Película Allende en su laberinto de Miguel Littín. |
Si el Chicho estuviera vivo, aun cuando muchos quieren ver su espectro en las reformas tributarias y educacionales, se hubiese reído a carcajadas de la polémica acerca de que para sortear con éxito la situación de desconfianza ciudadana por la que atraviesa la Presidenta a Bachelet y su gobierno deberían o no ingresar al gabinete ministerial miembros de la Vieja Guardia pertenecientes a la fenecida, pero todavía coleando, Concertación de Partidos por la Democracia, que es como pedir que vuelvan los clásicos.
Porque detrás de esos serios y tupidos bigotes grises, lentes de gruesos marcos negros y cuadrados que transmitían un seño adusto, Allende debe haber sido un tipo más bien bueno pal`leseo.
Una de sus bromas fue sacarse esa foto con un AK-47 apuntando al cielo, el fusil le fue regalado por Fidel Castro en la extensa visita de un mes que realizó el barbudo por lo largo y ancho del país.
Chiste que al Chicho le salió por la culata, el MIR interpretó que el Presidente al fin les había hecho caso se aceleraría el proceso revolucionario y era el principio para armar al pueblo. Por su parte, la CIA, DC y derecha vieron en esa imagen la prueba fehaciente de que el gobierno se estaba preparando para la lucha armada decidieron apurar el Golpe de Estado y, para que no se les acuse de antidemocráticos y anti constitucionalistas, acordaron en 1.000 días la duración del régimen de la UP, más que suficientes acorde al tercio de los votos que obtuvo la coalición en la elección presidencial que le permitió a Allende ingresar a La Moneda.
Quizás fue esa faceta risueña, un tanto desconocida, la que quiso representar Miguel Littín en la película “Allende, en su laberinto”, no sólo porque la voz del protagonista carece del sello impostado del ex presidente, sino más bien porque al actor que interpreta el papel del gobernante parece como si el casco militar le quedara grande, se nota un tanto raquítico y Allende era más bien robusto, por lo que el filme más que epopeya heroica se ve como tragicomedia.
Pero al Chicho nunca le gustaron los disparos, y no por ser corto de vista ni porque no le achuntara ni al quinto bote, es más los debe haber odiado tanto como para pretender hacer una revolución socialista con votos y no por la vía armada, como aconsejaban todos los manuales de teoría marxista, cuando las tomó fue para darse un suicida balazo.
Lo suyo eran las palabras, la retórica, que incluso sus detractores le alababan más que sus ideales, poseía un galanteo piropero que fascinaba a las mujeres, no era banalidad sino pronunciar vocablos encachados.
Pero no era un pacífico romántico empedernido, sino que también gustaba del viril deporte del boxeo, de joven fue púgil, cuentan que en las oficinas de La Moneda solía hacer guantes con su sombra si bien era diestro tenía un formidable uppercut zurdo de temer, ese puño izquierdo quedó marcado para siempre en las paredes del palacio presidencial.
En cuanto al estilo defensivo prefería la guardia clásica considerada por muchos como una guardia vieja, sobre si todo si en los 60 y principios de los 70 estaba de moda esa combinación de guardia mixta lateral y baja que popularizó Mohamed Ali eso sí hasta que se topó con tipos como Frazer o Norton y retomó la vieja guardia. Pero nuestro Allende, amaba lo clásico tanto que adquirió una propiedad en la calle Guardia Vieja.
Sin embargo al Chicho en su combate más importante se le ocurrió cambiar de guardia, dicen que hasta la bajó, minimizó a su oponente, confió en su juego de piernas y habilidad política en el cuadrilátero y recibió un cross al hígado de esos que vuelven los muslos hilachas de lana.
Esa excesiva confianza en sí mismo y lucida guardia baja fue también el error que cometió “Sugar Ray” Leonard en 1980 cuando combatió por primera vez con Roberto “Mano de Piedra” Durán, quien con una guardia clásica yendo siempre al frente le aforró una pateadura de aquellas.
La senadora Isabel Allende, quien por los años que lleva en la política sería exponente de la Vieja Guardia dice no compartir que exista una dicotomía entre antiguos y nuevos dirigentes, es que heredó de su padre tanto su afición política como la propiedad de Guardia Vieja, no sabemos si también el gusto por el boxeo.
Pero nunca es tarde para comenzar a practicarlo y como está de moda eso de la paridad de género en todos los ámbitos del quehacer humano, incluso en el deporte de los puños, podría invitar a la mandataria para hacer de sparrings de Carolina “Crespa” Rodríguez, más aún si la Presidenta la conoce porque la invitó a La Moneda luego que la boxeadora ganara el título mundial en la categoría peso gallo de la Asociación Internacional de Boxeo Femenino.
La “Crespita” les puede enseñar que más importante que tener una guardia vieja, clásica, baja, mixta, lateral o nueva, es saber utilizarla arriba del ring según el contrincante, además que un efectivo y constante jab, sea éste de derecha o izquierda socava las fuerzas del rival y, aunque no se noquee, permite obtener la victoria por puntos. Es que nunca está demás saber autodefensa personal sobre todo en estos días que la delincuencia campea.
Pero en el pugilato los combates son entre dos, es necesario que el oponente esté presente, nunca ausente, porque practicar con el espejo y auto inferirse un nocaut es prueba de que se tiene “Mandíbula de cristal” y ahí no hay guardia que a uno lo salve, lo mejor es pensar en colgar los guantes o, por lo menos, cambiar de deporte.
Porque detrás de esos serios y tupidos bigotes grises, lentes de gruesos marcos negros y cuadrados que transmitían un seño adusto, Allende debe haber sido un tipo más bien bueno pal`leseo.
Una de sus bromas fue sacarse esa foto con un AK-47 apuntando al cielo, el fusil le fue regalado por Fidel Castro en la extensa visita de un mes que realizó el barbudo por lo largo y ancho del país.
Chiste que al Chicho le salió por la culata, el MIR interpretó que el Presidente al fin les había hecho caso se aceleraría el proceso revolucionario y era el principio para armar al pueblo. Por su parte, la CIA, DC y derecha vieron en esa imagen la prueba fehaciente de que el gobierno se estaba preparando para la lucha armada decidieron apurar el Golpe de Estado y, para que no se les acuse de antidemocráticos y anti constitucionalistas, acordaron en 1.000 días la duración del régimen de la UP, más que suficientes acorde al tercio de los votos que obtuvo la coalición en la elección presidencial que le permitió a Allende ingresar a La Moneda.
Quizás fue esa faceta risueña, un tanto desconocida, la que quiso representar Miguel Littín en la película “Allende, en su laberinto”, no sólo porque la voz del protagonista carece del sello impostado del ex presidente, sino más bien porque al actor que interpreta el papel del gobernante parece como si el casco militar le quedara grande, se nota un tanto raquítico y Allende era más bien robusto, por lo que el filme más que epopeya heroica se ve como tragicomedia.
Pero al Chicho nunca le gustaron los disparos, y no por ser corto de vista ni porque no le achuntara ni al quinto bote, es más los debe haber odiado tanto como para pretender hacer una revolución socialista con votos y no por la vía armada, como aconsejaban todos los manuales de teoría marxista, cuando las tomó fue para darse un suicida balazo.
Lo suyo eran las palabras, la retórica, que incluso sus detractores le alababan más que sus ideales, poseía un galanteo piropero que fascinaba a las mujeres, no era banalidad sino pronunciar vocablos encachados.
Pero no era un pacífico romántico empedernido, sino que también gustaba del viril deporte del boxeo, de joven fue púgil, cuentan que en las oficinas de La Moneda solía hacer guantes con su sombra si bien era diestro tenía un formidable uppercut zurdo de temer, ese puño izquierdo quedó marcado para siempre en las paredes del palacio presidencial.
En cuanto al estilo defensivo prefería la guardia clásica considerada por muchos como una guardia vieja, sobre si todo si en los 60 y principios de los 70 estaba de moda esa combinación de guardia mixta lateral y baja que popularizó Mohamed Ali eso sí hasta que se topó con tipos como Frazer o Norton y retomó la vieja guardia. Pero nuestro Allende, amaba lo clásico tanto que adquirió una propiedad en la calle Guardia Vieja.
Sin embargo al Chicho en su combate más importante se le ocurrió cambiar de guardia, dicen que hasta la bajó, minimizó a su oponente, confió en su juego de piernas y habilidad política en el cuadrilátero y recibió un cross al hígado de esos que vuelven los muslos hilachas de lana.
Esa excesiva confianza en sí mismo y lucida guardia baja fue también el error que cometió “Sugar Ray” Leonard en 1980 cuando combatió por primera vez con Roberto “Mano de Piedra” Durán, quien con una guardia clásica yendo siempre al frente le aforró una pateadura de aquellas.
La senadora Isabel Allende, quien por los años que lleva en la política sería exponente de la Vieja Guardia dice no compartir que exista una dicotomía entre antiguos y nuevos dirigentes, es que heredó de su padre tanto su afición política como la propiedad de Guardia Vieja, no sabemos si también el gusto por el boxeo.
Pero nunca es tarde para comenzar a practicarlo y como está de moda eso de la paridad de género en todos los ámbitos del quehacer humano, incluso en el deporte de los puños, podría invitar a la mandataria para hacer de sparrings de Carolina “Crespa” Rodríguez, más aún si la Presidenta la conoce porque la invitó a La Moneda luego que la boxeadora ganara el título mundial en la categoría peso gallo de la Asociación Internacional de Boxeo Femenino.
La “Crespita” les puede enseñar que más importante que tener una guardia vieja, clásica, baja, mixta, lateral o nueva, es saber utilizarla arriba del ring según el contrincante, además que un efectivo y constante jab, sea éste de derecha o izquierda socava las fuerzas del rival y, aunque no se noquee, permite obtener la victoria por puntos. Es que nunca está demás saber autodefensa personal sobre todo en estos días que la delincuencia campea.
Pero en el pugilato los combates son entre dos, es necesario que el oponente esté presente, nunca ausente, porque practicar con el espejo y auto inferirse un nocaut es prueba de que se tiene “Mandíbula de cristal” y ahí no hay guardia que a uno lo salve, lo mejor es pensar en colgar los guantes o, por lo menos, cambiar de deporte.
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