La senadora Isabel Allende, actual Presidenta del Partido Socialista, señaló que: “todos -los candidatos- hemos torcido un poco la nariz a la ley”, ello en alusión a los cuestionados financiamientos irregulares de las campañas políticas.
Los dichos de la actual mandataria del socialismo no sólo fueron un inusitado desliz de franqueza sino que arrojaron tierra a los dos siglos de vida independiente nacional porque los políticos pertenecerían a una fronda aristocrática, casi una monarquía, es que leí en una columna de hoy en El Mercurio que existiría un intelectual de izquierda Carl Schmitt para quien “soberano es quien decide cuándo se hace excepción a las reglas y no quien las cumple”, vale decir que el “pueblo llano”, por el que suele desvelarse el socialismo nacional, no le queda más que servir de súbdito y acatar las leyes.
Advirtiendo los problemas que les podría acarrear tanto a nivel personal como partidario lo manifestado por su nueva líder, algunos se apresuraron en aclarar que no se puede generalizar y no ha sido política del partido torcer la ley, otros, en cambio, valoraron a la senadora Allende por decir la verdad.
Como en la actual sociedad que vivimos el quehacer político puede ser visto como un bien de consumo (aunque también puede ser un bien de uso para beneficio propio), y se ha conocido que las orgánicas políticas han actuado como verdaderas empresas, alguien podría, entonces, cuestionar éticamente al PS por su falta de responsabilidad social empresarial, al no fomentar en la comunidad la credibilidad en la política. Pero no se podría acusarlo ante la justicia porque la responsabilidad penal de las empresas es muy poco perseguida en Chile.
Eso sí corre el riesgo de ser denunciado ante el Sernac por publicidad engañosa, porque eso de aspirar a la igualdad y libertad de las personas de que solían vanagloriarse los socialistas, no sería más que un soberano embuste con el único fin de captar incautos.
En definitiva, el fantasma del escepticismo debe inundar el alma de los compañeros del partido de Marmaduke y el Chicho, temen una fuga de la militancia, porque se estaría dudando no sólo de los ideales, sino que hasta de los emblemas partidarios, como que la nativa hacha de piedra símbolo del mando, resistencia y compromiso con las luchas del pueblo e indígenas sudamericanos, que resalta en la bandera socialista sería, tal vez, un chipote chillón.
Los dichos de la actual mandataria del socialismo no sólo fueron un inusitado desliz de franqueza sino que arrojaron tierra a los dos siglos de vida independiente nacional porque los políticos pertenecerían a una fronda aristocrática, casi una monarquía, es que leí en una columna de hoy en El Mercurio que existiría un intelectual de izquierda Carl Schmitt para quien “soberano es quien decide cuándo se hace excepción a las reglas y no quien las cumple”, vale decir que el “pueblo llano”, por el que suele desvelarse el socialismo nacional, no le queda más que servir de súbdito y acatar las leyes.
Advirtiendo los problemas que les podría acarrear tanto a nivel personal como partidario lo manifestado por su nueva líder, algunos se apresuraron en aclarar que no se puede generalizar y no ha sido política del partido torcer la ley, otros, en cambio, valoraron a la senadora Allende por decir la verdad.
Como en la actual sociedad que vivimos el quehacer político puede ser visto como un bien de consumo (aunque también puede ser un bien de uso para beneficio propio), y se ha conocido que las orgánicas políticas han actuado como verdaderas empresas, alguien podría, entonces, cuestionar éticamente al PS por su falta de responsabilidad social empresarial, al no fomentar en la comunidad la credibilidad en la política. Pero no se podría acusarlo ante la justicia porque la responsabilidad penal de las empresas es muy poco perseguida en Chile.
Eso sí corre el riesgo de ser denunciado ante el Sernac por publicidad engañosa, porque eso de aspirar a la igualdad y libertad de las personas de que solían vanagloriarse los socialistas, no sería más que un soberano embuste con el único fin de captar incautos.
En definitiva, el fantasma del escepticismo debe inundar el alma de los compañeros del partido de Marmaduke y el Chicho, temen una fuga de la militancia, porque se estaría dudando no sólo de los ideales, sino que hasta de los emblemas partidarios, como que la nativa hacha de piedra símbolo del mando, resistencia y compromiso con las luchas del pueblo e indígenas sudamericanos, que resalta en la bandera socialista sería, tal vez, un chipote chillón.
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