Por Pepito El Breve
No debería estar
escribiendo esto pero no me resisto, quiero gritarlo, execrarlo, porque no es por
ser moralista ni prejuicioso, pero hay en la vida tipos malos, en ocasiones como
esta también lo soy. Hace una semana que en Punta Arenas, un tipo, justifican
que por celos, con un punzón arrancó los ojos de su ex mujer, luego de sendos
disparos mató a uno de sus supuestos amantes y al otro lo dejó invalidado, tras
su periplo sangriento finalizó con dos disparos en la cabeza percutados por un
oficial del Gope.
Ayer, la mujer fue
dada de alta del hospital, ciega, no podrá ver el triste espectáculo de la
comunidad tuerca de Porvenir, que acompañó lo que quedaba del tipo ya que “cumpliendo
lo que fue siempre su voluntad sus cenizas fueron lanzadas al estrecho”. Lo
anterior, suena contradictorio, tergiversa el hecho que dicho acto mortuorio lo
asociamos siempre como destinado a la despedida de nuestros grandes personajes,
no para un cruel asesino.
Recuerdo, que hace unos
años presencié por ITV Patagonia, cuando esparcían las cenizas del poeta Dinko Pavlov al Estrecho
de Magallanes, entonces me pareció ver que cuando el alcalde vació el ánfora,
el viento como que traía de vuelta a la orilla las cenizas de poeta. Quizás, era
un presagio, no quería compartir el lecho mortuorio con el sádico de ahora.
Hubo un tiempo, no
hace mucho que en Chile pululaban los tipos malos, cuando detenían a alguien solían
amarrarles a un catre de fierro, les colocaban electricidad en los genitales,
les hacían comer sus propios excrementos, violaban, introducían tubos de fierro y ratones en sus
gargantas y en las vaginas de la mujeres, arrancaban ojos, cercenaban miembros,
con yataganes abrían y vaciaban de vísceras los cuerpos de su victimas, luego les
colocaban rieles de la vía férrea en la cavidad estomacal y los amarraban. Para
evitar que sean encontrados, desde los helicópteros lanzaban al mar los
cuerpos, en un simbólico acto de crueldad a las víctimas y familiares.
Sí, soy un tipo malo,
en ocasiones me dejo llevar por mis emociones, no soy un ser racional, ni menos
roussoniano, no me creo eso de que el hombre es bueno por naturaleza, sino mas
bien que hay una delgada línea que separa a la humanidad de la bestialidad y
que, cuando se cree tener el poder de las armas para dominar al otro, hay quienes están conscientemente dispuestos a
cruzarla.
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