Ya sea para preservar la especie o por puro placer, el sexo es la energía que mueve el mundo. Es archiconocida la caricatura “Qué hay en la mente del hombre”, un perfil de Sigmund Freud que se transfigura en una mujer desnuda, pero que en su versión de liberación LGBT la figura femenina podría ser varón o ambos.
Hasta hace unos años existía la creencia de que el hombre pensaba cada 7 segundos en sexo, pero un estudio de la Universidad Estatal de Ohio comprobó que era falso, porque de las 16 horas que una persona pasa despierta, el hombre promedio piensa 19 veces en sexo, eso sí más que la mujer que lo hace 10 veces.
Como todavía son desconocidos los intríngulis del pensamiento humano, y como política y sexo se atraen mutuamente, quizás si el Diputado Ceroni estaba poseído por uno de esos 19 episodios cuando dio rienda suelta a una pasión irrefrenable a través de un whatsApp sexual mientras estaba en el hemiciclo.
Y aunque no estamos en Norteamérica, donde el espionaje periodístico no tiene límites puede llegar incluso a realizar montajes, poner cámaras bajo las sabanas, quizás si hasta en los preservativos, todo con tal de capturar infraganti en impúdicas y comprometidas escenas a los políticos; el caso es que a Ceroni le fotografiaron el celular y publicaron las imágenes del whatsApp en un medio de comunicación on line, con lo cual lo que era una comunicación privada se convirtió en pública.
Unos criticaron al parlamentario su actitud infantil y bajo control de impulsos, considerando que hasta los espinilludos escolares saben que cuando son presas de una incontrolable tentación deben pedir permiso a la profesora para ir al baño, su buen chorro de agua fría sirve para aplacar cualquier entusiasmo descontrolado, o puede demorarse un poco más teniendo la precaución de volver al salón de clases con el rostro fresco y lozano y las manos bien lavadas.
Pero han sido los propios parlamentarios quienes han expresado que el Congreso Nacional no es un regimiento, que deba cuadrarse según las órdenes del gobierno de turno, por lo que no correspondería que la cafetería del Congreso junto al azúcar y sucralosa pueda contar en las mesas con piedra alumbre, para quien quiera poner a su café expreso y dejar su espíritu sosegado.
A los que han señalado que sería irrespetuoso estar whatsappeando mientras se debatía en la sala una ley, el diputado Ceroni les ha aclarado que quienes así piensan desconocen por completo cómo funciona la Cámara de Diputados, porque el trabajo importante se hace en las comisiones, la votación y discusión que se hace en sala, parece, sería una lata.
Por ello Ceroni dice que es un convencido que se pueden hacer varias cosas al mismo tiempo, escuchar, votar y conversar por redes sociales, después de todo tenemos varios sentidos, hay que ocuparlos y fue el propio ministro Burgos quien elevó al whatssApp casi a la categoría de valija oficial cuando expresó que se enteró por este medio del voto de un senador. Quizá sería apropiado, entonces, que la reforma educacional incorpore el uso de redes sociales en aula a objeto de tener ciudadanos polifuncionales, y no se obligue a nuestra juventud estar en las aburridas clases con celulares apagados y manos atadas.
Ahora bien si todos pensamos 19 veces al día en sexo, incluso esos mojigatos que se ruborizan hasta con la canción de Los Prisioneros, seria descarado cuestionar con una moral victoriana a Ceroni. Porque es de ingenuo pensar que las redes sociales solo deben servir para un platónico e insípido amor virtual, más aún si a lo mejor en el futuro tendremos sexo telepático pero no faltarán los intrusos que interceptarán las señales para difundirlas.
Ceroni, que es un devoto creyente, sabe que ni siquiera el Papa podría reprocharle algo, aunque Francisco ha cuestionado el uso de redes sociales “en la mesa están pegados al ordenador o al aparatito (en referencia al teléfono celular) y la familia no se escucha entre ella y por tanto no es una familia, es una pensión”, ha dicho el pontífice, no es el caso del diputado porque éste no estaba en su hogar familiar, sino sólo en una sesión.
Tal vez el único que podría decir algo es el ex senador Pedro Muñoz, quien cuando fuera sorprendido en el senado viendo una página de TVN con modelos en bikinis fue duramente cuestionado por sus pares, mientras que a Ceroni acudieron todos a brindarle un cerrado apoyo anunciando querellas y demandas para el medio que publicó las conversaciones, solidaridad que sacaron lágrimas cual chico de quince al diputado, mientras que a Muñoz cuando se publicaron las fotos capaz que hasta en su casa le aforraron.
Lo de Ceroni me servirá para justificar mi resistencia a tener whatssApp por resguardo de mi privacidad, porque la vida sería muy plana si no tuviéramos algo que ocultar, aunque en casa me presionan cada vez más, me urgen que debo incorporarme al grupo familiar, ya que serviría para comunicarnos, sobre todo que cada día hablo menos, cuestionan mi indiferencia y el nulo contacto corporal.
Hasta hace unos años existía la creencia de que el hombre pensaba cada 7 segundos en sexo, pero un estudio de la Universidad Estatal de Ohio comprobó que era falso, porque de las 16 horas que una persona pasa despierta, el hombre promedio piensa 19 veces en sexo, eso sí más que la mujer que lo hace 10 veces.
Como todavía son desconocidos los intríngulis del pensamiento humano, y como política y sexo se atraen mutuamente, quizás si el Diputado Ceroni estaba poseído por uno de esos 19 episodios cuando dio rienda suelta a una pasión irrefrenable a través de un whatsApp sexual mientras estaba en el hemiciclo.
Y aunque no estamos en Norteamérica, donde el espionaje periodístico no tiene límites puede llegar incluso a realizar montajes, poner cámaras bajo las sabanas, quizás si hasta en los preservativos, todo con tal de capturar infraganti en impúdicas y comprometidas escenas a los políticos; el caso es que a Ceroni le fotografiaron el celular y publicaron las imágenes del whatsApp en un medio de comunicación on line, con lo cual lo que era una comunicación privada se convirtió en pública.
Unos criticaron al parlamentario su actitud infantil y bajo control de impulsos, considerando que hasta los espinilludos escolares saben que cuando son presas de una incontrolable tentación deben pedir permiso a la profesora para ir al baño, su buen chorro de agua fría sirve para aplacar cualquier entusiasmo descontrolado, o puede demorarse un poco más teniendo la precaución de volver al salón de clases con el rostro fresco y lozano y las manos bien lavadas.
Pero han sido los propios parlamentarios quienes han expresado que el Congreso Nacional no es un regimiento, que deba cuadrarse según las órdenes del gobierno de turno, por lo que no correspondería que la cafetería del Congreso junto al azúcar y sucralosa pueda contar en las mesas con piedra alumbre, para quien quiera poner a su café expreso y dejar su espíritu sosegado.
A los que han señalado que sería irrespetuoso estar whatsappeando mientras se debatía en la sala una ley, el diputado Ceroni les ha aclarado que quienes así piensan desconocen por completo cómo funciona la Cámara de Diputados, porque el trabajo importante se hace en las comisiones, la votación y discusión que se hace en sala, parece, sería una lata.
Por ello Ceroni dice que es un convencido que se pueden hacer varias cosas al mismo tiempo, escuchar, votar y conversar por redes sociales, después de todo tenemos varios sentidos, hay que ocuparlos y fue el propio ministro Burgos quien elevó al whatssApp casi a la categoría de valija oficial cuando expresó que se enteró por este medio del voto de un senador. Quizá sería apropiado, entonces, que la reforma educacional incorpore el uso de redes sociales en aula a objeto de tener ciudadanos polifuncionales, y no se obligue a nuestra juventud estar en las aburridas clases con celulares apagados y manos atadas.
Ahora bien si todos pensamos 19 veces al día en sexo, incluso esos mojigatos que se ruborizan hasta con la canción de Los Prisioneros, seria descarado cuestionar con una moral victoriana a Ceroni. Porque es de ingenuo pensar que las redes sociales solo deben servir para un platónico e insípido amor virtual, más aún si a lo mejor en el futuro tendremos sexo telepático pero no faltarán los intrusos que interceptarán las señales para difundirlas.
Ceroni, que es un devoto creyente, sabe que ni siquiera el Papa podría reprocharle algo, aunque Francisco ha cuestionado el uso de redes sociales “en la mesa están pegados al ordenador o al aparatito (en referencia al teléfono celular) y la familia no se escucha entre ella y por tanto no es una familia, es una pensión”, ha dicho el pontífice, no es el caso del diputado porque éste no estaba en su hogar familiar, sino sólo en una sesión.
Tal vez el único que podría decir algo es el ex senador Pedro Muñoz, quien cuando fuera sorprendido en el senado viendo una página de TVN con modelos en bikinis fue duramente cuestionado por sus pares, mientras que a Ceroni acudieron todos a brindarle un cerrado apoyo anunciando querellas y demandas para el medio que publicó las conversaciones, solidaridad que sacaron lágrimas cual chico de quince al diputado, mientras que a Muñoz cuando se publicaron las fotos capaz que hasta en su casa le aforraron.
Lo de Ceroni me servirá para justificar mi resistencia a tener whatssApp por resguardo de mi privacidad, porque la vida sería muy plana si no tuviéramos algo que ocultar, aunque en casa me presionan cada vez más, me urgen que debo incorporarme al grupo familiar, ya que serviría para comunicarnos, sobre todo que cada día hablo menos, cuestionan mi indiferencia y el nulo contacto corporal.
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