Natales, que no había renovado sus contratos de arriendo hacía más de un año.
El señor Jara propuso al Gobierno de entonces que esos terrenos fueran distribuidos a los pobladores en pequeños retazos de una hectárea, para dedicarlos a la agricultura. Consiguió la autorización y el reparto se hizo.
Los terrenos en referencia se encuentran en el lugar denominado “Valle de la Nueva Esperanza”, por donde pasa el río Natales, que los hace fértiles y productivos.
Los solicitantes favorecidos, fueron los señores Guillermo Callahan, Lorenzo Mella, Gregorio Benítez, Antonio Oval, Onofre Vidal, Juan Oyarzún, Ismael Gonzalez y otros quienes se dedicaron a la agricultura y a otras industrias, que dentro de un lapso de apenas dos años han progresado en forma notable. Todos construyeron sus casas, cercaron con alambre, hicieron instalaciones y ahora viven, casi exclusivamente del producto de la tierra.
Los más esforzados parceleros de la pequeña colonia, son los señores Gregorio Benítez y Lorenzo Mella. El señor Benítez dedicó su terreno a la instalación de un aserradero, que elabora madera para las necesidades de la población de Natales y cultiva también verduras para consumo propio y para la venta.
En cambio el señor Mella es un hombre que ha dedicado sus tierras única y exclusivamente a la agricultura, labor que realiza con mucho entusiasmo y esfuerzo. Cuenta con largos años de práctica como agricultor, y lo favorece la ayuda eficaz de su esposa, doña Felipa Barría de Mella, ejemplar auténtico de la mujer chilena, trabajadora y capaz, que personalmente, gualato en mano, dirige las labores agrícolas, cuando su marido trabaja en las faenas del Frigorífico Natales, donde está reconocido como excelente carnicero.
Los principales productos del Valle Nueva Esperanza son las papas, zanahorias, repollos y nabos, que el señor Mella conserva muy bien en la época de invierno empleando sistemas europeos, aprendidos de colonos llegados del viejo mundo.
Lorenzo Mella es una especie de jefe de esos colonos. El se encarga de sus principales gestiones para conseguir que se les otorguen títulos de propiedad de sus terrenos, que se espera lograr a breve plazo, si el Gobierno considera el informe enviado oportunamente por el Gobernador señor Humberto Jara Sánchez, quien así lo ha recomendado.
El éxito con que hasta la fecha se han estado dedicando a la agricultura los colonos del valle “Nueva Esperanza”, hace presumir desde luego, que la subdivisión de las 100 mil hectáreas que realizará el Gobierno, será un paso seguro dado a favor de la solución de un viejo problema natalino. Entonces habrá en Natales verdura abundante y barata, leche, queso y mantequilla a precios bajos, y se explotará también la ganadería, que como lógica consecuencia, permitirá a los frigoríficos y carnicerías, vender también la carne a mejores precios.
En resumen, que Puerto Natales será beneficiado con esta repartición de la tierra, que comenzó hace dos años en el Valle de la Nueva Esperanza, a que nos referimos en esta crónica.
Esa sensación se traduce en la esperanza de mejores días. Porque Natales es una población que está condenada al retroceso progresivo, si no se aumentan sus industrias, o si no se conceden los medios de establecer nuevas, a los hombres que laboran en esa zona, completamente desvinculada del resto del país, cuya misma situación geográfica constituye un obstáculo para su comunicación con otros centros.
Existen en la vecina localidad diversas instituciones que han luchado hace años por la subdivisión de tierras, y nombraremos entre ellas a la Asociación de Aspirantes a Colonos, que se declaró posteriormente en receso, en vista de la inutilidad de su campaña, pues se hacían oídos sordos a sus peticiones. La Asociación de Hijueleros también gestionó la solución del problema de la tierra, sin resultado.
Ahora la decisión del Gobierno del Exmo. Señor Duhalde de expropiar 100 mil hectáreas a la Sociedad Explotadora, para compensarla con igual cantidad en Tierra del Fuego, ha traído grandes esperanzas a la gente laboriosa de Ultima Esperanza.
Esta tierra, bien distribuida, a personas que la trabajen personalmente y la hagan producir, permitiría dedicarla a la agricultura, que daría al pueblo sus principales artículos de consumo, y a la ganadería, que permitiría solucionar un problema industrial, en el sentido de poder proveer de animales al frigorífico Natales, que no tiene campos propios y debe recurrir a la importación desde las estancias argentinas con las consiguientes trabas y gabelas.
Los terrenos que serán subdivididos son aptos para la agricultura, y en ellos se podrán cultivar en gran escala, papas, zanahorias, repollos, nabos, etc. que servirán para abastecer completamente al pueblo y a precios módicos.
EN EL VALLE “NUEVA ESPERANZA”
El Gobernador de Ultima Esperanza, don Humberto Jara, fue uno de los iniciadores de esta obra de parcelación de terrenos, para explotar la agricultura en los alrededores de Natales, entregándolos directamente a los agricultores, sin la ingerencia de las firmas capitalistas, propietarias o arrendatarias.
A fines de 1944 más o menos, había al Este de la población, unas hijuelas que arrendaba al Fisco la Compañía frigorífica Natales, que no había renovado sus contratos de arriendo hacía más de un año.
El señor Jara propuso al Gobierno de entonces que esos terrenos fueran distribuidos a los pobladores en pequeños retazos de una hectárea, para dedicarlos a la agricultura. Consiguió la autorización y el reparto se hizo.
Los terrenos en referencia se encuentran en el lugar denominado “Valle de la Nueva Esperanza”, por donde pasa el río Natales, que los hace fértiles y productivos.
Los solicitantes favorecidos, fueron los señores Guillermo Callahan, Lorenzo Mella, Gregorio Benítez, Antonio Oval, Onofre Vidal, Juan Oyarzún, Ismael Gonzalez y otros quienes se dedicaron a la agricultura y a otras industrias, que dentro de un lapso de apenas dos años han progresado en forma notable. Todos construyeron sus casas, cercaron con alambre, hicieron instalaciones y ahora viven, casi exclusivamente del producto de la tierra.
PARCELEROS ESFORZADOS
Los más esforzados parceleros de la pequeña colonia, son los señores Gregorio Benítez y Lorenzo Mella. El señor Benítez dedicó su terreno a la instalación de un aserradero, que elabora madera para las necesidades de la población de Natales y cultiva también verduras para consumo propio y para la venta.
En cambio el señor Mella es un hombre que ha dedicado sus tierras única y exclusivamente a la agricultura, labor que realiza con mucho entusiasmo y esfuerzo. Cuenta con largos años de práctica como agricultor, y lo favorece la ayuda eficaz de su esposa, doña Felipa Barría de Mella, ejemplar auténtico de la mujer chilena, trabajadora y capaz, que personalmente, gualato en mano, dirige las labores agrícolas, cuando su marido trabaja en las faenas del Frigorífico Natales, donde está reconocido como excelente carnicero.
Los principales productos del Valle Nueva Esperanza son las papas, zanahorias, repollos y nabos, que el señor Mella conserva muy bien en la época de invierno empleando sistemas europeos, aprendidos de colonos llegados del viejo mundo.
Lorenzo Mella es una especie de jefe de esos colonos. El se encarga de sus principales gestiones para conseguir que se les otorguen títulos de propiedad de sus terrenos, que se espera lograr a breve plazo, si el Gobierno considera el informe enviado oportunamente por el Gobernador señor Humberto Jara Sánchez, quien así lo ha recomendado.
El éxito con que hasta la fecha se han estado dedicando a la agricultura los colonos del valle “Nueva Esperanza”, hace presumir desde luego, que la subdivisión de las 100 mil hectáreas que realizará el Gobierno, será un paso seguro dado a favor de la solución de un viejo problema natalino. Entonces habrá en Natales verdura abundante y barata, leche, queso y mantequilla a precios bajos, y se explotará también la ganadería, que como lógica consecuencia, permitirá a los frigoríficos y carnicerías, vender también la carne a mejores precios.
En resumen, que Puerto Natales será beneficiado con esta repartición de la tierra, que comenzó hace dos años en el Valle de la Nueva Esperanza, a que nos referimos en esta crónica.
M.
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