Fueron las declaraciones de esos tipos análogos (por su amor a las analogías) el senador Girardi y el erudito Melnick, mientras uno dijo que las empresas de alimentos son pedófilas y el otro que las embarazadas son autos chocados, como uno afirma que puede predecir el futuro, del otro se dice que es un brujo que lee la Torah, por ese gusto del misticismo y los universos paralelos que exudan estoy convencido que en una vida anterior fueron hermanos, no siameses, pero sí gemelos, lo que me llevó a pensar esta semana -al igual que a ustedes- que la discusión política por estos días está muy enrarecida.
Más aún si a ello sumamos las opiniones destempladas de Evelyn Matthei acerca de que la Presidenta Bachelet no sabe nada, pide puras estupideces y se nos viene el acabose, con la consiguiente respuesta del diputado Osvaldo Andrade de que la Evelyn está cucú.
Y que a los otrora sonrientes chicos de la Udi se les ve como amurrados, ¿dónde quedaron esa sempiternas sonrisas de Coloma, Molina, Wagner y Álvarez, sólo por nombrar algunos? las mismas que yo, amargo por naturaleza, envidiaba pues nunca supe la razón de tanta dicha cuando hablaban y risa incontenible de yerba no era.
Es que a diferencia de lo que propugnan Pablo Longueira y Rodolfo Carter en el documento sobre los desafíos de la UDI para los próximos 30 años, hoy el valor más preciado no sería el sentido común, que sabemos muchas veces es engañador, sino que: La Rebelión. Por lo que vendría siendo tiempo, entonces, de liberarse y botar a la basura ese pacífico conservadurismo católico para dar rienda suelta a esa rebeldía innata y contenida en el alma de los chicos y chicas de la UDI.
Escaparse de misa, dejar la cruz y estampitas de Escrivá de Balaguer fondeadas en el último cajón del velador, pero ojo no se trataría de tomar el fusil -algunos malpensados dirán que junto a los gorilas hace tiempo sí que lo tomaron- y correr a la calle a rebelarse para olvidar que antaño pregonaban dictatoriales verdades reveladas. Prueba del cambio de paradigma del partido estaría más que plasmado en el insurrecto video “Yo me rebelo”, que algunos verían alarmados como un llamado a la sublevación.
Es que al parecer en la UDI aprendieron la lección y por esto de la revolución estudiantil ven que la sociedad sobrevalora la callejera desobediencia juvenil y clama de que se gobierne con la “Ley de la Calle”. No sería raro que los neo rebeldes de derecha exijan que la reforma educacional en cuanto a enseñanza preescolar debe tomar en cuenta la opinión de los parvulitos de nivel menor, medio y medio mayor e, incluso, a los de sala cuna, eso sí, cuando no se encuentren durmiendo.
Tal vez tan equivocado no estaba, entonces, el diputado Andrade cuando señala que las críticas contra el gobierno huelen a sedición. Como no soy un optimista patológico, a diferencia de mi profe J.J. Faundes, creo que le compete al gobierno tomar de una vez por todas cartas en el asunto para sanear la discusión política.
Eso sí, no obstante la cercanía ideológica con los gobiernos de Maduro y Cristina, no sería políticamente correcto crear un Subministerio de la Felicidad tipo el del gobierno venezolano, ni tampoco un Programa Enamorar como el del gobierno argentino, reconociendo los nobles objetivos de estas iniciativas para propiciar la solidaridad y el imperio de la felicidad y el amor entre sus habitantes, porque arreciarían las criticas de que se está gobernando a punta de copy page.
Quizás sería mas conveniente llamar a Marcelo Trivelli para reeditar, acorde a estos tiempos, en Full HD, por señal digital y en YouTube, la exitosa campaña, “Piensa Positivo” que hizo furor el año 2001, pero ¡vaya a saber que se habrá hecho Trivelli! y, a mí, ese tipo: ¡Puchas que me caía bien!
Más aún si a ello sumamos las opiniones destempladas de Evelyn Matthei acerca de que la Presidenta Bachelet no sabe nada, pide puras estupideces y se nos viene el acabose, con la consiguiente respuesta del diputado Osvaldo Andrade de que la Evelyn está cucú.
Y que a los otrora sonrientes chicos de la Udi se les ve como amurrados, ¿dónde quedaron esa sempiternas sonrisas de Coloma, Molina, Wagner y Álvarez, sólo por nombrar algunos? las mismas que yo, amargo por naturaleza, envidiaba pues nunca supe la razón de tanta dicha cuando hablaban y risa incontenible de yerba no era.
Es que a diferencia de lo que propugnan Pablo Longueira y Rodolfo Carter en el documento sobre los desafíos de la UDI para los próximos 30 años, hoy el valor más preciado no sería el sentido común, que sabemos muchas veces es engañador, sino que: La Rebelión. Por lo que vendría siendo tiempo, entonces, de liberarse y botar a la basura ese pacífico conservadurismo católico para dar rienda suelta a esa rebeldía innata y contenida en el alma de los chicos y chicas de la UDI.
Escaparse de misa, dejar la cruz y estampitas de Escrivá de Balaguer fondeadas en el último cajón del velador, pero ojo no se trataría de tomar el fusil -algunos malpensados dirán que junto a los gorilas hace tiempo sí que lo tomaron- y correr a la calle a rebelarse para olvidar que antaño pregonaban dictatoriales verdades reveladas. Prueba del cambio de paradigma del partido estaría más que plasmado en el insurrecto video “Yo me rebelo”, que algunos verían alarmados como un llamado a la sublevación.
Es que al parecer en la UDI aprendieron la lección y por esto de la revolución estudiantil ven que la sociedad sobrevalora la callejera desobediencia juvenil y clama de que se gobierne con la “Ley de la Calle”. No sería raro que los neo rebeldes de derecha exijan que la reforma educacional en cuanto a enseñanza preescolar debe tomar en cuenta la opinión de los parvulitos de nivel menor, medio y medio mayor e, incluso, a los de sala cuna, eso sí, cuando no se encuentren durmiendo.
Tal vez tan equivocado no estaba, entonces, el diputado Andrade cuando señala que las críticas contra el gobierno huelen a sedición. Como no soy un optimista patológico, a diferencia de mi profe J.J. Faundes, creo que le compete al gobierno tomar de una vez por todas cartas en el asunto para sanear la discusión política.
Eso sí, no obstante la cercanía ideológica con los gobiernos de Maduro y Cristina, no sería políticamente correcto crear un Subministerio de la Felicidad tipo el del gobierno venezolano, ni tampoco un Programa Enamorar como el del gobierno argentino, reconociendo los nobles objetivos de estas iniciativas para propiciar la solidaridad y el imperio de la felicidad y el amor entre sus habitantes, porque arreciarían las criticas de que se está gobernando a punta de copy page.
Quizás sería mas conveniente llamar a Marcelo Trivelli para reeditar, acorde a estos tiempos, en Full HD, por señal digital y en YouTube, la exitosa campaña, “Piensa Positivo” que hizo furor el año 2001, pero ¡vaya a saber que se habrá hecho Trivelli! y, a mí, ese tipo: ¡Puchas que me caía bien!
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