El senador Carlos Bianchi aparece formando el partido Democracia Regional Patagónica. |
Si algo se le ha reconocido a la gestión del senador independiente por Magallanes, Carlos Bianchi es que en las decisiones que ha tomado se ha regido según sus propios principios y voluntad, lo cual no se cansa de refrendarlo públicamente y ha sido aplaudido por sus electores magallánicos quienes le han electo senador en dos periodos consecutivos sin necesidad de sumarse a un partido político, conglomerado, tener soberanos o padrinos políticos que pauteen sus votaciones.
A juicio del senador ese legislar contra corriente, ser libre e independiente para votar en conciencia, actuar según motu proprio o como le plazca, le ha traído más de algún problema y uno que otro disgusto con sus colegas parlamentarios y gobiernos de turno. Tanto es así que, según él, sufriría una venganza política por haber votado a favor de la destitución del ministro de educación Harald Beyer y por derrotar a un ex compañero de ruta en la última elección parlamentaria.
Según Bianchi, dicha venganza se materializaría en la formalización de cargos por el presunto delito de fraude al fisco y negociación incompatible de que fue objeto por parte de la fiscalía este martes en el Tribunal de Garantía de Punta Arenas. El órgano persecutor le imputa que arrendaba la casa de familiares para que funcione su sede parlamentaria.
Contradictoriamente a lo que ha sido su directriz de vida y política, el senador ha dicho en su defensa que consultó al Senado para el arriendo de la sede y que se le manifestó que muchos parlamentarios hacían lo mismo. Por ende no habría delito, capaz que actuó involuntariamente (sin voluntad, cosa rara en él) cometiendo sólo el pecado de muchos, argumento que, para algunos, puede sonar un poco
consuelo de tontos, digno de juzgar en los confesionarios en lugar de los tribunales de la República.
Es que el arriendo habría sido por seguir la corriente, aparentar algo o más bien por monería, después de todo, según ha dicho, muchos lo hacían, como si el senador fue un infante ante la presión de sus pares incapaz de negarse al ofrecimiento de un cigarrillo o tomar una piscola. Lo complicado para Bianchi es que en el plebiscito del 88 de seguro votó No y sumarse al piño nunca fue lo suyo.
A juicio del senador ese legislar contra corriente, ser libre e independiente para votar en conciencia, actuar según motu proprio o como le plazca, le ha traído más de algún problema y uno que otro disgusto con sus colegas parlamentarios y gobiernos de turno. Tanto es así que, según él, sufriría una venganza política por haber votado a favor de la destitución del ministro de educación Harald Beyer y por derrotar a un ex compañero de ruta en la última elección parlamentaria.
Según Bianchi, dicha venganza se materializaría en la formalización de cargos por el presunto delito de fraude al fisco y negociación incompatible de que fue objeto por parte de la fiscalía este martes en el Tribunal de Garantía de Punta Arenas. El órgano persecutor le imputa que arrendaba la casa de familiares para que funcione su sede parlamentaria.
Contradictoriamente a lo que ha sido su directriz de vida y política, el senador ha dicho en su defensa que consultó al Senado para el arriendo de la sede y que se le manifestó que muchos parlamentarios hacían lo mismo. Por ende no habría delito, capaz que actuó involuntariamente (sin voluntad, cosa rara en él) cometiendo sólo el pecado de muchos, argumento que, para algunos, puede sonar un poco
consuelo de tontos, digno de juzgar en los confesionarios en lugar de los tribunales de la República.
Es que el arriendo habría sido por seguir la corriente, aparentar algo o más bien por monería, después de todo, según ha dicho, muchos lo hacían, como si el senador fue un infante ante la presión de sus pares incapaz de negarse al ofrecimiento de un cigarrillo o tomar una piscola. Lo complicado para Bianchi es que en el plebiscito del 88 de seguro votó No y sumarse al piño nunca fue lo suyo.
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