En su edición del 31 de enero de presente año el diario español El País, publicó un artículo titulado: “La realidad con la que convivimos es una simulación de nuestro cerebro”, en este Facundo Manes, neurocientífico argentino, comenta un experimento que se realizó en Chile con chilenos mapuches y chilenos no mapuches a quienes se colocó electrodos y se le mostraron fotos de ambos grupos sociales. El estudio demostró que en cuestión de milisegundos el cerebro se daba cuenta de si la foto pertenece a su etnia o no y si pertenecía lo asociaba con algo positivo y si no con algo negativo.
Manes concluye que, biológicamente, en el cerebro ya tenemos prejuicios contra el que es diferente a nosotros, la clave para subsanar lo anterior, dice, “es buscar puentes con el que piensa distinto”.
Uno de las críticas más fuertes al proyecto de control preventivo de identidad, aparte de que reeditará la detención por sospecha, es su carácter de arbitrario, aun cuando de por sí todo control lo sea, se estima que los agentes policiales aplicarían el control de identidad sólo a un determinado grupo sociocultural.
Por su parte los fervientes partidarios del control de identidad señalan que las policías, por su formación y práctica diaria en calles tienen un olfato policial privilegiado que les permite discernir, sin atisbo de discriminación o prejuicio, quién huele a bandido y quién no.
A fin de de dilucidar por medio del rigor científico la controversia propongo realizar el experimento de Manes, pero esta vez aplicado a funcionarios policiales mostrándoles fotos de distintos grupos sociales y ver si en cuestión de milisegundos su cerebro policial los asocia positiva o negativamente, lo que para el objeto de nuestra de nuestra investigación sería como diferenciar entre una persona de bien o malandra.
El resultado puede ser un hallazgo, aunque muchos dirán que es inútil porque está archi comprobado.
Manes concluye que, biológicamente, en el cerebro ya tenemos prejuicios contra el que es diferente a nosotros, la clave para subsanar lo anterior, dice, “es buscar puentes con el que piensa distinto”.
Uno de las críticas más fuertes al proyecto de control preventivo de identidad, aparte de que reeditará la detención por sospecha, es su carácter de arbitrario, aun cuando de por sí todo control lo sea, se estima que los agentes policiales aplicarían el control de identidad sólo a un determinado grupo sociocultural.
Por su parte los fervientes partidarios del control de identidad señalan que las policías, por su formación y práctica diaria en calles tienen un olfato policial privilegiado que les permite discernir, sin atisbo de discriminación o prejuicio, quién huele a bandido y quién no.
A fin de de dilucidar por medio del rigor científico la controversia propongo realizar el experimento de Manes, pero esta vez aplicado a funcionarios policiales mostrándoles fotos de distintos grupos sociales y ver si en cuestión de milisegundos su cerebro policial los asocia positiva o negativamente, lo que para el objeto de nuestra de nuestra investigación sería como diferenciar entre una persona de bien o malandra.
El resultado puede ser un hallazgo, aunque muchos dirán que es inútil porque está archi comprobado.
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